Hanoi

Templo El Tercer Ojo. Registros y noticias del AC. Gragan llega a El Tercer Ojo

Osten Har, un chico de aproximadamente veinte años de edad, alto, de contextura física muy definida, de piel morena, cabello corto y rojo se encontraba con el maestro Sae Crarens en el eslabón plano que separa a mitad de camino las escaleras que conducen desde la "lluvia eterna" hacia la puerta del templo. Se encontraban esperando al chico Hombre de BAHIA, quien era custodiado por exploradores Har desde el dominio del reino.

- ¿Qué tan lejos se encuentran? Viejo. – Preguntó Osten mientras ambos miraban hacia el túnel de arbustos que se adentraba en la "eterna lluvia".

Sae, al percibir que el chico de BAHIA se encontraba muy cerca de salir de la lluvia, soltó una leve carcajada.

- Tiene cara de estúpido. Osten, ve por él. Está a punto de salir de la lluvia. – Respondió el anciano al sentir que pronto dejaría de percibir al chico hombre.

Osten hizo caso al anciano y emprendió el paso a recibirlo. Bajó lo que faltaba de las escaleras y esperó sin prisa alguna, a unos metros arriba del inicio de la "lluvia eterna".

El chico de BAHIA pronto salió de ella totalmente empapado de agua, con su piel blanca algo reseca. Titubeaba del frio.

Tenía los labios y manos muy resecas. Osten alcanzaba a notarlo a medida que concentraba su mirada en el rostro medio cubierto por sus manos mientras intentaba taparse los ojos de los rayos del sol amarillo.

- ¿Cuánto tiempo tienes dentro del reino?  – Le preguntó. – Entiendo, puede ser peligroso para la vista exponerla a los rayos del sol amarillo, aunque sean los del atardecer. – Dijo Osten Har mientras se acercaba a Gragan.

-  Nunca había permanecido tanto tiempo en ausencia de los rayos del sol amarillo. – Respondió el chico de BAHIA en el mismo son de cubrirse los ojos.

- Claro que no, y sé lo que puedes estar sintiendo en estos momentos, hace poco más de dos años pasé por lo mismo. Aun así fue peor, contrario a ti, toda mi vida la viví en el dominio y nunca he salido del reino. Cuando llegué a este templo llegué con los ojos vendados, solo hasta tres días después comencé a adaptarme de manera progresiva. – Siguió diciendo Osten. – Ahora vamos, el viejo Sae está esperando por ti.

Ambos comenzaron a subir las escaleras enrollados en un silencio algo tenso para el chico de BAHIA. Sin embargo, volvía a apreciar después de mucho tiempo el viento y los rayos casi horizontales del sol amarillo en su piel. Lentamente, mientras seguían subiendo las escaleras, el chico de BAHIA recobraba la compostura. Sus ojos se adaptaban a la luz del contexto muy rápidamente y empezaba a notar el grandioso paisaje lleno de nubes negras. Aun así, orientó su sentido al joven Har.

- Es un gusto. Soy Gragan. – Se presentó.

- Lo sabemos. – Respondió Osten mientras seguía subiendo las escaleras. – Y no te preocupes, no le prestes tanta atención al anciano, es algo irritante. Supongo que es la edad. 
Gragan no objetó.

Siguieron subiendo hasta llegar al eslabón plano donde se encontraba Sae Crarens cubierto con esa tela color gris claro, con siluetas que diferenciaban a los maestros Crarens.

Osten al llegar se dirigió automáticamente al anciano.

- Señor. Él es Gragan, Hombre, de BAHIA, del reino de ERIE. Trae en su mochila empapada de agua registros del "AC".

- Su cara pálida, Osten. Hace algunos minutos me burlaba de ella. Es bueno que lo recordaras. – Cortó irónicamente aquellos títulos innecesarios que Osten expresaba. – Eres un idiota. Deja el maldito protocolo a un lado. Aquí no es necesario, y mucho menos para presentar a un imbécil Hombre. – Terminó de decir sagazmente el anciano.

El silencio que se adueñó de aquella atmosfera sólo fue cortado por el leve sonido del viento y por el mismo anciano.

– ¿Qué es lo que pretendes? – Preguntó a Gragan, quien aparentaba la edad del joven Har, pero más delgado, de tés blanca y cabello negro brillante.

A Osten se le hizo algo precipitada la pregunta del anciano, por lo que quiso intervenir.

- Señor, ha venido desde lejos. – Dijo. – Deberíamos esperar que descanse. Ha sido un largo y estresante viaje.

- Calla la maldita boca, Osten. Los Hombres tiene la capacidad de responder autónomamente. – Interrumpió el viejo mirando fijamente entre ambos. – No creo que lo veas innecesario, claro que no. Es normal que alguien quiera saber que pretende un extraño en un reino ajeno. Así que responde de una buena vez.

Osten no objetó, por lo que el silencio nuevamente recobró fuerzas, por lo menos mientras Gragan mirara a ambos y decidía responder.

- Disculpe, señor. Mi intención no fue ofenderlos, con mi presencia. Sé que es un lugar sagrado, y nosotros Los Hombres no somos bien recibidos en este lugar, incluso... – Alcanzó a decir Gragan mientras fue interrumpido por Sae.

- Responde, la pregunta. – Dijo el Crarens con cierto tono que daba a entender las intenciones de incluir un "maldita" en su oración.

El muchacho suspiró, tal vez para ganar tiempo y pensar en una buena respuesta.
- Son registros de las civilizaciones del "AC". – Comenzó explicar mientras intentaba mostrarle aquella mochila húmeda que aun goteaba subiéndola hasta la altura de la cara del anciano.

- Me da la impresión que intentó mostrarme la estúpida mochila, Osten. – dijo Sae entre carcajadas.




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