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Farsas y mentiras
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Vanessa.
Mis ojos se encontraron con los de Elijah caminando de un lado a otro mientras miraba su reloj, desesperado. Y sabía el motivo. Estaba cincuenta minutos tarde.
Abrí la boca y me detuve a medio hablar cuando la mirada furiosa que me dio fue demasiado. —Sabes las reglas. Llevas aquí dos semanas, Campbell. —me apuntó. —Fui claro ayer, no hay excusa que valga, y a menos a que a tu padre le haya dado un jodido infarto que no es el caso, estoy lo que le sigue a furioso.
— Lo siento. —sabía que no eran las palabras, pero necesitaba sacarlas.
Anoche apenas y había pegado el ojo. Luego de mi encuentro anoche con mis tres vecinos, el miedo no me había dejado dormir. Era una paranoica en exceso y eso había conllevado a que mi despertador no hiciera su tarea esta mañana tras haberme quedado dormida una hora antes de que sonara.
Tenía el tiempo estricto para llegar, pero cuando me tiré el café encima y tuve que cambiarme de rapidez, supe que no llegaría a tiempo para tomar el ultimo metro de las seis. Lo que me traía aquí, de pie frente a este hombre, con cincuenta minutos después de la hora en la que me dijo que llegara. Cincuenta y uno para ser exactos.
— Ya todo está listo, necesito que revises que la presentación esté en orden por ultima vez.
Era la primera vez que lo notaba nervioso por una reunión, por lo que me atrevía a decir que esto era importante, y yo estuve a punto de joderlo un poco.
— Elijah Brown. —chillé cuando la voz retumbó tras de mí, apartándome de golpe del umbral de la puerta para mirar al lugar donde antes había estado.
— Louis Benson. —la sonrisa de Elijah se hizo presente mientras se acercaba al hombre de unos cincuenta que miraba fijamente en mi dirección. —Llegas temprano. Nueve minutos antes.
La carcajada del hombre canoso llegó a mis oídos y lo único que pude hacer fue quedarme en mi lugar. —¿Qué mas dan un par de minutos? Sabes que tienes todo en perfecto estado como siempre que vengo. —sus ojos pasaron a mi jefe. —¿Cómo te ha ido? ¿Sigues siendo el primero en América?
Casi podía imaginarme la sonrisa de Elijah volviéndose arrogante ante las palabras del señor Benson. —Soy el mejor. —se encogió de hombros sin disimular su ánimo.
— Ya lo creo. —la mano del señor fue a su hombro y luego volvió su atención a mí. —¿Y la bella dama es?
Pude notar a Elijah tensarse. —Mi asistente...Vanessa. —agradecí en silencio que se guardara el apellido para otra ocasión. No conocía al hombre, pero no descartaba la posibilidad de que conociera a mi padre o a Jeremy, aunque teniendo en cuenta que estaba aquí, a punto de hacer negocios con Brown Enterprise, dudaba mucho que mi familia estuviese en la lista de futuros amigos.
— Señorita. —se alejó de Elijah y tendió su mano para mí. —Louis Benson.
Asentí, apenas colocando una ligera sonrisa. —Vanessa. —entrecerró sus ojos en mi dirección, esperando. —Vanessa Campbell.
Tras unos segundos escaneándome, curiosidad y fascinación brilló en sus ojos verdes. —Eres el vivo retrato de tu madre. —no dije nada. El hombre de seguro sabía quien era, mi cara estaba en cada revista donde exaltaran a mi padre, y Valentina era famosa a nivel internacional, no es como si no me detuvieran en la calle pensando que iba de incognito con lentes y ropa recatada. —La conocí. —me sonrió con tristeza. —Era una mujer maravillosa.
— Lo era. —corroboré.
Sus ojos dejaron los míos y se fijaron en Elijah. —¿Quiero saber? —se burló.
— No. —así era mi jefe en modo negocios.
Directo. Sin preguntas. Al grano. Nada del chico Brown que bajaba bragas con sus palabras. O eso decían.
— Comencemos. —soltó el hombre caminando hacia la mesa en la sala de conferencias.
Sus pasos se detuvieron y su mirada bajó un poco a sus pies. —Mierda. —escuché mascullar a Elijah tras de mí, y curiosamente observé como se agachaba un poco y tomaba algo del suelo.
Se giró lentamente y pasó su mirada del condón en su mano a Elijah con una ceja enarcada.
—Vanessa necesitaba uno.
¿Qué demonios acababa de decir este idiota?
Mis ojos se abrieron alarmados y mis mejillas estaba segura se tiñeron de rojo por la vergüenza.
Sentí la mirada verde sobre mi y solo me encogí ante ella. —Elijah. —la severa mirada del hombre me hizo dudar. La realidad brilló en mi cabeza cuando el nerviosismo de mi jefe se hizo presente. Este hombre era como mi padre, la imagen familiar valía mas para él que cualquier idea que pudiera pasar por la cabeza de Elijah, y no le ayudaba en lo absoluto ser un playboy, por muy inteligente que fuese.
— No debí dejar eso allí. —solté de la nada. Vanessa, cállate. —A veces el estrés de la oficina es demasiado y nosotros solamente nos dejamos llevar. —caminé hacia el aturdido hombre en que se había convertido mi jefe y puse mi mano en su pecho, intentando una sonrisa.
La mirada del hombre frente a nosotros, estaba a punto de hacerme salir corriendo. —¿De qué va todo esto?
Con la mano escondida que tenía, pellizqué la espalda de Elijah, quien reaccionó al instante y coló su mano sobre mi cintura con firmeza. —Vanessa es mi novia.
Que jodido chiste estábamos diciendo.
— ¿Por qué la presentaste como tu secretaria? —este hombre no tenía un pelo de idiota, y pues era obvia su pregunta. Elijah estaba acostumbrado a ser visto con mujeres elegantes, sexis y exóticas. Yo era una más del común que por ningún motivo el hombre que me sostenía llevaría a su cama.
— Porque no quería que tomaras mi vida privada como un motivo para cerrar el acuerdo. —masculló, impasible. —Además, no es como si las cosas con la familia Campbell estuvieran a mi favor. —la amenaza estaba inscrita en cada palabra.
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Editado: 18.08.2024