Hanna

Capítulo XVI

Jonathan

Miro a Hanna llorar con la cabeza entre sus piernas, su cuerpo tiembla con cada sollozo.

Esto es una mierda, ya paso un tiempo desde que dejo la casa de su hermano para vivir conmigo en la reserva, pero en vez de mejorar y fortalecer nuestro lazo, esos malditos recuerdos que le robo ese imbécil de Cole lo único que han hecho es hundirla mas y ¡¡Mierda!! Duele verla así. No duerme casi y lo poco que logra, a la media hora, se levanta gritando mi nombre.

No me mal entiendan, me da felicidad que me necesite, pero no de este modo.

La quiero conmigo de todas las maneras posibles, amarla y que se sienta de igual modo es lo único que quiero, que sea feliz a mi lado y dejar en el pasado todo lo malo que ha vivido es mi meta.

-Preciosa, ¿quieres contarme que fue lo que soñaste? – se de sobra que eso no fue una simple pesadilla, pero quiero quitarle peso al asunto- luego, si quieres, podemos dar un paseo para que conozcas a lo que falta de nuestra manada.

Hanna, al segundo día de estar aquí, salía para conocer a su nueva familia. Lo estaba logrando, mi pequeña arpía estaba dejando de ser esa chica distante y fría, no puedo decir que fue fácil, porque estaría mintiendo, pero lo estaba intentando, como me había prometido.

Todo se fue al carajo cuando empezaron esos extraños sueños que, resultaron ser sus recuerdos. Desde entonces no hemos salido, solo al invernadero que mi madre decidió armar en sus tiempos de luna.

Esa es otra cosa que me preocupa, Hanna no ha tenido su transformación y eso muy pronto le va a pasar factura. Su loba necesita salir y poder ser capaz de tomar el control sin perder la conciencia.

Si no resolvemos esto pronto, no se que pueda pasarle y tampoco quiero descubrirlo.

Sacudo mi cabeza ahuyentando esos pensamientos.

-Vamos pequeña, necesito que levantes el ánimo- coloco mi mano derecha sobre su rodilla cubierta con la manta- quiero ayudarte, déjame hacerlo- le suplico.

Nos quedamos un rato así, ella llorando y yo intentando transmitirle la calma que necesita. Estoy igual que ella, pero no puedo hacerlo notar, no ahora que me necesita.

-A…antes- la voz se le quiebra haciendo imposible la tarea de hablar.

Acorto la poca distancia que mantenía para no incomodarla y coloco un brazo en su espalda atrayéndola a mi cuerpo, con la otra mano-la que tenia en su rodilla- limpio sus mejillas.

-Vamos preciosa, ya nada te va a lastimar mientras este contigo- mi pequeña arpía inclina la cabeza hacia atrás aun apoyada en mi pecho, sus preciosos ojos me miran con anhelo- siempre voy a estar cuando me necesites- paso mis nudillos por la suabe piel de su cuello- e incluso, cuando no quieras mi presencia y creas que estas mejor sola, en ese momento, me tendrás para protegerte de la caída.

Beso sus parpados, haciendo que sus ojos se cierren en el proceso, diciendo por el mismo camino que sus lagrimas recorrieron hasta la comisura de sus labios. Doy pequeños besos por todo su rostro sin llegar a ese lugar que tanto deseo volver a probar. Hago que vuelva a recostarse mientras mis manos acarician con delicadeza su pequeño cuerpo.

Me separo un poco para ver la obra de arte que es esta mujer y volver a repetirme lo afortunado que soy por tenerla conmigo, por saber que poco a poco seré capaz de ayudarle con esas heridas, para enseñarle que con todo lo que paso aun puede llegar a ser feliz.

No será fácil, pero tampoco imposible y mi pequeña se merece esa paz que tanto ha buscado y que juro por la diosa darle, sin importar dar mi propia vida.

-Te amo mi pequeña arpía.

…….

Estamos, por primera vez, en la misma cama. Ella sobre mi pecho dibujando círculos imaginarios en el brazo que mantengo apoyado en su cintura y yo mirando el techo con mi brazo libre como almohada.

Las cosas se ponen cada vez más difícil, no sé cómo el cuerpo de Hanna tome el cambio y si será capaz de soportarlo.  

-Antes de que Cole nos sacara de la casa hogar- la, ahora, tranquila voz de mi pequeña me trae a la realidad- mi hermano y yo estábamos obligados a vivir en diferentes instalaciones.

Me acomodo mejor en la cama apoyando la espalda en la cabecera de esta, abro las piernas colocándola en el medio y tirando para que su espalda quede sobre mi pecho. Ella deja escapar un jadeo de sorpresa.

-Vamos pequeña, solo quiero que estes cómoda- digo con una sonrisa estúpida en mis labios, me encanta tenerla cerca.

-Bien- responde con voz queda, con timidez deja caer la cabeza sobre mi hombro izquierdo.

Ella toma respira varias veces antes de continuar- Jaison y yo estábamos en diferentes instalaciones, no podíamos vernos mas de unas cuantas horas- ejerzo mas fuesa en mi agarre cuando noto su cuerpo temblar- el encargado del lugar no dejaba que los niños tuvieran mucha interacción con el sexo contrario, no más de la necesaria.

Según tengo entendido, Jaison y Hanna eran los únicos de los tres, que llevaban una buena relación y eso no había cambiado ni con el hecho de que su hermano hubiera jugado con lo que ella, pensaba, era su realidad.




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