Hades Black.
La noche es oscura mientras viajo en mi viejo ferrari, mis dedos aprisionan con fuerza el cuero del volante, ya se habían terminado mis vacaciones, era entretenido ver a los mortales preocuparse por cada minuto que pasa en sus insignificantes vidas; Me detengo en un semáforo que anuncia un color rojo chillante. Ya tenía preparado mi loft en aquel edificio de espejos que anunciaban un letrero luminoso: "Empresas Black" me había gustado ese apellido, así que se había convertido en una parte de mi aquí en la tierra.
Tamboleo mis dedos en el cuero mientras lanzo una mirada a la luz roja, suelto un guiño y la luz cambia a verde, alcanzo a escuchar los claxon de los autos que no alcanzaron a llegar a pasar, es la frustración andante.
Suspiro. Un largo y frustrante suspiro.
¿Es qué no hay nada nuevo en este mundo que pueda tenerme entretenido? Entonces recuerdo a mis hermanos, bajaban a la tierra cuando estaban aburridos, había dejado en sus manos mi negocio en lo que terminaban mis vacaciones de diez años. Mucho para los mortales, para los dioses, solo eran unas semanas.
Suena el celular nuevo, había tenido que aprender todo acerca de la tecnología que habitaba en la tierra, algo frustrante, algo insignificante, ¿Para que tanta tecnología? ¿Acaso ya no existe el contacto entre ellos mismos y se han aburrido, y es el motivo por el cual ahora dependen ahora de eso? agito en negación mi cabeza, lanzo por la ventanilla el cacharro con pantalla grande y luego suelto un gruñido.
―Esto es absurdo.
Paso por un bar, recuerdo el sabor de la cerveza de barril, esa que escupe espuma, el como relaja mi cuerpo poco a poco, la sed crece, doy un breve movimiento con el volante y voy de regreso a aquel bar, me estaciono en la acera de enfrente y me ajusto mi camisa blanca de las muñecas y cruzo después de un cadillac, el portero con gorro de adolescente me sonríe amablemente al abrirme la puerta.
Entro, huelo a humo de cigarro, la banda toca en vivo, unas de los Beattles, la gente aplaude, yo solo quiero la barra y un gran tarro de cerveza bien fría. Llego y me siento en el banquillo, miro a mi alrededor, mucha gente joven y mayor, el tipo que atiende la barra se acerca a mí.
―¿Qué le sirvo?―pregunta mientras limpia un tarro con un trapo viejo. Frunzo mi frente, eso no es apropiado si quiere que compre algo, estoy a punto de negarme y pedir una botella, cuando veo a una hermosa mujer pasar a la barra y agacharse, me quedo quieto en espera a que salga de su escondite, al levantarse, sus mechones ondulados cubren su rostro, el tiempo se detiene por un momento, la miro detenidamente en como ella se mueve, como carga esa caja entre sus manos y la arruga que aparece en su pequeña y pálida frente. Una un gorro de cocinero, así que es deducible en que área trabaja. El ruido regresa a mi, el tipo está esperando mi pedido.
―Un tarro, pero lo lavas directo de la llave y lo secas con servilleta―él hombre muetra confusión y deja ver su reacción de sorpresa al por qué mi pedido, se pone nervioso y se va a traerme la cerveza, lanzo una mirada con curiosidad por donde ha desaparecido la mujer de cabellos rojos.
El tarro llega, pero no ella.
Entonces despierta algo en mí, algo más que curiosidad, es un deseo...
Y Hades Balck,
Lo que quiere lo consigue.
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Editado: 18.09.2019