Guau! El Centro de Todo lo Tecnológico

VII - Pájaros, Drama, Hormigas albinas y Una prisión de fuego.

Suena mi teléfono. El sonido que emite es el de un pájaro, uno más bien robótico; pareciera que la única función de este sonido es molestar a aquel que desea dormir. En este caso es diferente, este pájaro no sólo me aturde a mí (y asusta ligeramente), sino también a mi agresor.
Aquel hombre de cabellos verdes comienza a, básicamente, convulsionar; solo le faltaría espuma en su boca, en lugar de eso palabras poco amables escapan de ella. Luego de unos segundos fugaces este hombre pierde la conciencia. Al no saber nada sobre él, no había chances de que me quedara a esperar. Debía proteger a mis hijos, a este tipo raro y a esa chica desconocida. Con movimientos dignos de una torpe marioneta me doy vuelta perdiendo el equilibrio.
 

-¡Tenemos que correr...!


Y así es como me di cuenta de que el único que me observaba en ese momento era Alpha; la extraña se había llevado a mis pequeños.
"¿Una secuestradora de niños?" Pienso inmediatamente: hacerse pasar por una chica extraviada, vestida de bailarina aprovechándose de la situación complicada que estaba teniendo solo para secuestrar a unos pequeños niños albinos. Realmente era aterrador. Tal vez sea una de esos extremistas anti-androides que me conocía y estaba planeando esto desde hace tiempo; tal vez quieran experimentar con ellos.
Una cachetada de mi entorno me hace salir de esos pensamientos. ¡Los manifestantes extremistas se dirigen hacia aquí! Tomo a Alpha que está más que confundido, está en otro mundo, otro universo y quizá hasta en otro tiempo. Los manifestantes le pasaron por encima al peliverde, el cual empezaba a recobrar el conocimiento.
Me alejo corriendo lo más posible con una sola cosa en mente, y es que si no encuentro a mis hijos, Lyla va a matarme.

Una vez en casa el reloj me dice al oído que todavía faltan aproximadamente cinco horas para que llegue Lyla de la oficina. Paso la primera hora regañando a Alpha cada vez que toma algo en sus manos que según mi opinión corría peligro. Todavía inquieto salgo de la casa y vuelvo a entrar. En un circuito continuo, estoy atrapado entre dos espinas que chocan contra mi cabeza: La primera me dice que debo ir a la policía para atrapar a una secuestradora, la otra me dice que una buena chica quiso sacar a unos niños indefensos de una situación de peligro y vendrán a casa en cualquier momento. Mi poder de decisión es realmente malo, no sabía que tenía ese tipo de problemas hasta ahora. No me queda más opción que recurrir a mi última carta, debo ir a buscarlos por algún lado y debo dejar a alguien en la casa. Mientras pienso esto Alpha deja caer una pila de platos de mi mesa. No podía estar en más desacuerdo conmigo mismo.
 

-Vigila por si vuelven, te lo encargo.


Y me retiro, no quise voltear. No quiero pensar en qué condiciones veré de nuevo la casa. Unas ruinas carbonizadas se cruzan por mi cabeza. Pero sigo avanzando; después de todo, solo tengo tres horas para encontrarlos y volver a casa.

Doy vueltas por la ciudad, sin un rumbo definido. El camino me muestra un lugar conocido y con grandes posibilidades de agrandar mi margen de búsqueda y, tal vez, hasta los logre encontrar allí dentro. Mi segundo hogar, esa maldita cafetería. Meep.

 

-¡Mei! ¿Están por aquí los niños?
-¿Qué? -dijo en un tono exagerado -Así que fallaste como padre y ellos decidieron escapar -mientras asiente con la cabeza dándose la razón en su veloz razonamiento -No puedo ir en contra de su juicio, así que estás solo Red.
-No seas ridícula Mei, fueron secuestrados... bueno, no estoy seguro de ello, pero es posible... -Al callarme me doy cuenta de lo difícil que es tratar con Mei y decido salir corriendo a otro lugar.
-¡No te preocupes Red, deja esto en mis manos!
 

Una vez más mi mente no logra asimilar las grotescas palabras de Mei, por lo que decido escabullirme mientras ella se queda murmurando cosas que supongo era algún plan de acción para llevar a cabo la misión. Mi cuerpo abandona por segunda vez en el día aquel café, arrepintiéndose de la seguidilla de visitas y tal vez esperando no tener que volver en mucho tiempo.

Vagar sin dirección no parecía tan buena idea, pero fue todo lo que pude hacer. Sin éxito me doy cuenta de la hora y de que ya no hay tiempo, ella debe estar en casa; se encontró con un tipo extraño con la cara tapada y seguramente con las ruinas de lo que alguna vez fue mi hogar, una escena bastante horrible, realmente dudo de mi inteligencia al tomar estas decisiones. Espero que los niños hayan vuelto a casa. 
Mi cerebro da un vuelco tan grande que creo que mi cuerpo lo siguió un poco, no puedo creer que haya olvidado algo tan grande: Lyla hoy no irá a casa, debe estar esperando en el restaurante que habíamos acordado para celebrar nuestro aniversario. ¿Debo ir a casa a asegurarme? ¿Debo ir a ver a Lyla primero? Si me la encuentro ¿Qué le digo? Y, sobre todas las cosas ¿Dónde estaba ese restaurante?
Antes de lograr responder a alguna de esas preguntas, escucho una voz prominente; era un discurso de una obra teatral. Tal vez una obra de artistas callejeros. Venia del otro lado de la cuadra así que me metí por el callejón y detrás de unas cajas empecé a disfrutar de su obra.



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En el texto hay: comedia, novelaligera, ilustrado

Editado: 19.12.2018

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