AMIR.
-Yo amo a su hija, porque no puedo...
-Debiste haberlo dicho antes Shagen, ahora es tarde. Amira está comprometida ahora, y tu estas casado CON SU HERMANA, que pretendes que haga.
-Me quiero casar con ella...- niego.
-No harás tal cosa- me levanto- ahora te pido que te marches- le señalo la puerta- voy a omitir esto, no le diré nada a Ranish de esta barbaridad, ni siquiera a tus padres.
-Por favor, se lo ruego. Déjeme casarme con...
-No Shagen. Debiste haberlo pensado antes, Ranish jamás permitiría que te cases con su hermana, sabes el gran problema que causarías. Ranish se resentiría con Amira, incluso tendríamos problemas con el Emir por casar a su prometida con el esposo de su gemela, es una locura Shagen, una locura que no llegara a cabo, ahora márchate.
El joven muchacho me mira receloso por mi respuesta, lo veo marcharse, paso mis manos por mi corto cabello, como puede ser posible "como pudo haber pasado".
Salgo de mi despacho, en busca de mi hija, cuando me encuentro a mi Rhania en el camino. Ella se coloca nerviosa al verme. Y es cuando supe que lo sabía. Cierro mis ojos para no explotar de rabia.
-Porque nunca me lo dijiste- le pregunto.
-Son los secretos de nuestra hija, y yo soy su madre, por lo que decidí callar.
Abro mis ojos y la miro furioso- ¡Pero también es MI HIJA! Debiste habérmelo contado Rhania.
-Y QUE QUERIAS, QUE AMIRA DEJARA DE CONFIAR EN MI, eso jamás pasaría- recalca.
-PARA LA PROXIMA QUE ME OCULTES ALGO...
-¿QUE? Que harás- me enfrenta, tenía tiempo que no discutía con mi zawja, y por un momento me sentí mal por ello.
-Ella se casa con Selim, y eso ni tu ni Shagen podrán evitarlo- murmuro.
-Lo sé. Pero eso no quiere decir que no me duela a sobremanera lo infeliz que será- la veo dar media vuelta e irse. Después pensare la manera de contentarla de nuevo, sé que ahora debe estar odiándome por haberle gritado.
Subo las escaleras y me encamino a la habitación de Amira, pero como ya sabía no está allí, así que decido buscarla en la biblioteca.
Como siempre, está cerca del ventanal leyendo uno de eso libros románticos que Rhania suele comprarle, se lo he pedido una y mil veces, de que deje de regalarle ese tipo de cosas, en nuestro mundo las cosas son diferentes.
-Amira, necesito hablar contigo.
-¿Pasa algo?- pregunta, sorprendida por mi intromisión.
-Sígueme a mi despacho ¡ahora!- refuto con seriedad, la veo levantarse de prisa y marcar la página de su libro, ella lo deja en la mesilla para luego seguirme a mi despacho. Cuando llegamos la hago sentarse, igual hago lo mismo tras de mi escritorio- Ahora cuéntame, ¿Por qué nunca me dijiste sobre tu romance con Shagen Addel? – le pregunto.
Sus ojos se entre abren y empieza a mover sus manos nerviosa, niega- de que ha...
-No te permitiré que me lo niegues, ni que te hagas la desentendida Amira.
-Padre...
-Siempre te he considerado la mejor de mis hijas, y realmente saber que Mi hija ha tenido un romance con el prometido de su hermana me ha decepcionado a sobremanera.
-Yo lo amo padre...
-Leer esas estúpidas novelas te ha quemado el cerebro, no permitiré esa falta tuya de omitir las reglas.
-No me casare...- empieza a negar, me levanto bruscamente, la miro con seriedad.
-Si lo aras- respondo, sus bellos ojos empiezan a cristalizarse- yo soy el hombre de esta casa, tu padre, y te casaras con Selim aunque tenga que amarrarte Amira, me estas E-N-T-E-N-D-I-E-N-D-O.
Ella se levanta con brusquedad, haciendo que la silla caiga al piso, sus enormes ojos me miran recelosa, y dolió con el infierno saber que ese odio va hacia mí.
-¡Primero me mato antes de casarme con él!- refuta para luego salir huyendo del despacho. Voy tras de ella- ¡AMIRA VEN ACÁ!- no para de correr, pero cuando llego a las escaleras, decido darle su espacio, paso mis manos por mi rostro, cansado, ya estoy muy viejo, y en parte me rompe el corazón ver a mi hija sufrir.
Sé que no debería tener preferencias, pero Amira siempre fue mi hijita más adorada. Su manera de ser siempre me ha hecho amarla un poco más que los demás. A diferencia de Rhania, ella siempre vería diferente a Asim, ya que la hace recordar a nuestra hija muerta.
Aunque nosotros le dimos amor a nuestros hijos por igual, y al pasar lo años, supimos la manera de cómo mantener estable nuestra familia.
Me volteo, al sentir una mirada puesta en mí, me tenso al ver la esposa de mi hijo Asim- Perla, disculpa los gritos- me excuso.
-Está bien señor, no hay problema, esta es su casa- responde, yo solo asiento y decido marcharme, hoy será un día agotador.
Unas horas después, estoy leyendo unos documentos, cuando la imagen de mi mujer llega a mi mente. Recuerdos de aquella noche en donde se entregó a mí, en donde a pesar de odiarme, no se negó al deseo que yo le proporcionaría ese día. Sonrió, ella se veía esplendida con aquel vestido blanco, a pesar de que carecía de alegría.
Yo siempre acepte que mi mujer fuera lo que fuera, auténticamente desafiante, ella es hermosa tanto internamente como físicamente, a pesar de no confiar en mí, me dejo enamorarla, me dejo amarla ese día, y todos los días de nuestras vidas.
Hemos pasado por tanto en este mundo, que ni siquiera sabría por dónde empezar.
-¡BABA!- me sobresalto al escuchar los gritos de mi pequeña Jadika, la miro con el ceño fruncido.
-Que pasa...- pregunto, ella entra sonriente.
-Me podrías regalar estas patinetas, anda baba no seas malito, regálame la patineta- ella deja mostrar sus blanquecinos dientes, con una sonrisa enorme- porfis...- veo la revista, unos patines rosas y negro de cuatro ruedas está plagado en el papel, veo el precio y me encojo de hombros, no tengo ningún problema de que los tenga, el dinero es lo de menos, pero primero tendría que consultarlo con Rhania.
Editado: 26.08.2020