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CAPÍTULO 14: Tres y cuatro. Y seis.

Al abrir los ojos, vio un techo desconocido. Era la primera vez que se quedaba en ese lugar. Uno diría que al ser una nómada y carecer un hogar fijo, eso le sería normal. Pero en toda su vida, Krona no había podio alejar nunca el sentimiento de extrañez al despertar siempre en un lugar diferente.

La cama era particularmente incómoda. Había dormido en lugares más incómodos, sobre mesas, bancos y en el suelo, pero eso no quita que la cama fuera incómoda. No es que se quejara tampoco, la habían dejado dormir allí a pesar de que llevaba un tiempo siendo perseguida. ¿Por quién? Supongo que no estuvieron prestando mucha atención.

Unos días después del incidente del perro, Fergus realizó “La Llamada”. Así, en mayúsculas y con comillas. Asunto importante. La conversación fue más o menos así: Hola, ¿Krona? Llamo para decirte que les vendí los discos raritos a los agentes de URSA que habían venido antes, ¡y me dieron un montón de dinero! Ah, por cierto, unos hombres de Luminas SA se pasaron, y les dije que los tenías tú, así que probablemente se te aparezcan. No son muy amigables así que… No dejes que te maten, ¡bye! *bip, bip, bip* (Esta es una reinterpretación de los hechos. Los nombres de algunos involucrados pueden haber sido cambiados para proteger su privacidad).

Luego de eso, los episodios de destrucción regulada en contra de Krona en las Periferias dieron inicio. Día 1: explosiones en la zona de restaurantes. Día 2: tiroteo en el depósito de chatarra. Día 3: lanzamiento de cuchillos contra seres humanos en el área de juegos. Más o menos así fue por unos días. Los mismos tres trajeados, a los que llamaremos Explosivo, Tirador y Cuchillos respectivamente, cada día desde esa llamada habían aunado esfuerzos para destruir la vida de nuestra querida Krona. 

     

De regreso al momento en que estaba despierta viendo al techo, no podía sino sentirse asfixiada por el ambiente del lugar. Si bien sus nuevos benefactores se mostraron amables, sabía que pronto comenzarían los problemas. Después de todo, la gente tiene preguntas, y más cuando acogen a una fugitiva. Pero por sobre todo, a Krona le incomodaba estar demasiado tiempo en el mismo lugar. Espíritu libre y todo eso. La sensación de no estar afuera saltando por los aires era… rara, por decir algo.

Sin embargo, por respeto a quienes la dejaron quedarse a pesar de su situación, decidió no escabullirse. Se quedó en la habitación, a deambular y revisar el interior. A pesar de ser casi inhóspita, era para ella sola. Sabían que una chica necesita de cierta privacidad, por lo menos. Así que envuelta en unas sábanas viejas, caminaba por el cuarto, inspeccionando las cuatro paredes. En ellas, había cuadros y fotos de perros. Perros como los de antes, con patas en lugar de ruedas, y eso llamó su atención. Tal vez porque hacía poco había sucedido el incidente de Beta, pero le pareció cuanto menos curioso que esas personas tuvieran ese tipo de decoración. No sabía mucho sobre ellos, y lo poco que sabía lo había descubierto al llegar al lugar.

En medio de uno de los ataques del Trío Luminas, desviando su escape hacia una zona residencial de las periferias, Krona se había encontrado a si misma sin escapatoria. Sin lugar a dónde ir, rápidamente fue rodeada por los tres agentes. Cómo se enfrentaba a una situación de vida o muerte, estaba dispuesta a utilizar su arma secreta como último recurso. Si daban un paso más lo haría sin dudarlo. ¡Hay de aquellos que sufrieran la ira del arma final de Krona!

Justo entonces, se abrió una puerta en la pared falsa a sus espaldas. De allí, una voz profunda la llamó:

–Pequeña, ¡por aquí!

Luego de sorprenderse medio segundo, y de pensarlo por un cuarto, sucedió. Varios hombres o tal vez mujeres, con las caras tapadas, salieron de diversos escondites distribuidos estratégicamente alrededor de la zona, con armas de gran calibre, y abrieron fuego contra el Trío Luminas. Al ser agentes entrenados, no les costó evadir la situación: luego de que Tirador detuviera las balas con sus propios disparos, y de que Cuchillos los protegiera de las que se le habían escapado, Explosivo cubrió su escape con una granada de humo.

Si, bueno, eran agentes muy bien entrenados.

Esa surrealista escena convenció a Krona de seguir al hombre de la voz profunda a través de la pared falsa, sin importar lo que pudiera gritarle su sentido común. Es decir, era definitivamente una situación que el sentido común no iba a solucionar. Además, se alivió de pensar que no tendría que amenazar al Trío con un arma secreta que no poseía…

Mientras corría siguiendo al hombre por el camino angosto de piedra tras la pared, lo comprendía perfectamente. Se trataba de uno de esos grupos terroristas en contra del Creador de los que siempre hablan en las noticias. Krona nunca los había visto, pero se decía que era una secta muy peligrosa, que manejaba grandes recursos y cuyo objetivo era sumir al mundo civilizado en el caos… Nunca hubiera pensado que las noticias amarillistas hubieran acertado tanto al menos en la parte de los recursos, ya que definitivamente esas armas, escondites y el túnel en el que iban no se pagaron con buenas intenciones. Claramente eran peligrosos, pero también los Tres de Luminas que la seguían, y al menos de momento, estos terroristas eran a pesar de actuar fuera de la ley, más amistosos de lo que había sido la propia policía. Y no era como si pudiera echar en cara a nadie eso de estar fuera de la ley.



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En el texto hay: comedia, novelaligera, ilustrado

Editado: 19.12.2018

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