CAPITULO 10
Camino al Norte.
L
a fuerte explosión formo una gigantesca columna de humo y su cúspide tomaba la forma de un gran hongo. Toda Runelia había desaparecido, la pequeña aldea y todos sus habitantes habían perecido tras el ataque causado por Eris. La onda de la explosión había alcanzado a los chicos quienes milagrosamente habían podido salir de la aldea. Esa explosión hizo que la carreta se volcara y todos cayeran por una pendiente rocosa fuera del camino. El caballo, la carreta y los jóvenes rodaron pendiente abajo hasta caer en una pradera y quedar todos inconscientes.
Breves minutos más tarde Keiko recupera la conciencia y al abrir sus ojos puede avistar a su corcel Dobitak junto al él empujándole con su hocico para que su amigo y jinete despertara. Keiko logra levantarse y observa la carreta volteada y todos los objetos en ella esparcidos por el suelo, tenía un fuerte golpe en su cabeza y una herida en uno de sus brazos, logro ver a Jana tendida en el suelo y corre desesperadamente hasta ella. Le aparta el cabello de su rostro y trata de limpiar un poco la sangre en la boca de su compañera. Keiko estaba asustado, la hermosa joven no despertaba, nunca había sentido tanta angustia y preocupación por alguien, realmente algo le pasaba con aquella chica pero prefería no pensar en ello.
Lux aparece todo maltrecho y sucio sacudiéndose sus ropas y tocándose los raspones que tenía en sus brazos, rodillas y el resto del cuerpo.
--¡Jana no despierta, tal vez sufrió un golpe muy fuerte!—
Lux corre hacia donde están los dos jóvenes y ayuda a Keiko a cargar a Jana y llevarla hasta una pila de heno que estaba al lado de la carreta volcada. Recuestan a Jana e inmediatamente los dos intentan voltear la carreta, Keiko hace un esfuerzo para sostener el vehículo con su brazo malherido y gime de dolor tras terminar de enderezar la carreta que por fortuna no había sufrido ningún daño.
--¡Recuéstate un rato y cuida a Jana, yo intentare buscar un poco de agua, toda la que traíamos se derramo!—Le Decía el joven Guardián a Keiko después de subir a Jana a la carreta.
Lux camino unos pocos metros en búsqueda de agua, había visto un riachuelo que pasaba cerca de la aldea, los ojos del Guardián estaban llenos de asombro al levantar su mirada y ver el humo. Sabía que la aldea había desaparecido, que todos los Caremos de Runelia estaban muertos, no podía concebir la idea de que hombres, mujeres y niños inocentes habían sido exterminados por una Diosa caprichosa. La rabia y la culpa le crecía en el estómago, él sabía que parte de eso era por su culpa, su presencia en Carema había despertado la ira de los Caídos y sabía que esa aldea no sería la primera y la ultima en verse afectada por esta guerra. Umbra lo guio hasta el arroyo y lleno varios jarrones de agua fresca, además en el camino recogió varias plantas que estaba seguro que servirían para curar sus heridas ya que Lux era un gran conocedor de la herbolaria.
Al llegar de nuevo a la carreta notaba que su compañera aún seguía inconsciente y que Keiko gemía de dolor. Busco unos tazones que estaban esparcidos por el lugar hecho varios ramilletes de hierbas y un poco de agua y haciendo uso de una roca trituro aquellas hojas hasta hacer una pasta que sirvió de ungüento para aliviar el dolor y la hinchazón de sus heridas. Como pudo poco a poco recogió todas las pertenencias que llevaban incluyendo el pesado baúl de Jana.
--¡Lux no puedo andar a caballo, mi brazo esta muy herido y no voy a poder llevar las riendas de Dobitak, debes hacerlo tú!—Le dice Keiko mientras bebe un poco de agua.
--¡Pero yo jamás he montado a caballo, no sé cómo hacerlo!—
--¡El es un buen caballo, solo síguelo y déjate llevar, sacude un poco las riendas para que corra y tira de ellas para que se detenga y aminore el paso, es muy fácil!—
Ató con fuerza las correas de la carreta a Dobitak y con un poco de temor y dudas Lux hace un esfuerzo para subir al lomo del caballo, una vez sobre él y visualizando la carreta dándose cuenta de que Keiko, Jana y Umbra estaban bien se disponía a salir de ese lugar, saco el mapa del Dominio Wolferclowen lo detallo por un segundo, lo guardo de nuevo y tragando un poco de saliva sacudió las riendas y con un grito de ¡Arre!, el corcel y sus ocupantes emprendieron de nuevo la marcha dejando atrás a la devastada aldea de Runelia.
Después de varias horas montando a Dobitak y conduciendo la carreta mientras los heridos Jana y Keiko dormían un poco, Lux aminoro el paso mientras seguía pensando en lo que había ocurrido en Runelia, Hera y Eris habían hecho que sus compañeros actuaran y dijeran palabras llenas de ofensa y convirtieron a los ciudadanos de esa aldea en unos seres oscuros y sin conciencia, pensaba que tal vez no podría con esta misión, pero era la única manera de volver a su casa con Mina y sus tres hijos.