El timbre la arrancó de su ensoñación, era el cambio de hora. Habían tenido historia y ahora tendrían Lengua y Literatura.
Elena seguía atrapada en lo sucedido el viernes pasado por la noche. No había contado nada a nadie ya que no estaba segura si fue real o producido por su alocada imaginación.
Elena ¿qué te pasa? - le preguntó una de sus amigas - No respondiste a ningún mensaje durante el fin de semana y ahora estás...extraña -
¿Qué tienes? - continuo la otra - El viernes desapareciste del boliche, nos preocupamos bastante por ti
No me sentía bien, es todo - dijo evasivamente Elena
¿Es por Carlos? - preguntó la pelirroja
No le lleves el apunte Elena, es un engreído - dijo la morena
Te lo advertimos - continuo la pelirroja
Lo se chicas - respondió con resignación Elena - Pero ahora estoy bien, en serio - la llegada de la profesora la interrumpió y cada cual regresó a su asiento.
Elena no prestó atención a nada de lo que la profesora dijo ya que su mente estaba centrada en el ángel que la salvo hacia dos noches atrás. Le había dicho que era hermosa y a pesar de haber pasado por terribles momentos se sentía flotar.
La fascinó ver a ese ángel salvador, su ángel guardián. ¿Cómo se llamaría? El no se lo dijo. Transcurrió toda la hora. Llegó el recreo, pasó el recreo y regresaron al aula. Ahora tenían clase de matemáticas y ella continuaba ensimismada. Anhelaba volver a verlo, su ángel guardián rubio de ojos dorados y profundos. No había prestado atención a nadie esa mañana, solo permanecía encerrada en sus propios pensamientos sorprendiéndose en más de una ocasión anhelando tocar a su ángel una vez más. Verlo y escuchar su aterciopelada voz tan sensualmente seductora.
Oye - la voz de Carlos la devolvió al presente - ¿Estás enferma? - ella lo contempló en silencio estudiando sus facciones. Carlos era lindo pero "su" ángel guardián era mucho mejor. ¿Cómo pudo sentirse atraída por Carlos? Era algo que en ese momento no lo entendía - Se que fui un poco descortés contigo el viernes pero ....bueno.... - dijo nervioso - ¿Qué podía hacer si mis amigas querían conversar? - no se estaba disculpando ¿cómo podía esperar que alguien tan engreído como él se disculpara? - Además tu te marchaste sin decir nada.
Elena regresó su mirada al cuaderno que tenía en el banco sin pronunciar palabra alguna
- ¿Qué querías que hiciera entonces? - su tono de voz denotaba algo de enfado. Era evidente que a Carlos no le gustaba ser ignorado - ¿Piensas seguir haciéndote la ofendida conmigo? Para que te lo sepas no tengo la obligación de decirte nada, después de todo no eres mi novia - aquello lo dijo con visible enojo - Ni nada por el estilo.
¿Sabes qué? - dijo ella muy tranquila - Nunca te pedí que me rindieras cuenta de nada - Elena estaba extrañamente divertida con la situación - Tú viniste solo a mí, yo nunca te llamé - Carlos la miraba asorado - Y no necesito que me lo recuerdes - se levantó - Se perfectamente que tú y yo no somos nada, de lo contrario habrás mandado a volar a esas rameras el viernes pasado y me habrías prestado atención únicamente a mí. Como lo haría un autentico hombre - luego salió al recreo
El resto de la mañana Carlos la ignoró abiertamente, era obvio que no estaba acostumbrado a ser rechazado ni a rebotar con nadie. Cuando el timbre de salida sonó Elena sujetó su mochila, se la colocó en su hombro derecho y salió al patio para formar.
Carlos se colocó a su lado pero ella estaba ocupada pensando en "su" ángel y deseando verlo otra vez. El sol brillaba con intensidad. Cuando salieron del colegio Carlos la sujetó del brazo izquierdo llevándosela a parte e inmovilizándola
Oye aguarda - la miraba con furia - ¿Qué te pasa? ¿Estás vengándote de mí?
¿Qué? - dijo ella - Carlos ¿qué dices?
No me ignores así - dijo furioso
Ella fue consiente de las envidiosas miradas que las otras chicas le lanzaban, todas deseosas de estar en su lugar. Además Carlos le dijo que no lo ignore a gritos, dos días antes qué no hubiese dado ella por disfrutar de su compañía y atención. Pero ahora ya no le resultaba tan agradable
Carlos no conseguía creérselo aún ¿cómo era posible que ella lo dejase con la palabra en la boca frente a todo el colegio? Nada menos que a él, se acercaron inmediatamente dos chicas a consolarlo hecho que elevó más aún su ego. Aunque también su admiración hacia Elena, recién comenzaba a observarla con más detenimiento para comprobar que no era tan fea ni pesada como creyó en un momento. A decir verdad era bastante atractiva y muy inteligente
Aquella tarde Elena salió para ir al Cibert pero al doblar por el pasaje una horrible sensación la invadió por dentro.
Era una angustia terrible que la devoraba. Apuró el paso pero un hombre que surgió de la nada se colocó frente suyo. Gritó por la impresión, aquel extraño sonrió con crueldad. Era joven con duras facciones, sus ojos gris plateados reflejaban maldad pura. De negros cabellos amarrados a su nuca tenía un caballeroso aspecto juvenil.
¿Ibas a alguna parte? - dijo con voz metálica mientras la sujetaba con fuerza
¡No! - gritó asustada - ¡Déjeme!
Elena quiso soltarse pero las manos del desconocido parecían estar hechas de acero, eran verdaderos grilletes que la encadenaban al sitio aquel
- ¡Ayúdenme! - gritó forcejeando asustada.
No lo esperes a él - dijo el monstruo - No vendrá por ti, esta vez me aseguraré de mantenerlo fuera de mi camino
¡¿Qué le hiciste?! ¡Maldito! - una furia extraña surgió en su interior - ¡No te perdonaré si le hiciste daño! - aquello lo dijo empujándolo tan fuerte que se vio libre nuevamente - ¡Maldito! ¡¿Dónde está?!
Vaya- el desconocido parecía divertido mientras se incorporaba con calma - Si que eres digna de mí, demuestras ser una dama muy valiente y demasiado buena para él - se fue acercando a ella con pasos firmes pero lentos - Me aseguraré de tenerte a mi lado y esta vez no fallaré.