CAPITULO 1
Un Día Normal.
¡S
olo es un sueño más, tengo una imaginación muy grande!, esas eran las palabras que cada mañana repetía en su mente un joven en los suburbios de un pequeño y pintoresco pueblo, pues en ocasiones el joven tenía sueños muy extraños. Década tras década el pueblo donde vivía crecía para algún día convertirse en una gran ciudad. La agitada vida repetitiva que Luxioj Nódnor llevaba desde los 17 años se había convertido en un ciclo natural, tan natural como que el sol sale para todos, todos los días del mundo.
Desde niño Lux, como lo llamaban sus amigos y familiares, creció con su abuela materna en unas montañas en las afueras de su pueblo, mientras sus padres trabajaban para sostenerlos a él y a su hermana, Lux pasaba el día con su abuela; su niñez parecería aburrida si todos los días compartieras con una anciana en una casa hecha de bahareque y zinc, donde el agua era almacenada en recipientes hechos de cemento, donde a veces solo comía dos veces al día, donde se entretenía escuchando los viejos relatos de su abuela preguntándose si serian ciertos o no, donde disfrutaba observarla hacer sus deliciosos dulces solo para él, donde aprendió a rezar y a creer que existe un Dios en quien hay que tener fe, donde los mediodías eran calurosos y las noches frías, donde él era feliz y disfrutaba su niñez como un niño en una dulcería y donde siempre quería regresar cada día de su peculiar infancia.
En esas montañas fue cuando su imaginación empezó a volar, era un niño que creaba personajes con una roca, ramas y hojas y hacia un mundo para jugar, estos mundos cobraban vida en los jardines de su abuela, era muy fantasioso y creía en todo. Las tardes eran eternas y Lux jugaba con sus personajes todos los días al llegar del colegio; cuando no estaba jugando en los jardines llenos de jazmines y todo tipo de flores, se divertía trepando árboles, atrapando mariposas y hasta explorando las montañas solo hasta que Anastasia lo llamaba para que se aseara, se vistiera, realizara las tareas escolares y esperara a que sus padres pasaran por él. Anastasia era una anciana muy religiosa, Lux imaginaba que su abuela tenía cientos de años, porque desde que tenía memoria siempre la había visto anciana. Ella era la madre de la madre de Lux, tenía muchos hijos y nietos, pero como ella misma decía, Lux era especial, era de ella y siempre seria parte de ella como si hubiese sido su ultimo hijo, su tesoro más preciado.
Al pasar los años las visitas a la abuela fueron disminuyendo, al acercarse a la adolescencia ya no era tan necesario que Anastasia lo cuidara pues sus padres trabajaban más cerca del pueblo y con las enseñanzas de su abuela Lux se había convertido en un muchacho autosuficiente, amable, respetuoso y justo; un chico que cualquier padre quisiera tener, y su imaginación había crecido con él, era mucho más fuerte y más amplia.
Ya en preparatoria su vida era un poco más complicada, era un chico muy inteligente y muy hogareño, al llegar a casa Lux se encargaba del aseo de su vivienda. Vivía en una gran casa con sus padres, su hermana y su recién nacido hermano; con la llegada de su segundo hermano las responsabilidades y las exigencias que el mismo se imponía eran mucho mayores, debía asear la casa, cocinar y cuidar de sus hermanos, pero Lux siempre tenía tiempo para disfrutar con sus amigos y sobre todo para imaginar.
Tenía una peculiar habilidad de dibujar, poseía el don de crear hermosos dibujos, en papel, lienzo o hasta en paredes, solía dibujar hermosos personajes, solía crear historias y mundos existentes solo en su mente. Solía pasar interminables horas dibujando y creando sus historias, realmente era su pasión y le encantaba lo que hacía. Sus hermanos, amigos y familiares más allegados solían escuchar sus historias, las contaba como si realmente existiera ese mundo, porque realmente para él si existían.
A Lux le encantaba leer, se documentaba mucho sobre temas variados, siempre estuvo interesado por las historias mitológicas, se conocía todas las leyendas sobre los dioses de varias mitologías, conocía el significado de cada uno de ellos, conocía sobre criaturas mágicas y siempre le gustaba imaginar que realmente existían. Recordaba lo que su abuela siempre le decía: ¡El ser humano siempre debe creer en algo, si crees que existe, entonces existe!; esas palabras lo hacían creer, Lux creía en la magia y la transmitía a través de sus dibujos e historias, se había convertido en un artista.
Con el pasar de los años su independencia se hizo más fuerte, él pensaba que no debía seguir siendo una carga para sus padres y una vez culminados sus estudios en preparatoria decidió entrar a la universidad y trabajar al mismo tiempo. Estando en el segundo semestre universitario encontró trabajo en un Casino, estudiaba de día y trabajaba de noche. El casino era un lindo lugar, un lugar donde las personas sin nada que hacer iban a gastar el dinero que no tenían, de esa manera lo veía Lux; pero para él era diferente, era un lugar donde se divertía, las luces, los sonidos, la música, todo era un mundo distinto fuera de lo gris que era el mundo real.