Habibi

Capítulo 20: Número Desconocido

- Yo no te metí en la cárcel. ¡La policía lo hizo porque traficabas drogas con tu amante!  
No sabía que estaba gritando hasta que noto como se queja mi garganta, Odín sale de algún lugar cabeceando mis piernas llamando mi atención y lo acaricio buscando que su suave pelaje me tranquilice del todo. 
Mi padre carcajea, pero logro escuchar murmullos junto a él. 
- Es evidente que dejas las partes que te implican de tu versión por fuera. -maldijo a alguien cerca a él antes de continuar- estoy pagando una condena ridículamente larga porque tú disidiste jugar a tener grandes sueños y te metiste dónde nadie te necesitaba.  
Aquello me deja sin aire. No sabía que alguien que se supone debe protegerte me llama desde su celda solo para recriminarme haberlo encontrado en casa de su amante rodeado de drogas. 
- No te atrevas a llamarme nunca más maldito hijo de puta -me atrevo decir con voz temblorosa- no tienes el derecho de molestarme.  
Él vuelve a reír y es molesto. 
- No puedes hacer nada, absolutamente nada. -Gruñe- que sepas que espero que vengas a visitarme a traerme algo de dinero pequeña idiota o te seguiré llamando hasta que te veas obligaba a verme la cara. 
La respiración se me corta y detengo la mano que acariciaba a Odín. 
- Iré a la policía y mostraré esta llamada. -Sentencio. 
- Hazlo. Sal corriendo ahora mismo y avísales que el reo que les brinda las drogas está demandando una pequeña visita de su hija. 
No puedo escucharlo más y tiro el celular lejos de mí, escuchando solo cuando golpea contra algo entre la oscuridad y jadeo, lloro con fuerza sintiendo como la pequeña opresión en mi pecho se incrementa en segundos, sintiéndome observada e indefensa. 
Vuelvo a tener trece años, pero está vez mamá no está cerca. 
Maldita sea. 
Maldito sea  
Sollozo con fuerza en la mitad de la oscuridad temiendo que el celular vuelva a sonar y sea la desagradable y amarga voz de mi padre por un largo tiempo hasta que finalmente quedó sin más lágrimas que derramar. 
Para entonces son poco más de las cuatro de la mañana y el sonido de los autos que pasan esporádicamente por la calle me hacen saber que las jornadas laborales empiezan pronto. 
No creo que pueda llegar a trabajar. 
No cuando me la he pasado llorando toda la madrugada. 
Suspiro y me levanto sin molestarme en encender las luces y me dirijo al baño para lavarme la cara, no quiero ver el desastre de ojos hinchados y rojos que me va a regresar mirada en el espejo.  
No quiero que las náuseas que pululan en la boca del estómago se transformen en un vómito matutino. 
Regreso a la habitación solo para ponerme ropa más abrigada y unos zapatos cerrados. Necesito asegurarme que no tendré problemas por faltar al trabajo y más importante que la ligereza que siento en mi cuerpo no sea nada preocupante, así que tomo mis cosas excepto el celular y salgo dejándole suficiente agua y comida a Odín para poder dirigirme a urgencias. 


Cuando finalmente llegó son las cinco y treinta de la mañana, los primeros rayos de luz bañan la estancia y los sonidos amortiguados de los teléfonos sonando me mantienen despierta incluso más que la evidente y molesta prisa de la sala de  urgencias. 
El personal medido corre de un lado a otro mientras miro con ojos cansados como nadie se acerca a siguiera tomar mis signos vitales.  
¿Acaso debo estar muriendo para ser atendida? 
Al final un enfermero se apiada de mi y me ayuda con el papeleo para poder atenderme, al entrar a los consultorios compartidos me hace sentarme para tomar mi presión arterial, temperatura y escuchar mi corazón. 
- ¿Por qué decidiste ingresar a urgencias? 
Inquiere monótono pero amable. 
- Tengo muchas náuseas, me siento débil, como si me fuese a desmayar en cualquier momento. 
Asiente mirando el tensiómetro arrugando un poco los labios. 
- Tu presión arterial está más baja de lo que debería, ¿algún antecedente de hipotensión en tu familia? 
Niego demasiado cansada para hablar. 
- ¿Ha sucedido algo que te haya causado demasiado estrés en las últimas horas? 
Asiento. 
El enfermero me mira comprensivo y vuelve a asentir quitándome todos los aparatos de encima. 
- Lo normal cuando sometemos el cuerpo  a altos niveles de estrés es que la presión se suba, la tuya ha bajado drásticamente y aunque es poco frecuente puede ocurrir. Lo que podemos hacer es dejarte un tiempo en observación, para monitorear la evolución de tus síntomas. Te daré algunos medicamentos y algo de comer ¿Te parece?  
Vuelvo a asentir. 
Carraspeo. 
- Tengo que trabajar a las ocho. 
Musito solo para recibir una sonrisa condescendiente por parte del enfermero. 
- No puedo dejarte ir a trabajar en este estado, emitiré tus incapacidades para que puedas faltar sin problemas al trabajo. 
Vale. 
Hipotensión emocional. 
Genial. 
Cuando el enfermero se retira suspiro con fuerza y me recuesto en la camilla donde me encuentro, sintiendo demasiado frío para mí gusto y al haber dejado el celular en casa a propósito no creo poder avisarle a nadie donde me encuentro. 
Pero si no hay nadie aparte de Lily de recursos humanos que pueda interesarle mi ausencia tan temprano. 
Hmmm. 
Aparto ese pensamiento de mi cabeza con un manotón porque sé que es solo mi ansiedad diciendo estupideces para hundirme en la miseria e intento dormir un poco, pero luego de los minutos abro los ojos molesta conmigo al no ser capaz de hacerlo.  
- ¿Primera vez en urgencias? 
Miro a mi izquierda en dónde una chica unos de cabello rizado y gafas rosas me mira amable. Yo solo puedo negar con la cabeza. 
- Primera vez en un largo tiempo -corrijo. 
Ella ríe un poco apartando los rizos de su línea de visión. 
- Me pasa igual, nunca me acostumbro es horrible ¿No crees?  
Bufó recostando mi cabeza en el espaldar de mi asiento. 
- Una mierda. -Aseguro- ¿Por qué estás aquí?  
Pregunto solo para distraerme. 
Ella suspira y muestra su brazo izquierdo en dónde hay una intravenosa. 
- Intoxicación. Me estoy hidratando. ¿Tú? 
- Hipotensión. Vaya mierda eh 
Ella ríe y asiente. 
- Ni que lo digas. 
Luego de eso el enfermero regresa a mi con lo que parece zumo de fruta natural y algunos hojaldres que de hecho se ven apetitosos. 
¿No que la comida de hospital parece play doh? 
Agradezco cuando me entrega todo. 
- Regresaré en media hora para volver a tomar tu presión. 
Y dicho esto se aleja volviéndome a dejar a solas con mi compañera cabello rizado.  

*** 

Al llegar a casa a eso de las dos de la tarde noto a Ethan sentado con la espalda pegada a la puerta, no quiero alegrarme al verlo, no quiero sentir el pequeño aire de alivio, pero lo hago. 
Y no me gusta. 
Cuando entro en su rango de visión se incorpora limpiando sus manos con gesto cansado. 
¿Hace cuánto tiempo está aquí? 
- Bonita. 
Oh. 
Mierda. 
- Hola Ethan. ¿Cuánto tiempo llevas aquí?  
No quiero sonar acusadora y creo que lo logro, lo que parece que no puedo evitar es el cansancio en mi voz. 
Ethan se encoge me hombros retirando el bolso de mis manos y haciéndome espacio para poder entrar a la casa. 
- Unas cuantas horas, ¿Está todo bien contigo? 
Hmmm. 
- Estoy mejor, si. 
Abro la puerta dejándolo pasar viendo como toma a Odín en brazos y lo llena de besos.  
Cierro detrás de mi suspirando con fuerza. 
- Alguien de tu trabajo llamó a Rose porque no contestabas el teléfono, Rose siendo quien es me ha mandado para ver qué pasaba porque tampoco le respondías a ella. 
Oh. 
Me dejo caer en el sofá cerrando los ojos intentándome  relajar y solo puedo escuchar a Ethan moverse por el lugar y al gato siguiéndolo hasta que escucho el inconfundible sonido de las croquetas siendo servidas. 
- He tenido una urgencia médica -comento luego de un tiempo- al parecer sufro de hipotensión emotiva o algo así. He dejado el celular no fue mi intención preocupar a Rose, o a ti. 
El silencio de Ethan me hace abrir los ojos notándolo a pocos sentimientos de mi con el ceño fruncido. 
- Siempre te pasa o ¿es primera vez?  
- Primera vez en mucho tiempo. 
Admito. 
Ethan asiente y deja todo lo del gato a un lado para regresar a la cocina por un vaso de agua, noto el celular en su mano libre cuando escribe  frenéticamente. 
Al entregarme el vaso rodea el sofá levantando mis piernas lo suficientes para sentarse y dejarlas descansar sobre las suyas con familiaridad. 
- He pedido algo de comer porque asumí que no has almorzado y pues le he mandado un texto rápido a Rose afirmando que todo está bien, espero no te moleste. 
No lo hace. 
Agradezco sincera mirándolo y sonriendo un poco, pero antes de que pueda decir algo el celular empieza a sonar desde algún lugar de mi habitación. Cuando Ethan empieza a levantarse a buscarlo lo sigo con rapidez mareando me un poco con el movimiento, pero logro detenerlo. 
- Deja que suene. 
Suplico. 
- Puede ser Rose o alguien de tu trabajo. 
Tiene razón, pero solo puedo pensar en mi padre. 
- Luego me encargo -aseguro- solo déjalo sonar. 
El chico a mi lado no es estúpido, sabe que algo está pasando, pero decide sabiamente regresar a su puesto. En vez de cuestionarme se deshace de mis zapatos y masajes perezosamente mis pies sobre las medias. Y, aunque debería detenerlo, no lo hago, porque extraño que alguien cuide de mi. 
- Gracias. -Musito sin apartar la mirada. Él me regala una media sonrisa y como respuesta solo obtengo un tirón en los dedos de mis pies.  
La comida llega evitando que nuestra conversación siga y aprovecho para para quedar sola unos minutos que uso sabiamente para caminar al baño y hacer uso del mismo, caminando luego a la habitación para abrir las persianas y mirar el celular desde mi posición. 
Mirar no va a matarme, ¿Verdad?  
Lo tomo notando inmediatamente la enorme grieta que atraviesa la pantalla, pero me alivia medianamente que todavía sea funcional. Al desbloquearlo veo diez llamadas perdidas de Lily y otras quince de Rose. Aliviada de no ver más llamadas del número desconocido regreso a la sala con el celular para tomar rápidamente un par de fotos de las incapacidades medicas y poder mandársela a recursos humanos junto con una pequeña disculpa. 
Luego de eso vuelvo a acostarme en el sofá. 
- Aquí tienes bonita. 
Ethan regresa con un humeante plato de lasaña y un vaso de refresco dejándolo en mi regazo para ir por el suyo. 
- Rose te ha obligado a echarme un ojo otra vez. -comento antes de dejar salir un pequeño gemido de placer por el delicioso sabor de la comida.  
Ethan ríe un poco tras sentarse a mi lado y vuelve a encogerse de hombros. 
- Le ha dicho a Rami, de hecho. -Admite empezando a comer- pero lo he persuadido para venir yo.  
Nuestras miradas se encuentran rápidamente antes de regresar la mía a mi comida. 
Sé que tenemos cosas serias de las que hablar, y que tiene novia. Pero estar así como amigos que disfrutan de los minutos de silencio es realmente agradable. Espero que piense lo mismo, al menos mientras esté aquí. 
- A veces creo que Rose quiere ponerme niñeras -admito sin dejar de comer- No me pare… 
- Creo que solo se preocupa por ti -interrumpe con buen tono- sé que son muy buenas amigas y reconectaron cuando regresaste a este lugar. Hey ella me contó -levanta sus manos al mirarlo con los ojos cerrados- en todo caso, me parece tierno, que alguien se preocupe así por ti. 
Intento detener la pregunta que amenaza con reventar mis mejillas, pero la imperiosa imprudencia que me carcome logra su victoria. 
- ¿Pilar no lo hace? 
Estúpida. 
El tenedor de Ethan queda suspendido a centímetros de sus labios antes de ser dejado en el plato nuevamente. Ethan frunce el ceño y antes de que pueda hablar empiezo a disculparme. No es de mi incumbencia. 
- No debes responder eso, no… 
- Pilar y yo no estamos juntos -interrumpe nuevamente. 
¿Alivio? 
No puedo estar aliviada porque el chico a mi lado haya terminado con su novia. 
Eso me hace una mierda de persona. 
- Lo siento. 
Vuelvo a disculparme sin saber realmente que decir y callo mis pensamientos con el frío que sube al beber del refresco. 
¿Cómo recupero la conversación de esto? 
El celular vuelve a sonar. 
Es un número desconocido. 
Oh, no. 
- ¿En serio no contestarás? -Inquiere con cejas enarcadas- Quien quiera que sea tiene una urgencia de hablar contigo. 
- Es un número desconocido, no confío en esos. 
Aseguro. 
- Puedo contestar yo si con eso el aparato se calma por un rato. 
- No es necesario -Aseguro. 
El celular sigue sonando. Obligándome a apagarlo, pero cuando lo tomo para hacerlo la mano de Ethan lo toma con un suspiro y contesta. 
Oh, mierda. 
Esto se va a poner mal. 
Muy mal. 

 



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Editado: 05.08.2022

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