Llegó el día donde todo se resolvería. Las espadas doradas estaban a solo dos peleas.
François y Fred estaban relajados, al igual que Brahma y Hari. El día estaba soleado, con una temperatura agradable, sin brisas. Los ancianos habían llevado a cabo el ritual del Árbol Sagrado, antes de que comiencen los combates. El aire estaba impregnado de diferentes olores, como si se hubieran colocado velas aromáticas por todo el Templo.
El Anciano Mayor llamó a todos para concentrarse en las inmediaciones del campo de batalla.
Brahma y Hari hicieron un saludo de respeto, al que Fred y Françios respondieron cortésmente. Ellos eligieron las espadas jian, un tipo de espada china de hoja recta. Moderadamente larga, de doble filo y prácticamente sin cruz, viene siendo empleada históricamente desde el II milenio a. C. Los jian son blandidos a una mano generalmente.
François eligió la rapière (la ropera), una espada conocida en español como la espada cazoleta. Tiene sus orígenes en España,teniendo su momento de esplendor entre 1525 y 1676. En simples rasgos se trata de una espada de hoja recta y larga, esgrimida a una mano.Por otra parte, Fred eligió una espada vikinga, caracterizada por tener una hoja más gruesa en la zona del puño, que se iba estrechando hacia la punta, de alrededor de 90 cm de larga, recta de doble filo y con una empuñadura corta, con el pomo lobulado o triangular, y era portada por una mano (dejando libre la otra para el escudo).
La Gran Campana, luego de recibir un golpe, dio la señal de inicio del combate. Brahma se acercó a François, y chocó su espada jian con la rapière de François. Por otro lado, Hari comenzó a pelear contra Fred. Todos estaban pendientes a la lucha y no había ni un solo sonido que no sea el de las espadas chocando. Brahma golpeó a François con un giro Bandal Chagui, golpeándolo contra el muro. Sin embargo, François se puso de pie y contraatacó con un nakochagui con giro (el golpe consiste en girar 360° el eje corporal y elevar la pierna hábil, dándole una trayectoria circular). Brahma trastabillo y cayó al suelo. François logró pisar la jian y apuntó con su espada cazoleta al joven Brahma.
Mientras tanto, Fred esquivaba numerosas patadas hacia atrás con giro. Eso le dió tiempo suficiente para tomar un escudo y correr directamente hacia Hari, lanzándolo contra el muro. Hari se levantó e intentó hacer un golpe llamado modumbal chagui (patada en salto con los dos pies juntos) pero Fred frenó el ataque con el escudo, haciendo caer a Hari y venciéndolo.
Habían ganado la batalla final. El Anciano se estaba por preparar para la batalla, pero algo insólito ocurrió. Las espadas se iluminaron y su brillo apuntó a los recién ganadores. Eso no había ocurrido desde hacía 2000 años. El Anciano interpretó eso como una señal mística indicando a los nuevos portadores por derecho de las espadas doradas.
El Anciano se acercó a la multitud para el nombramiento.
-Tras una revelación de las espadas sagradas, hemos decidido entregar el poder de los Guerreros Dorados a François Delacroix y a Friedrich Mikkelsen, quienes protegerán y servirán como dignos guerreros de luz, ante toda adversidad que el mal pueda traer consigo, hasta el día de su muerte- dijo el Anciano, indicando que acerquen las espadas. -Ahora, mis queridos guerreros, haran el juramento: ¿Juran proteger la luz y todo lo que reside en ella; juran proteger a los inocentes y seres de luz de aquellos seres malignos de oscuridad que solo desean caos y destrucción; juran cumplir honorablemente su función de guerreros dorados hasta el día de su muerte?
-Lo juró, Anciano Mayor- respondió François.
-Lo juro- contestó Fred.
-Siendo así, les entregó las espadas doradas y la responsabilidad de llevarlas. Dejen que la sabiduría y la honestidad guien su camino- concluyo. El Anciano entrego cada espada. Fred y François unieron las puntas de las espadas y ambas comenzaron a brillar intensamente, iluminando hacia todas direcciones. Al final, tanto Fred como François portaban armaduras doradas y una misión: proteger la Luz.
Mientras tanto en París…
-Lo siento… lo puedo sentir… Hay nuevos guerreros dorados- dijo Damien tocando su antebrazo, mientras bebía whiskey.
-¿Cuales son las órdenes, señor? - indagó un súbdito.
-Atacaremos ese maldito Templo y obtendré lo que por derecho me pertenece- respondió, riendo frívolamente. - No me importa cuanto cueste, obtendré lo que quiero y esos inexpertos guerreros no podrán hacer nada para evitarlo. El caos reinará, y los llamaré a los seres del cielo, para que se unan a mi causa y conquistemos la Tierra. El caos reinará y un nuevo mundo comenzará.
Continuará en Guerreros Dorados: LA SERIE