Habitad

5. Bianca

Mi labial rojo estaba intacto

Mi labial rojo estaba intacto. Suspire girando mi cuerpo hacia mi cama donde me esperaban mis múltiples atuendos. Puaj, todos eran horribles.

- Mamá -grite- Mamá - asome mi cuerpo por el marco de la puerta- Reev, ¿has visto a mamá? - este negó con la cabeza volviendo a su oficio- Ahora, ¿Donde se habrá metido? - resignada volví a mi cuarto.

Bien, el conjunto de Louis Vuitton parecía ir con mi animo del día.

Me acerqué al bulto en el piso y le otorgué leves patadas. El gruñó molesto haciéndome girar los ojos, siempre me hacía lo mismo. En fin, Thomas era un idiota con el cual pasaba un buen rato y nada más, aunque no por elección suya.

- Ya levántate - está vez le di una patada algo más fuerte

- Mierda, Bianca - gruño- Eso dolió.

- Te dolerá más si no te vas ahora de mi casa - dije soltando la toalla que cubría mi cuerpo quedando solo en bragas. El suspiro levantándose y tomándome por detrás.

- ¿Como quieres que me vaya si te veo así? -susurró en mi oído.

Lo empuje con mi trasero, tome mi blusa colocándomela para luego pasar la pequeña falda a juego por mis piernas.

- No bromeo, Thomas - tome su ropa del piso y se la di- Tienes que irte - me cruce de brazos.

- Me encanta cuando eres mandona- me dio un beso casto en los labios para luego vestirse e irse por la ventana.

Abrí la puerta de mi habitación saliendo de esta como si nada hubiera pasado. Baje las escaleras, donde en la larga mesa de vidrio estaba mi madre leyendo algo en su celular.

- Buenos días, mamá- le di un beso en el cachete- Creí que ya te habías ido- dije llevando una uva a mi boca.

- Buenos días - me miro a través de sus lentes- Podrías invitar a Thomas a desayunar también - me atraganté con la fruta comenzando a toser- ¿Que? ¿Crees que no me daría cuenta? Te lleve nueve meses dentro mío, Bianca. No lo olvides - dijo volviendo a beber de su té mañanero.

- Ya lo sé- bufé. Agarre mi bolso que había olvidado abajo la otra noche y la colgué de mi hombro.

- ¿A donde vas?

- Iré al Shopping- me encogí de hombros- Ya sabes...

- Ten cuidado- gire mis ojos. Tomo mi antebrazo cuando pase cerca de ella- Te quiero aquí para las siete, tu padre vendrá a cenar - hablo con autoridad.

- ¿Que? ¿Repentinamente se acordó que tenía una familia? - la ironía en mi voz era notable. Mi madre apretó su agarre, lo que me hizo soltar un quejido.

- Bianca, no bromeó - la seriedad en su rostro era notable. Asentí, a lo que ella me soltó.

Mi padre era un tema delicado en esta casa, un hombre algo fuera de si. Subí al carro dándole la dirección del coche al chofer, estaba concentrada en mi móvil revisando los chismes de ese día. Genial, Lady Gaga en concierto. Tal vez logre conseguir los últimos boletos. Solté un gruñido, estaban agotados.

- Louie, ¿ya llegamos? -pregunte impaciente.

-Estamos a unos minutos, señorita - respondió mirando a través del retrovisor. Hice una mueca, odiaba esperar.

El carro se sacudió y muchas bocinas comenzaron a sonar, el alarma del carro también disparo. Asomo mi cabeza en medio de los asientos delanteros y puedo ver que el carro de adelante ha retrocedido, subiendo encima del capo del nuestro.

- Mierda -maldice Louie bajando del carro.

Camina hasta duelo del vehículo, este también desciende disculpándose varias veces. Una explosión se oye no muy lejos de donde estoy, me estremezco encogiéndome en mi lugar, Louie y el hombre ahora miran desconcertados hacia esa dirección, giró mi rostro para fijarme mejor y en cuestión de minutos un caos se desata al caer -lo que presumía era una bomba- por segunda vez.

Una marea de gente comenzó a pasar corriendo entre los autos, Louie intento regresar al carro pero a cada paso que daba la gente lo arrastraba hacia en frente, cuando al fin logro acercarse lo suficiente es derrumbado al piso por una persona. Me acerco a la ventana y lo que veo me deja helada, una mujer con ropa deportiva tenia sus dientes encajados en el rostro de Louie, tirando de su piel. Tapo mi boca de inmediato, encogiéndome aún más en mi lugar.

¿Que estaba sucediendo?

La gente no paraba de correr y ser derribadas por aquellas bestias, agarró mi celular y empiezo a marcar el número de mamá pero ella no contesta, hago lo mismo al teléfono fijo de la casa pero nadie contesta.

- ¡Puta mierda! -chille lanzando mi móvil al asiento.

Suelto un grito ahogado al ver como dos de esas cosas pegaban sus rostros al vidrio del carro, de manera violenta comienza a golpearlo y cada vez se va llenando de más y más criaturas. Me hago bolita en el piso del carro tratando de no hacer el más mínimo ruido, tal vez así crean que me fui.

Levante la cabeza cuando oí el leve crujido del vidrio, mi instinto de supervivencia hablo primero y apliqué algo que aprendí en una fiesta en Las Vegas. Traje el asiento trasero hacia delante y me metí en el maletero justo en el momento en el que se rompían las ventanas. Desesperada intento recordar como habían hecho mis amigos para abrir el porta bultos, metí el dedo en un agujero y ni siquiera sé qué apreté pero este abrió por completo.

Comencé a correr sin siquiera pensarlo, con lágrimas en los ojos, mis tacones quedaron olvidados en el camino. Podía oír los pasos y gruñidos detrás de mi, no sabía a donde ir, yo en realidad solo conocía shopping o tiendas y no creía que esos fueran buenos lugares para ir ahora.

Mis pies estaban llenos de lodo e incluso creo que se me incrustaron algunas cosas en el, la noche comenzaba a caer y el terror que sentí era peor, no sabía donde estaba ni a donde ir.




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