Norman
Hoy en la tarde acompañe a mam y a Kev al aeropuerto; tuve que soportar algunas bromas de mi mejor amigo sobre que había estado pensando en que si debería hacerme enterrar mi uniforme en un campo de futbol y jurar que jamás jugaría de nuevo, pero después llego a la conclusión de que eso seria muy gay de su parte así que como hombre aceptaría mi decisión.
Respecto a mama, decidí no culparla de nada, a fin de cuentas, como yo veo las cosas, el culpable es mi padre, mama ya sufrió lo suficiente como para que la joda con mi mierda ahora.
—¿Seguro que estas bien con esto?— preguntó antes de cruzar la sala de espera.
No supe que responder así que solo la bese en la frente y la deje ir. No soy muy bueno expresando lo que siento, en especial la rabia y el enojo, es por eso que mi pasión es un deporte que me exige fuerza con la que puedo descargar mi ira chocando con el cuerpo de alguien mas.
Cuando volví a casa, era casi hora de cenar pero no quería ver la cara de mi padre tan pronto así que prefería comer algo antes de llegar y encerrarme en la que será mi habitación.
Han pasado algunas horas, tengo el balón en mis manos dando vueltas, lo giro y lo lanzo encima de mi y vuelve y cae en mis manos mientras miro el techo y recuerdo a Liz: su hermoso rostro ligeramente apenado mientras me contaba su historia, es tan hermosa, tan perfecta que su enfermedad a pesar de lo que puede causarle, no parece afectarle en nada.
Notó que sigo llamándola Liz, no se porque lo hago y si, ese fue el nombre con el que la conocí aquella noche en Miami y aunque solo sea hace un día que supe que precisamente ella era mi hermana, parece que ha pasado un siglo y mi subconsciente se aferra a la chica del pasado y no a la Abie que me obligaron a ver como mi media hermana.
Lanzo el balón de nuevo pero esta vez no logro atraparlo y cae en mi vejiga, suelto un débil gemido y solo así me doy cuenta de que me urge ir al baño. Me siento en la cama y camino hacia la puerta, salgo al pasillo y miro de soslayo hacia su habitación, el baño queda justo delante de ella. Sacudo mi cabello con una mano intentando pensar en otra cosa y entro en el aséptico cuarto.
Mi necesidad fisiológica solo toma unos segundos pero de repente necesito una ducha y al ver una toalla limpia y lista para usar, no veo en porque no tomar una ahora mismo; me levante descalzo así que mi camiseta, vaqueros y ropa interior están en el suelo en un Santi amen, abro la puerta de cristal que cubre la ducha y recibo el agua caliente como a una vieja amiga.
Pienso una y otra vez en mi madre, en nosotros y en lo que pudo haber sido si papa la hubiera elegido a ella, pero supongo que no todo el mundo tiene su final feliz con la persona que elige y no puedo evitar pensar en que Abie y yo corremos con el mismo destino, no porque yo no la desee si no porque la vida ha jugado con nosotros a su antojo.
Unos minutos después, el jabón ya ha salido y busco la toalla, la envuelvo en mi cadera y observo al chico del espejo. Liz tiene razón, me parezco mucho a el y ahora mas que nunca lo creo, porque negarlo seria como intentar tapar el sol con un dedo.
—¡Maldición!— mascullo y en un impulso golpeo el vidrio.
Observo con algo de fascinación como la sangre comienza a gotear mientras se mezcla con los vidrios en el suelo.
Abie
No se cuando llegara el día en que pueda dormir tranquila sabiendo que el esta durmiendo del otro lado del pasillo, tal vez lo logre alguna vez, pero no será hoy.
Lo escuche llegar hace horas y tenia la esperanza de que bajara a cenar con nosotros, pero nunca lo hizo y papa no pareció sorprendido, creo que de hecho yo tampoco bajaría si fuera el.
Estoy a punto de llamar a Bonnie y contarle todo sobre mi conversación con Norman y la "pequeña" discusión que protagonizaron el y papa, cuando escucho un pequeño golpe sordo del otro lado y después algo parecido al vidrio caer al suelo; en un segundo estoy abriendo la puerta de mi habitación. Son las diez y probablemente todo el mundo esta dormido pero veo la puerta del baño y debajo de ella luz que indica que no soy la única con problemas para dormir.
Me aventuro a cruzar el pasillo y cuando me acerco a la puerta, unas cuantas maldiciones se chocan contra la madera blanca en mi nariz y pienso lo peor.
—¿Norman estas bien?— le pregunto lo suficientemente fuerte para que logre escucharme.
No hay ninguna respuesta por un momento pero unos segundos después la puerta se empieza a abrir lentamente.
Lo primero con lo que se chocan mis ojos es con su abdomen pulido en perfectos cuadros, parpadeo algunas veces y me obligo a levantar la vista hacia su rostro que esta algo pálido pero sus ojos están tan azules o tal vez sea porque su cabello negro esta húmedo y acentúa mucho mas el color.
—¿Sucedió..." intento hablar y es cuando la veo.
La mano derecha que intenta esconder de mi, le resbalan unas cuantas gotas de sangre, que caen al suelo donde hay algunos vidrios esparcidos.
—¡Dios mio Norman estas sangrando!
Yno me importa si no quería que entrara pero empujo la puerta y la abro un poco mas viendo el espejo en la pared arruinado y los demás vidrios y sangre a sus pies.
—¡No entres!— me empuja lo suficiente con su mano izquierda —no llevas zapatos y te podrías lastimar— me advierte.
Levanto la vista incrédula.
—¡Pues a ti no parece importarte ese detalle— le digo refiriéndome a el hecho de que el tampoco lleva calzado.
—No me perdonaría si te pasa algo por mi culpa, esa es la diferencia— sus ojos azules me observan seriamente.
Mi pecho se calienta pero ¡Demonios! el es el que esta sangrando.
Le lanzo una mirada reprobatoria y tiro de su mano buena hasta sacarlo del baño y llevarlo a mi habitación.
—Voy a manchar todo y a tu madre no le gustara— lo oigo decir detrás de mi.