Cole parece estar en un trance, en ningún momento ha dejado de mirar a Jonathan como si lo quisiera matarlo, Elizabeth esta tan pálida que creo que en algún momento se desmayara y yo, bueno aun no doy crédito a lo que veo.
-Cole detente- mi cuñada intenta razonar con el- en este estado no podrás hace nada, solo empeorar las cosas.
-Elizabeth no te metas en esto- Cole ni siquiera le dirige la mirada.
Ella luce dolida y ofendida por el trato que Cole le está dando.
-Me meto porque también es de mi sobrino de quien estamos hablando.
No sé cómo le hace, pero toma a mi hermano del brazo y lo jala hasta tener toda su atención.
Esto no pinta nada bien…
-Recuerda Cole que poniéndonos en contra de la naturaleza no ganaras más que dañar a quienes están involucrados- se detiene para mirar a su sobrino y a mi antes de seguir- No cometas el mismo error que tu padre.
A ala mención de ese señor todas mis alarmas se encienden y si antes estaba confundida como la mierda, ahora lo único que corre por mis venas es ira e incredulidad. Elizabeth parece haberse dado cuenta del error que cometió al decir aquello.
“No cometas el mismo error que tu padre” ¿Qué tiene que ver ese señor en todo esto?
Acaso… no, el universo no puede ser tan mierda conmigo.
Cole parece volver en sí, mira a su esposa con reproche antes de centrarse en mi persona, no sé lo que habrá visto en mi rostro o si mi estado es preocupante, pero cuando el intenta acercarse retrocedo aun en chok. Mi vista viaja desde el hombre con quien he pasado la mitad de mi vida, luego se centra en su esposa quien me ve con un gesto culpable y por último al chico a mi lado quien luce preocupado.
-Hanna, no saques conclusiones antes de tiempo- la desesperación se filtra en su tono de voz- por favor, no…
-Tarde.
-Pequeña…-Jonathan trata de acercarse, tanteando el terreno como si fuera una bomba a punto de explotar.
Tal vez tenga razón, tal vez sea una bomba atómica amenazando en acabar con todo a su paso.
Quiero salir, necesito salir y alejarme de todo esta mierda, de las mentiras…
-Jonathan sácame de aquí- trato de que mi petición no suene como suplica, pero fallo.
Jonathan avanza hacia la salida conmigo, sujeta mi mano con fuerzan cuando pasa junto a Cole, el susodicho solo se mantiene cabizbajo incapaz de siquiera dirigirme la palabra, aunque tampoco es que quiera. Conociéndome, lo mandaría directo al diablo.
Recorremos el oscuro pasillo, el chico a mi lado aun sujetándome con fuerza como si temiera que, de un momento a otro, perdiera la compostura y no lo culpo, de hecho, ahorita tendría que estar gritando o exigiendo respuestas como normal mente lo haría, pero solo no sé…no tengo la suficiente fuerza para devolverme y darle cara al problema.
No puedo, no ahora que me siento tan miserable.
Y ¿cómo no hacerlo? Si cuándo sientes que las cosas no pueden ser peor, que ya pasaste la tormenta y en vez de la calma, solo quedan los restos de destrozos causados por la fuerte ventisca y debes tratar de ir con cuidado, seguir como si nada hubiera pasado para no tropezarte y volver a caer. Resulta que eso es solo un espejismo, una maldita mentira que te atormenta día y noche, y en vez de acabar con la muerte de ese tipo, no sé cómo, pero el desgraciado se las arregla para joderme más de lo que estoy luego de haber dejado este mundo.
¿Como puedo seguir si a cada paso que doy me encuentro con algo que me destroza cada vez más?
-No llores pequeña- Jonathan nos detiene frente a un todo terreno.
Supongo que es suyo
Él se agacha un poco para llegar a mi altura, levanta la mano y acerca lentamente a mi rostro, en sus ojos veo la duda de si acercarse completamente o retroceder y dejarlo como un vano intento; por mi parte no me muevo, él lo toma como una señal para cortar la distancia y acariciar mi mejilla, llevándose la única lágrima que me permití dejar salir. No soy de dar afecto y tampoco recibirlos, pero el rose de sus dedos algo callosos se sienten tan reconfortante como ajeno, intento disfrutar de la pequeña muestra de afecto y olvidar que, la persona cuya adolescencia compartida fue un grano en el culo, es quien ahora se a convertido en mi pequeño refugio.
Solo por ahora me recuerdo a mí misma.
-¿Quieres ir a un lugar en particular?
Yo solo muevo la cabeza en afirmación, él abre la puerta de copiloto y hace una seña para que entre y tome asiento, me coloca el cinturón de seguridad antes de cerrar e ir trotando hasta el otro lado. Cuando ambos estamos dentro y ya listos para emprender el camino él enciende el motor y arranca.
Las calles se ven solitarias mientras pasamos por las mismas, supongo que, todos han de estar descansando, ajenos la pesadilla de vida que llevo.
-Pequeña- la voz de Jonathan me libera de la laguna mental en la que me encontraba- ¿a dónde quieres ir?
Se detiene en un semáforo en rojo para luego acomodarse en su asiento de modo que pueda guiar su cuerpo sin problema en dirección al mío.