Me la paso dando vueltas en la cama mientras reflexiono seriamente en la clase de gente con higiene mental muy cuestionable con la que me he estado relacionando. Termino por frotarme el rostro, a ver si de esa manera me puedo sacudir la frustración. Noticias: no funciona. Mis niveles de trauma están en un nivel de energía en el que se han convertido en un ente que necesita por lo menos un exorcismo o dos para ser eliminado del todo y que va a dejar posibles secuelas.
La duda de si Camille se ha ido de la academia no me deja pegar ojo. Me parece demasiado inusual de su parte que sencillamente haya aceptado marcharse sin dar más pelea, y de verdad me gustaría pensar que ha sido así de sencillo, pero es una Jones, tengo el presentimiento de que no se ha rendido del todo.
Doy otra vuelta sobre el colchón para dejar de ver hacia la pared y poner la vista en el pequeño pasillo entre la litera de en frente y la mía, donde los chicos siguen solo medio vestidos, mientras se preparan para ir a la cama.
Admito que, aunque lo correcto sería dejar de ver sus cuerpo—todos ellos con una muy buena salud para nada cuestionable—no lo hago, incluso disfruto de cada curva, cada marca, cada lunar, cada tatuaje y siento que mi piel, desde los pies a la cabeza ha empezado a despedir un extraño halo de calor. Algún miserable beneficio he de tener por estar aquí, por el hecho de estar rodeada de hombres todo el día. De todas maneras sé que las puertas del cielo están cerradas para mí, ¿Qué es un escalón más o un escalón menos al averno?
La puerta se abre y Landon entra al cuarto, secándose el cabello con una pequeña toalla blanca.
Liam y Seth, que habían estado charlando en voz baja, se quedan en total silencio al verlo y Axton le da una mirada cortante—o una mirada normal, honestamente ya no me queda muy claro—antes de treparse a su cama.
Landon nos mira a cada uno y al notar el repentino muro de tensión que se ha levantado solo suelta un resoplido, camina hasta su cama, donde suelta la toalla húmeda y después empieza a revolver su almohada y sabanas.
Seth termina por salir sin mediar palabra y Liam se pone sus audífonos y se pasa la manta por la cabeza, para encerrarse bajo ella justo a su laptop, mientras escucho como Axton ha subido a tope el volumen de la música en sus auriculares.
—¿Y mi pijama? —investiga Landon, lanzando al suelo todo lo que está sobre su colchón.
Se endereza para ver a Liam y Axton, quienes no pasan ni media palabra. Chasquea la lengua y regresa a su búsqueda con el ceño fruncido, y me parece que es la primera vez que le veo esa expresión de seriedad en la cara.
—Por una mierda —masculla, revisando en el estrecho espacio entre la cama y la pared—¿Dónde está el maldito pijama?
Landon me mira.
Señalo el pequeño armario pegado a la pared junto a la puerta.
—Hay pijamas limpios en el armario —aclaro.
Mi respuesta no parece satisfacerlos. Suelta el aire por la nariz de golpe y se empieza a masajea el cabello con una mano.
—El que tenía puesto antes ¿Dónde está? —investiga en un suspiro.
Arrugo la frente, su actitud empieza a desconcertarme.
—Hemos hecho la colada hace rato, así que debe estar en...
Landon llega hasta donde estoy. Sostiene el cuello de la camiseta y me atrae hacia él de un tirón violento. Termino de puntilla cerca de su rostro, con los ojos bien abiertos y sin entender nada.
Estoy genuinamente congelada en sus manos. Para mi mala suerte, ni Axton ni Liam son conscientes de lo que pasa abajo, de hecho, se nota que buscan a toda costa evitar la charla con Landon, o el mero contacto visual, así que solo somos él y yo en esta especie de lucha que para mí no tiene ningún sentido o contexto en primer lugar.
Abre sus labios un par de veces y después los vuelve a cerrar, como si buscara decir alguna cosa pero arrepintiéndose al final. Después me suelta, así que me logro estabilizar nuevamente sobre mis piernas.
Se me queda viendo con los ojos entornado, la frente sudada y el cuello tensado.
—No vuelvas a tocar mis cosas —masculla, antes de volver a desaparecer del cuarto a paso apresurado.
Abro los ojos en medio de la oscuridad después de sentir que la cama se mueve abruptamente, cosa que, había empezado a sospechar que se trataba de una especie de alucinación por el cansancio o algún demonio bajo la cama, pero desafortunadamente no resulta ser ninguna de las anteriores.
Me doy la vuelta y mientras mi vista se aclara, la silueta bajo la luz blanquecina de la luna es la de un ser extraño que está inclinado muy cerca de mi rostro, con un cabello rojizo que resplandece.
Camille me sigue moviendo sostenida del hombro.
—Arriba, Jor —murmura.
Resoplo. Por más que quiera que simplemente sea una maldita pesadilla no va a pasar, no se va a esfumar de mi vista, porque mis deseos nunca se cumplen. Esta es sin duda la confirmación de que haber pensado que Camille se iría solo porque yo se lo dijera era algo que iba en contra de cualquier pronóstico.