Guardianes [secuela de «mi ladrona»]

Capítulo 13: Amistad inquebrantable (Parte 3)

La pálida mano impacta sobre su cálida mejilla, siente el frío de la palmada antes de que de paso al dolor y ardor por la cachetada. El pelinegro no se sorprende por la acción que toma la vampiresa de pelo negro, pues sabía que solo es el principio de las consecuencias por lo que hizo.

El joven licántropo levanta la vista firmemente y sin amedrentarse, no se arrepiente de lo que hizo y lo volvería a hacer si tuviera la oportunidad. Todo está oscuro, pero eso no le impide ver con claridad; le rodean los árboles y la niebla. La vampiresa de ojos azules se da la vuelta dando un frustrado gruñido, y el licántropo aprovecha para ver algunos árboles de rosas y sonríe al recordad algo.

—Me voy por casi un año y de lo que me entero es que estuviste vagando, en vez de prepararte, que estuviste involucrado en un incendio y tuviste contacto con otra licántropa ¡¿Acaso se te olvidó por qué haces esto, Khytar?! —Expresa molesta volviendo a golpear al licántropo.

—Ya no le encuentro sentido a esto, Marcy —Gruñe revelándose contra su maestra— ¿Por qué seguir en esto? ¡¿Por qué seguir empeñados en una venganza que no nos pertenece?!

—¡Porque era tu madre! ¿No lo entiendes inútil? Es tu deber vengarla y hacer pagar a todos los que ayudaron a Layla y a sus descendientes —explicó como si fuera lo más obvio, volviendo a golpear el rostro del joven.

—¡Ella lo sabía! Ella sabía que lo que hacía estaba mal y si ella murió por hacer las cosas mal, entonces, lamento decirlo, pero lo tenía merecido —dijo firme ganándose un golpe más que lo tumbó al suelo, donde su rostro se ensució de tierra.

—¡Estúpido malagradecido! —Sin parar y llevándose por la ira, comenzó a golpear el cuerpo licántropo que aún se encontraba en el suelo.

—Adelante, golpéame todo lo que quieras —Comenzó a decir levantándose lentamente cuando la vampiresa dejo de golpearle—, pero no cambiaré de opinión —Concluyó firme con la frente en alto.

—Ya veo que no puedo razonar contigo hablando, ni tampoco a golpes —Marcy hizo señas a la oscuridad de donde salió un licántropo castaño con una bebé en brazos.

—¿Papá? —pregunta un poco aturdido el joven licántropo al ver a su padre, quien no ve mucho y con quién no tiene una buena relación.

—Te presento a lo que hará que cambies de opinión —La voz frívola de la vampiresa le dejo aún más confundido.

—¿A qué te refieres? —Con desconfianza impregnada en su voz, sus ojos viajan entre su padre y la bebé que tiene en brazos; la pelinegra sonríe.

—Ella es tu hermana y si no quieres que algo malo le pase tendrás que obedecerme —Sentencia de forma simple.

—Eso es imposible —Ríe el licántropo menor, pero luego su risa se volvió nerviosa al ver que su padre no lo negaba— ¿Verdad, papá?

El licántropo solo sonríe a modo de una disculpa para nada sincera y deja a la bebé en el suelo de forma un poco brusca, la pequeña se remueve incómoda por el cambio de ambiente.

—Disfruta a tu hermanita —Fue lo único que dijo, antes de tomar por la cintura a la vampiresa.

—Volveré en unos minutos, espero que hayas cambiado de opinión —Y sin decir nada más, ambos se fueron.

Dudando el licántropo, que se había quedado solo, se acercó a la pequeña que solo estaba rodeada por una manta; la bebé comenzó a llorar y el pelinegro se alarmó por eso, y ahora sin dudarlo se arrodilló frente a ella y la tomo en sus brazos para empezar a mecerla sin saber muy bien que hacer.

Noto que la pequeña tenía menos de cinco meses y su piel era tan pálida que temió que estuviera enferma, pero el olor a vampiro entro a sus fosas nasales de forma leve, acercó a la pequeña hasta oler detrás de su oreja y comprobó que efectivamente es una vampiresa, pero también es licántropa; la pequeña comenzó a reír por el roce de piel.

—Hueles un poco como yo, así que supongo que sí eres mi hermanita —dijo a la pequeña aunque ésta no le entendió.

El corazón de Khytar es puro, no tiene maldad y jamás se atrevería a dejar a la pequeña sola, ni mucho menos en peligro, aún es demasiado joven para escaparse y ahora menos que se prometió cuidar de la pequeña, suspira cansado pues no tiene opción.

 

[…]

 

—¿Qué harán a fin de mes? —pregunta Olivia al grupo antes de que se vayan.

—¿Vas a invitarlos a las fiestas de tu pueblo? —La emoción se filtra en la voz de Kayla quien dio un salto emocionada por la idea.

—¿Qué fiestas? —Interroga está vez Daniel mostrando interés genuino.

—Todos los años, a finales de año, en mi pueblo se celebran unas fiestas dónde los humanos usamos máscaras, hay muchos dulces y juegos, es una actividad que se realiza el último día del último mes del último año —explica la humana con un poco de temor por la reacción ajena.

Todos los años siempre van Kayla y Marcos a acompañar a Olivia pues para esas fechas sus padres viajan y le dejan la casa sola a la humana, así que los licántropos se quedan con ella y hacen una piyamada, sin embargo este año a Olivia se le ocurrió también invitar a los vampiros y al brujo, pensó que sería divertido.

—¿Y por qué nos cuentas todo esto, Liv? —El vampiro hace la pregunta con confianza; la susodicha suspira y el aliento que sale de su boca se hace presente en una pequeña nube blanca, pues el frío es evidente, en especial para ella.

—Porque quiero que ustedes tres vengan este año —responde de forma simple señalando a los gemelos y al brujo.

Olivia se abraza de forma inconsciente, la ropa que lleva puesta no es lo suficientemente abrigada para mantenerla caliente, Kayla al darse cuenta se acerca a su amiga para abrazarla por detrás y, así el calor que desprende el cuerpo de la licántropa se filtra hasta el cuerpo humano.

—Oh, eres un ángel —expresa agradecida a su amiga.

—Pero nosotros no somos humanos ¿Cómo vamos a ir? —Habla por primera vez la vampiresa.



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En el texto hay: confianza, lobos vampiros brujos

Editado: 11.09.2022

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