Tal vez estaba exagerando, Evan se había portado muy bien conmigo ayer. Y algo me decía que era inofensivo.
—Te escucho—dije aunque seguía manteniendo una distancia prudente entre nosotros.
—Ven al laboratorio conmigo, será mejor si te lo muestro.
Él salió de la habitación primero, la cual no había tenido tiempo de explorar.
Cuando entramos al laboratorio, noté una pizarra en una de las paredes y una máquina como la que se utiliza en las pruebas.
—¿Sabes cómo funciona la máquina que decide si eres de Lux o Noctis?—cuestionó Evan.
—En realidad no, se supone que es algo que sólo pocos saben.
—Pero, ¿Sabes que nadie es completamente Lux y nadie completamente Noctis?—me preguntó, asentí con la cabeza, mi profesor de historia siempre nos lo había dicho.
《Nuestra naturaleza es una mezcla de energías, estamos conectados a las energías de ambos de Lux y Noctis pero todos están conectados más a un lado que al otro, por eso influye en nuestra personalidad.
La máquina analiza que energía predomina en la persona.》
—Entiendo, eso significa que aunque seas de Noctis también puedes controlar la luz pero en menor medida—concluí.
—Exacto—contestó emocionado.
—¿Qué tiene que ver con que querías clavarme una aguja?
—Todo, existen porcentajes, soy aproximadamente un setenta y cinco por ciento de Noctis y un veinticinco por ciento de Lux como la mayoría pero tú—dijo pero callo abruptamente como si no supiera como decirlo, le hice un gesto indicandole que siguiera.
—¿Yo qué?
—Tú eres cien por ciento de Noctis—terminó, parecía asustado por mi reacción—.Pero también eres cien por ciento de Lux.
Empecé a reír inevitablemente, eso no tenía sentido.
—No tiene ningún sentido.
—Si lo tiene, por eso cuando pasaste por la máquina no había ningún resultado hasta que volviste a colocar el dedo—explicó, al ver que no entendía siguió hablando—.Cuando volviste a colocar el dedo sabías que algo iba mal, fuiste inteligente, una cualidad de Noctis.
—Eso hizo que predominará en mí la energía de Noctis.
Aunque me asustaba tenía que admitir que tenía sentido pero tenía demasiadas preguntas.
—¿Cómo sabes lo de las energías? ¿Cuántos años tienes? ¿Qué estudias?—solté todas las preguntas que tenía.
—Tengo dieciocho cumpliré diecinueve este año, estudio medicina y se lo de las energías porque he estado haciendo investigaciones con mi hermana—contestó ordenadamente a todas mis preguntas—.Creo que eres lo que estábamos buscando.
—Tengo que salir de aquí—dije apresuradamente y está vez si me dejo salir.
Baje las escaleras y gracias al tour de anoche recordé la salida, por suerte no me topé con nadie en el camino.
Sólo quería estar sola por un momento, lejos de agujas y energías. Me dirigí al patio, tenía un aspecto terrible lo sabía, acababa de levantarme, no había tenido tiempo de arreglarme.
Logré ver a la distancia que habían dos chicos y una chica sentados conversando en el jardín. Decidí que lo mejor era volver a mi habitación.
—Muy tarde, ya te vimos—dijo uno de los chicos, tenía ojos marrón oscuro y pelo negro lacio parecía ser la persona alegre del grupo.
—No quería ser maleducada, sólo que mi aspecto es un desastre en este momento—me disculpe.
—Tranquila, entendemos que es complicado adaptarse, me llamó Lucas—se presentó.
—Soy Thea, llegué ayer—dije.
—Si lo sabemos, perdón por no haberte dado la bienvenida ayer, soy Carlos—se presentó el otro chico, tiene ojos azules encantadores y una sonrisa torcida que lo hacía ver como alguien amable.
—Y yo soy Rachel, un gusto—dijo por último una chica bastante bajita con un pelo negro impresionantemente largo y unos ojos café claro.
Me di cuenta que los tres vestían pijamas y no parecían arreglados, aún así me sentía bastante incómoda de que mi primera presentación con ellos sea estando desaliñada.
—Tengo que volver adentro para hablar con Evan—dije como excusa para poder salir de allí.
—Nos vemos—me despidió Rachel.
Trote hacia la casa, abrí la puerta y entré. La Casa de Estudios está alejada del centro de la ciudad, así que es un lugar tranquilo.
—¿Al fin podremos hablar sin empujones y sin que salgas corriendo?—pregunta Evan con una sonrisa.
—De hecho iba correr ahora mismo—conteste con una sonrisa.
—Llamé a mi hermana, viene para acá pero con tantas personas yendo y viniendo tardará en venir.
Me daría tiempo de cambiarme y arreglarme antes de saludarla.
—Ella tiene la misma teoría que yo pero ella te ha estudiado más de lo que yo lo he hecho—continúo hablando.
No entendía una palabra de lo que decía y aunque lo que explicaba de las energías y de mi prueba tenían sentido seguía sin ser algo normal.
—Bien pero es lo último que escucho sobre teorías y cosas raras—contesté tajante y empecé a subir hacia la que a partir de ahora es mi habitación.
Cuando al fin llegué, noté todo lo que no había podido observar a detalle anoche, había una cama matrimonial con sábanas de color café, una mesa de noche y un armario grande con espacio suficiente para mi ropa, también tenía un espejo de cuerpo completo en una de sus puertas.
Ordené mi ropa en el armario dejando a un lado mi maleta, me cambié de ropa y peine, aún mantenía la ropa del día de ayer, un uniforme gris. El intermedio entre luz y oscuridad.
Me coloqué ropa casual y bajé al primer piso, recordé que no había comido nada desde que desperté, eran las diez de la mañana.
—Así que tú eres la persona que estábamos buscando—dijo una chica, que estaba de espaldas preparando algo en la cocina.
Se dio la vuelta y observe que compartía un parecido con Evan, era un poco más baja y su pelo de un tono más claro pero sus ojos eran del mismo tono y ambos parecían irradiar un aura de serenidad.
—Si te lo preguntas somos mellizos, come, mi hermano me contó lo que sucedió así que supongo que no has desayunado—dijo colocando un plato de comida frente a mí.