Groandelia

C A P Í T U L O 3

Otra vez en Groandelia

La puerta sonaba en la habitación gigante, sentía mucha soledad extrañaba a mi hermana a mis amigos Sofí y Damián nunca más los voy a volver a ver, es una maldición por no celebrar mi cumpleaños, ¿qué está pasando? sigo sin entender, papá, mamá que es este lugar, quisiera estar con ustedes me hacen mucha falta, Celi siempre ha estado conmigo pero ver a otros niños con sus padres me rompía el corazón me hicieron falta en cada momento.

Mary ingresó en la habitación retirando las cortinas,  para que la luz del sol ingresara, había traído ropa y zapatos, un vestido largo  como de una princesa, ¡oh! Alana estas en un palacio murmuré en mi pensamiento, ingresé al baño quede boca abierta de lo grande, este baño es  toda mi habitación, ya no era de esperarme si con la habitación era suficiente.

 

—Otra vez en Groandelia —dije dejando salir un gran suspiró.

—Estarás bien el príncipe te protegerá —las palabras de Mary sonaban preocupantes ¡Proteger! alguien quiere hacer daño, cuando aparecí aquí el príncipe casi muere, sino llegaba a través de mi sueño el príncipe contaba otra historia y no tendría un final feliz como en los cuentos “vivieron felices para siempre”.

—¿El príncipe vive sólo? —pregunté curiosa, mientras me sumergía en la bañera.

—Vive con su padre el Rey, él no está en el palacio —respondió dejando salir un suspiro profundo, la seguía viendo preocupada.

—Y la Reyna —mi curiosidad seguía.

—Ella falleció hace doce años, En las manos del reino de la oscuridad —su rostro se veía serio, dejé de hacer más preguntas, me dio miedo, me estaba inventando esto para que dejara de hacer preguntas, ella salió y me dejó sola en la bañera relajé mi cuerpo.

 

Hace doce años

 

Su voz susurró mi mente, Hace doce años los mismos años del accidente de mis padres, el príncipe igual debió sufrir pero al menos tiene a su padre, en cambio yo perdí a los dos. Me sumergí al fondo de la bañera, viniendo a mi mente una nube negra sentía que me atrapaba, salí asustada del agua limpié mi rostro desesperada, ¿que fué eso?

Un escalofrió recorrió mi cuerpo desnudo en ese inmenso baño, me puse la bata  y salí a la inmensa habitación, miré la ropa encima de la cama el vestido encajó perfectamente en mi cuerpo y los zapatos de igual manera.

 

—Esta lista, el príncipe la espera —dijo Mary apareciendo como un fantasma, me sorprendió escuchar su vos que me asusté. La seguía por todo el palacio hasta llegar al comedor ahí estaba sentado en el medio de esa mesa ya saben era grande de igual manera, había mucho espacio para pocas personas, esto si es sentir soledad.

—Toma asiento, ¿Cómo amaneciste? —mirando fijamente y formando una sonrisa el príncipe,  sus ojos verdes brillaban, podía notar calidez y tranquilidad. El dolor de aquella noche había desaparecido.

—Estoy bien, gracias —susurré dejando salir una respiración profunda. Empezaron a poner la mesa había mucha comida, vi lo que más me gustaba el jugo de naranja, creo que adivinaron que me encantaba que lo dejaron a mi lado, mi estómago gruñó no he comido desde que llegué aquí, no porque no quisiera sino porque no confiaba y si me envenenan pensándolo bien aún desconfió, apreciado jugo de naranja tendré que dejarte esta vez bajé mi rostro en derrota.

—Puedes comer con confianza —estiró su brazo alcanzando mi rostro. Estaba a un lado de el en esa mesa gigante. Sentí una calidez de confianza, decidí comer tenía mucha hambre.

 

No olvides tus modales

 

La voz de Celi en mi mente, siempre me regañaba de niña cuando comía sin importar la presencia de los demás, cogí un poco de comida y la llevé a mi boca, pensando en ella mi rostro se tensó y la tristeza invadió, la extrañaba. Terminamos de comer el príncipe no dejaba de mirarme era incómodo, con Damián no sentía eso será porque lo conozco y nuestra confianza es mutua que no me importaba como estaba o como comíamos, aquí junto a él me sentía avergonzada, mis mejillas sonrojaron y mi corazón latía con intensidad por un segundo sentía que salía de mi pecho peor cuando cruzamos miradas, tomé un sorbo largo de jugo para asimilar.

—Príncipe el auto está listo —dijo un hombre caminando al lado del príncipe que aún no sabía su nombre. Me preguntaba cómo se llamaba en ningún momento me dijo y no sabía cómo decirlo, tendré que esperar.

—Enseguida salimos, que todo esté listo —se dirigió al hombre y luego me miró. Esa mirada paralizaba mi cuerpo no entendía porque me hacía sentir esa sensación, mis hormonas no se tranquilizaban así era en la adolescencia, tenía diecisiete años, estoy sintiendo atracción por un desconocido, que tontería, solo es un sueño raro, pero lo bueno que ya pasó la pesadilla del encierro en ese lugar espeluznante.

—Vamos a recorrer Groandelia —dijo acercándose en una silla eléctrica especial para mantener su pierna recta, aún estaba en recuperación.

—Aun te duele —dije preocupada.

—Todo está bien tranquila  —murmuró sin ninguna preocupación. Llegamos al jardín que vi al salir de la prisión. Ahí se encontraba estacionado un auto que flotaba en el aire, estoy en el futuro, quedé con mi boca abierta que ya llegaba hasta el piso. No podía entender reprimí mis hombros, estaba muy confundida.




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