Habitad

1. Catrina y Giulia

Sujete mi cabello en una coleta alta antes de tomar a Giulia en mis brazos, esta recuesta su pequeña cabeza en mi hombro mientras le doy breves palmadas en la espalda

Sujete mi cabello en una coleta alta antes de tomar a Giulia en mis brazos, esta recuesta su pequeña cabeza en mi hombro mientras le doy breves palmadas en la espalda. Es una niña tranquila y estoy bastante agradecida que así sea.

- Catrina, tienes una hora para salir de casa e ir al colegio- gruño ante las palabras de mi madre.

- No quiero ir, mamá- dije volviendo a colocar a Giulia en la cama- Sabes como me tratan allí

- Lo sé, cariño- está se acerca a mi dándome un pequeño beso en la frente- Falta poco para que termine la tortura, solo un mes.

- Esta bien - me resigne, me giré hacia la pequeña niña quien intentaba chuparse el dedo del pie. Esta me sonríe, alegrando mi día y dándome fuerzas- Mamá tiene que irse, bebe - dije acercándome a ella y llenándola de besos, logrando que soltara una carcajada - Deje de mi leche en la heladera en caso de que le dé hambre - sonreí colgando mi mochila en un hombro.

- Mucho cuidado - oí a mi madre gritar desde mi habitación.

Para mi, esto de ir al colegio era una verdadera tortura. Desde mi embarazo solamente escuchaba burlas, insultos y constantes comentarios malosos, además de haber perdido a todos mis supuestos amigos. Subí al autobús evitando cruzar mirada con cualquiera que allí estuviera. Claro que aquello a nadie le importaba.

- Oye, ¿siempre tuviste esa cara de zorra o solamente te la pusiste hoy? - sujete con fuerza mi mochila.

Aquellas chicas eran estúpidas, tontas y unas malcriadas, sus acompañantes eran aún peores. Inhala. Exhala.

- Me pregunto si eso de ser una regalada corre por la sangre, pobre de tu hija si es así -mi paciencia llegó al límite. Gire mi cuerpo hacia Duston Traffer con rapidez, ahí estaba, el famoso bravucón.

- Saca a mi hija de tu asquerosa boca, si no quieres que te parta en dos- respondí furiosa.

- Miren nada más- dijo levantándose- La zorrita tiene voz - escuche la risa de su grupo al unísonos.

Se acercó a mi y con una mano apretó mi cara con fuerza, sin medir mis actos guíe mi mano con la mayor fuerza posible a su rostro logrando girarlo, generando un fuerte sonido al igual que un impacto considerablemente dañino, este me mira a los ojos con rabia.

- ¡Oigan! ¡Senta-os! - agradecí la autoridad del conductor en ese momento.

- De esta no te salvas, perra- gruñó en mi oído.

Todo en mi tembló. Sabía lo que se estaba por venir. De hecho, estaba segura de lo que me harían y aquello me aterró. Ese pensamiento lleno mi cuerpo de angustia. Pero aguantaría, saldría de eso con la cabeza en alto, como siempre lo hacía.

Me adentre cuidadosa a mi primera clase del día. Historia y geografía, era interesante pero al parecer solo para mi, pues era la única que prestaba atención.

- Buenos días, alumnos- saludó el viejo profesor Mathew- Listos para algo de conocimiento- el único ruido presente fue el de la goma de mascar recién explotada por un alumno en el fondo. La mirada del profesor cayó en mi, le sonreí apenada.

A lo largo de la clase el profesor hablo de incontable asuntos, para mi, sumamente interesantes. Desvíe mi mirada hacia la ventana por lo que serían los minutos más impactantes de mi vida. En ese mismo instante, lo que parecía ser una bomba explotó a metros del instituto, asustando a todos.

- Tranquilos muchachos - trató de calmar el profesor.

Nuevamente otra bomba explotó y personas aterrorizadas salieron corriendo de sus casas. Todos mirábamos por la ventana, algunos curiosos y otros, al igual que yo, con terror en los ojos.

Entonces, sucedió... Una mujer de apariencia sucia y desfachatada, salto encima de un hombre, el cual trataba de abrir su carro. Un gemido de angustia salió de mi garganta, parecía ser la única que lo había notado. Se lo estaba comiendo.

Por dios, ¿era aquello real? ¿Podría estar sucediendo de verdad?

- Alumnos, todos al gimnasio - sonó el altavoz- Repito, todos al gimnasio- la alarma de incendios se encendió.

Salimos con prisa de la clase. A pasos rápidos aseguro mi mochila a mi espalda, mientras mis manos temblaban, trataba de textear a mi madre. Solo ellas pasaban por mi mente. Al no estar prestando atención mi cuerpo chocó contra el pecho de Duston, quien traía una sonrisa cínica en sus labios.

- ¿Donde tan rápido, zorrita?- sentí mi corazón dejar de latir. Pésimo momento para ser desatenta, Catrina.

- Duston, no - dije dando pasos para atrás. Este dio uno hacia adelante tomándome de la remera y arrastrándome fuera del instituto, mis quejidos parecían no molestarle- Por favor, detente - pedí- Esta ocurriendo algo raro afuera. Debemos ir al gimnasio, entiende- suplique.

- Cállate - gruñó, empujó la puerta de emergencia y de un empujón me tiro hacia afuera.

En ese mismo instante un auto chocó contra un árbol cerca de allí. Ambos dirigimos nuestra atención hacia el, estaba vacío, sin conductor alguno. Mire a Duston quien abrió una sonrisa escalofriante.

- Veremos si es cierto que las cucarachas no mueren tan fácil - entonces volvió a adentrarse al colegio, escuche el pestillo de la puerta siendo bloqueado.

Camine rápido hacia la puerta tirando de ella. Por la pequeña ventanilla de cristal que está tenia podía ver aún su rostro, sus labios se movieron dándome a entender las palabras saliendo de ellas "Púdrete, perra" entonces desapareció. Nuevamente una bomba cayó bastante cerca del colegio. Lleve mis manos a la cabeza sin saber qué hacer, esto no podía estar pasándome.




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