A la mañana siguiente esperaba a Brenda en la puerta de su casa como de costumbre. Había llegado con Miguel a un acuerdo, dedicaría parte de mi tiempo a buscar a sus amigos, es decir durante las tardes ya que a la mañana debía asistir a clases o comenzarían a sospechar, las únicas personas que deseaba proteger eran mi madre y mi amiga de la infancia.
Podía sentir la impaciencia de Miguel pero me mantenía firme en mi determinación; Brenda salió de casa como de costumbre mi respiración se entrecortó unos instantes. Era hermosa, recorrí su esbelto cuerpo con la mirada mientras mi corazón se aceleraba. “Dile lo que sientes por ella” me sugirió Miguel, fruncí el ceño ya que era molesto saber que no tenía privacidad ni para mis propios pensamientos. “Lamento las molestias que te estoy causando Uriel” dijo al cabo de unos momentos. “No es tu culpa, ya me acostumbraré” respondí con mi mente.
- ¿Qué te pasa hoy que estás tan callado? – dijo Brenda interrumpiendo nuestra conversación. Debía actuar como siempre si quería mantener el secreto.
- Estoy cansado, es todo – contesté evasivamente
Llegamos al colegio. La mañana transcurrió como siempre, sin novedades y pronto acabó. Al salir del colegio me disculpe con Brenda ya que tenía que llegar pronto a casa para dejar la mochila y comenzar el recorrido que nos llevaría a Miguel y a mí al rescate de Rafael y Gabriel.
- Tengo asuntos que atender Brenda – dije algo nervioso – Lo siento pero debo irme
- Bien, nos veremos luego – contestó ella
Llegue a casa, mamá seguía en el trabajo, deje la mochila en mi cuarto y pique algo de la heladera. Media hora después Salí en busca de Rafael. Miguel estaba más impaciente que antes pero comprendía mis necesidades.
El Bosque Prohibido estaba algo alejado del macrocentro, sitio donde acostumbraba a frecuentar. Tuve que tomar dos colectivos para llegar.
A medida que nos íbamos acercando mi corazón latía con mayor intensidad debido al nerviosismo que me invadía. Ya había visto lo que era capaz de hacer Ariel y la sola idea de tener que enfrentarme a él nuevamente era suficiente para que mi corazón explote debido a su transformación en un tambor. “Cálmate Uriel y confía en mi” decía Miguel “No dejaré que te lastime”.
- Pero el cuerpo es mío – objeté –Si lo daña sentiré el dolor aunque no lo desees
- No porque en ese caso seguiré con el control – dijo Miguel - Creeme amigo, no permitiré que te dañe
Aquello consiguió calmarme más de lo que imaginé, llegamos al lugar deseado: la entrada al bosque prohibido. Estaba justo frente nuestro. El colectivo siguió su curso dejándonos totalmente solos. Dos columnas adornaban la entrada y un arco las unía dándole un aspecto de antigüedad y magia. Varios Cupidos adornaban el arco en su totalidad, el lugar estaba cercado por gruesos y altos arbustos. El viento circulaba con mayor intensidad
- Bien andando - me dije a mi mismo al tiempo que nos adentramos en el interior de aquel desolado y tenebroso lugar.
Se llamaba “Bosque Prohibido” por las muertes que sucedieron años atrás, más los desaparecidos que tras tanto buscar los dieron por muertos. Aquel en verdad era un sitio peligroso, Miguel tomó el control dejándome a mí en un recóndito sitio de mi cuerpo a salvo pero sin reprimir mi conciencia así podría ser testigo de lo que sucedía.
El viento iba aumentando su silbido a medida que nos adentrábamos en el bosque espectral. Imágenes fantasmagóricas iban apareciendo por doquier a medida que la luz del día se iba extinguiendo debido a la espesa vegetación del lugar; los mismos árboles impedían la entrada de la luz solar.
Los seres que aparecían tenían formas humanas pero eran transparentes, un tono gris plateado los envolvía. De diversas edades y de ambos sexos de varias épocas, todos seguían allí atrapados sin poder salir. Sus almas permanecían encerradas en aquel lugar invadido de sombras. El mismo bosque poseía dones sobrenaturales maléficos que los capturaron, los asesinaron y ahora los mantenía a todos atrapados allí. Parecía que esa era la clave de todo, este bosque absorbía la energía vital de las almas de los que perecieron hace tiempo atrás.
A medida que nos adentrábamos las almas de aquellos desdichados iban apareciendo ante nosotros, sus expresiones mostraban la desesperación que sentían por ser libres otra vez y ver la luz.”Ayúdanos” “ no nos dejes aquí” “nos están torturando continuamente” “ el bosque es traicionero, tengan cuidado”
Sus voces llegaban a nuestras almas suplicantes y cargadas de desesperación pidiéndonos ayuda pero ¿qué se suponía que teníamos que hacer para liberarlos a todos? Era imposible
- No, no lo es – respondió Miguel a mi conciencia – De hecho los liberaremos a todos
- ¿Cómo? ¿Tienes alguna idea?
- Este sitio también tiene su punto débil y es allí donde nos dirigimos ahora – prosiguió – Es el corazón del bosque, el sitio donde guarda sus prisioneros más importantes, es el lugar donde está Rafael encerrado. A la vez es el lugar más vulnerable – A medida que nos íbamos adentrando los ataques del siniestro bosque se intensificaban pero Miguel los eludía o desintegraba con gran facilidad. Cada vez me sorprendía más su poder y resistencia, era tan fuerte que comenzaba a preguntarme ¿qué clase de monstruo podría llegar a ser Ariel para haber podido derrotar a alguien como Miguel? Además él no estuvo solo a la hora de enfrentarlo, si Gabriel y Rafael son tan fuertes como Miguel y fueron derrotados los tres juntos por un solo ser significaba que Ariel era alguien invencible – Tienes razón Uriel – dijo Miguel – Ariel es el más poderoso de todos nosotros por eso su traición no tiene perdón. Debemos capturarlo con vida cuanto antes
- ¿Con vida? ¿acaso no piensan matarlo?
- No, aunque quisiéramos nos resultaría imposible en nuestra actual condición – no me gustaba nada la idea de enfrentarme a alguien así aunque claro, no tenía opciones. Las diversas imágenes desviaron mi atención de nuevo. Algunas almas estaban encerradas en prisiones hechas de cristal cuya forma era similar a un cubo que permanecía flotando en el aire a unos metros del suelo. Esas almas se mostraban principalmente desesperadas, golpeaban el cristal con sus escasas fuerzas que les quedaban en un vano intento por librarse. Las formas de esas almas eran idénticas a las que Miguel y yo poseíamos. O sea que se trataba de otros guardianes. Aquello me alarmó ¿por qué está pasando esto? ¿Quiénes son realmente esas almas aprisionadas en esos cubos de cristal?
- Ellos son seres como tu y yo, tienes razón. Son guardianes – dijo Miguel apesadumbrado – Ellos también cayeron en la trampa de Ariel años atrás – ante esta novedad algo en mi se alarmó y entristeció a su vez
- ¿Cómo podremos liberarlos? –dije – Recuerdas que dijiste que los liberaríamos a todos
- Destruyendo el poder central de este maldito lugar – contestó Miguel.
Así continuamos adentrándonos en este oscuro y espeluznante lugar, las almas atormentadas iban apareciendo como espectros ansiosos por volver a ver y a sentir la luz. Los vientos fueron cambiando repentinamente y los árboles fueron acorralándonos más y más. Sin embargo Miguel sabía abrirse camino usando las habilidades sobrenaturales mías combinadas con las suyas. De esa manera las trampas del bosque resultaron inofensivas para nosotros.
El aire se tornaba cada vez más espeso, me costaba bastante respirar a medida que nos acercábamos a Rafael ni hablar de seguir avanzando. De no ser por Miguel que había tomado el control total habría caído bastante tiempo atrás.
Luego de tanto avanzar llegamos al fin al lugar deseado, una extraña luz verde oscura invadía el sitio entero. En el centro había una columna de dos metros de altura, color verde transparente. En su interior permanecía Rafael encerrado en estado inconciente. Los sentimientos de Miguel desbordaban, quemaban peor que si fuesen fuego ya que anhelaba liberar a su amigo sin perder tiempo alguno; pero también sabía que no debía precipitarse ni dejarse llevar por los impulsos o estaríamos todos perdidos.
“Miguel, ayúdame” la voz de Rafael, tan débil y suplicante resonó en mi mente con claridad. La angustiante sensación de impotencia abrazó el alma de Miguel haciéndolo sentir culpable y desesperado. Colocó su mano derecha sobre el frío muro diciendo “Rafael” los sentimientos lo embargaban traicionándolo por completo “Lo siento mucho, mi debilidad te ocasionó tanto dolor”. Estaba angustiado también por aquello ya que mis propios sentimientos se fusionaron con los de Miguel al sentir a Rafael padecer así y un único deseo se apoderó de mi: liberarlo. “Debemos liberarlo” pensé “Miguel, hay que sacarlo de allí ahora mismo”. Podía sentir la lucha interior de Miguel que se debatía entre la culpabilidad y la resolución de hacer algo por su amigo. “Sentirte así no cambiará las cosas”, dije a mi inquilino interno ya que comenzaba a desboronarse en la angustia.
“Uriel” dijo Rafael a mi mente al detectarme “Por favor…ayúdame”. Miguel reaccionó al momento retomando el control: “No te preocupes amigo, lo haremos los dos” dijo a su amigo. Sabía que había ganado su parte racional y práctica hecho que me alivió bastante porque definitivamente no sabría qué hacer por mi mismo ya que desconocía muchas cosas de ese mundo y esos seres.