Capítulo 13 Incoming call
"Nos lamentaremos por esto... así que hagamos que valga la pena."
En la casa Russo, New York, domingo 04 de octubre, 2015.
Sentada en mi escritorio, mirando a la pared del fondo de mi cuarto y pensando en la sonrisa de Thomas; así estoy.
¿Puedo ser más patética?
Quizás, pero es mejor eso que estar en las otras situaciones que agobian mi cabeza. Prefiero pensar en él, que en que no sé si mis abuelos siquiera estaban vivos, en que mi mamá sabe de mis padres biológicos, pero no hace nada para ayudarme, el recital y mil cosas más.
Si regreso a pensar en Thomas me duele menos.
Él es el primer chico que me ha hecho esto. Siempre pensé que era lesbiana —de una manera no activa, porque tampoco sentía atracción por las chicas—, o asexual en un caso extremo.
Siempre supe que los chicos no eran lo mío. Porque eran Cross, Marlon, Hayes, Asher o Demien.
El que más me convencía era Demien, y era el interés recurrente de Clover. Asher es más como un tipo de gemelo en cuanto a amar el silencio. Y Hayes... Es un no. Solo eso. No creo que exista una chica tan tonta como para estar con él.
Pero Thomas, Thomas es diferente a todos. Todos tenían ese "alto" en mí. Menos él. Con él no lo siento. Puedo confesar que siento miedo de estar cayendo, aunque lo peor es que me dan ganas de caer. El pelinegro es diferente a todos ellos, y por más que traté de no pensar en él, aquí estaba... dibujando su cara en un gran cartón delgado.
No sé que haré con este panfleto. Pero no puedo dejarlo al aire, porque mi madre ya sabe que soy estúpida y me gustaba un chico llamado Thomas; lo segundo debido a lo primero.
La casa está demasiado vacía.
Cecile está callada en su cuarto, Louan y Cruise está en Venecia —siempre estaban allá, que es la sede principal de la cadena de restaurantes Russo. Su vida es así. Iban y venían, casi nunca duraban más de seis días seguidos en casa —y Porter seguro está con mamá.
Él nunca la deja sola. Y yo me alegro por eso.
Una sensación extraña viene a mí en cuanto pensé en los restaurantes… Cecile quizás siente que yo los quiero. El primer día en que vine, me dejaron claro que me tocaba el cincuenta y un porciento de las acciones de los restaurantes gracias a que los abuelos pusieron en su testamento eso... Quizás esa es la razón por la que me buscaron… De no ser por los abuelos, ninguno de los dos me hubiese ido a buscar. Y aunque claramente dice que si yo no tomaba mi por cierto mi hermana no tendrá el de ella, yo no siento atracción a esa vida. ¿Estar todos los días viajando y entre cálculos y números? No. Yo quiero tener una vida simple, en una pequeña casa, niños corriendo por ella y con alguien que amara. Así de simple, no me interesa la herencia.
Por eso la negaré en cuanto me den la opción.
Sobre el dibujo... Probablemente lo pondré en la pared de mi armario. La pequeña pared que quedaba tras la barra de ropa.
Al mirarlo mi mente vuelve al chico lleno de belleza. Odio sentirme rota por algo tan pequeño, ¿Qué clase de debilucha soy? Eso no es ser fuerte, miles de cosas, a diario les pasan a personas, cosas horribles, peores, y yo estoy aquí, desecha por alguien que conocí esta semana. Que feo es ser tan débil en un mundo que no está hecho para cosas frágiles.
Han pasado dos días desde lo que pasó con Thomas. La verdad es que no había tenido tantas ganas de ver a alguien en mi vida. Ni yo entiendo que me pasa. Nunca me he sentido así, así que no tengo con qué compararlo. Quizás solo estoy muy necesitada. Eso me asusta... crear una dependencia, y que me lastime más, o que como todos, me abandone.
—Petra.
Envio mi mirada hacia la puerta abierta de mi cuarto.
—¿Sucede algo, Cece?
—Marlon, mi novio, viene en cinco minutos —me informa con una sonrisa de suficiencia.
—¿Papá sabe? —tomo su silencio como un no—Se va a molestar.
—¿Quién le dirá?
Se recuesta contra el marco y me mira con ironía.
—No quiero mentirle, Cece, no me gusta mentir. Además, ya sabes que él no me...
—Petra. Voy a perder la virginidad con Marlon hoy —mi mandíbula cae casi al piso... ¿Cómo dice cosas así? —. Ayúdame esta vez. No esperes que seré como tú. Por lo menos debes servir para algo.
—C-cece.
—Yo nunca te pido nada. Vamos. Además, ¿Qué? Ya tengo quince. Puedo y quiero, no veo por qué no. ¿Acaso quieres que sea una perdedora como tú? ¡Que Cross no te quiera no significa que yo no pueda ser feliz!
¿Por qué querría que sea como yo? ¿Por qué querría que estuviera llena de inseguridades y ansiedad?
—¿Estás segura? —ella asiente —No creo que sea correcto. Ya sabes, yo solo... pienso que ¿Y si esperas un poco más? No me gustaría que te arrepintieras luego. Marlon no es un chico en que yo confíe, se ve muy extraño, lo he visto coqueteando con otra y yo...
—Marlon ha estado conmigo antes que tú, mientras tú jugabas a la princesa feliz en República Dominicana, yo estaba sola, y solo Marlon me apoyó. Así que si me toca elegir sabes que lo elegiré a él. No intentes nada, Petra.
—No quiero que elijas, yo solo quiero lo mejor para ti —digo susurrando—. Además, aún no tienes la edad de consentimiento.
—¿Lo mejor para mí? Por cierto, déjame decirte, he visto como miras a Marlon —¿Se refiere a con asco? —Como le pongas una mano encima a mi novio te voy a echar de mi casa. Me quitaste a mis padres, mi escuela, mi casa, no me quitarás a Marlon. No estorbes.
—Yo nunca quise quitarte nada.
Ella algunas veces es grosera, siempre es distante, pero nunca así… Se siente cómo si descargara toda la frustración en esta conversación convenientemente.
—Tu papel de niña sumisa buena, no me va, así que no me hables de esa manera tan aniñada, Habla como una mujer ¡Joder! Ah, no puedes, no eres una mujer, eres una virgen —¿Tiene trece años o cómo? Si esto es tan estúpido como se escuchaba, siento pena por ella—, ayúdame y sirve para algo.
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Editado: 26.09.2023