La cena de bienvenida de Laih se mantenía dentro de lo normal, casi acababa. Todos en la mesa habían acabado de comer y se mantenían hablando entre ellos. Las carcajadas y el cantar de los autores del dominio mantenían un ambiente cálido en el “Salón Rojo” de los Zohn.
Los gemelos y Lander para ese momento habían olvidado los problemas del reino, estaban algo ebrios y las carcajadas eran el factor común entre los tres.
Reinar hablaba cómodamente con su mujer mientras Ran, su hija, había quedado dormida en la silla.
- Mi amor. Nuestra hija ha quedado dormida en la silla. – Dijo Oli Zohn, esposa de Rammer, una de las mujeres más bellas del reino, mientras sobaba la barbilla de Rammer.
- Creo que ha quedado dormida hace ya un tiempo, querida mía. No le dio tiempo de limpiarse la boca, la salsa se ha endurecido en sus labios. – Dijo mientras se asomaba para ver a su hija, quien se encontraba al lado izquierdo de su mamá. – Enviaré a la nana a que la lleve a su habitación, es muy incómodo para ella estar allí.
- Tranquilo, amor. Yo me encargo, también quiero ir a descansar. ¿No hay problema con ello? Amor. – Preguntó Oli.
- Claro que no, querida. – Respondió.
- Te espero pronto en la habitación. – Dijo mientras se levantaba de la silla y tomaba a Ran.
- Está bien, amor. – Respondió.
Oli bajo los tres escalones que alzaban el piso donde estaba incrustada la mesa, salió del salón y tomó el pasillo hacia las habitaciones que quedaban en el siguiente nivel.
Lander sentado a lado y lado de Laih y Reinar había mantenido hasta entonces su mirada en la familia encargada. Pensaba en lo cómodo que se veía su hermano Rammer ejerciendo ese cargo. Entonces de dirigió a Reinar.
- Deberías ser tu quien estuviese sentado allí, sobrino. – Dijo a Reinar. – Al mando de ALTA MONTAÑA mientras tu padre está ausente.
- Padre me cree un idiota. – Respondió Reinar. – Es más, puedo afirmar que preferiría que fuera Laih su única heredera.
- Tu padre te subestima. Algún día se dará cuenta de quién eres en realidad. – Dijo Lander posicionando sus ojos en la cara de tristeza que adoptó Reinar.
- Tu padre es un idiota, sobrino. – Dijo Rammer acercándose desde la espalda de ambos. – Hermano, te pido por favor te ocupes de todo esto mientras los gemelos y yo nos ausentamos.
- Como gustes, hermano. – Aceptó Lander.
- Levántense, sobrinos. Es hora de que me acompañen. – Ordenó Rammer.
- Vayan con su tío. – Dijo Lander.
Ambos se levantaron automáticamente de la mesa. Con toda la algarabía en el salón no se pudo escuchar el sonido generado por la fricción de la madera de las sillas y el suelo. Pronto siguieron el paso de su tío quien estaba a punto de salir del “Salón Rojo”.
Tomaron el pasillo que conducía a las escaleras que bajan al nivel anterior, lo cruzaron sin mencionar una sola palabra.
Los guardias a los costados de las paredes rojas recobraban posición mientras el rey encargado y los príncipes pasaban a sus lados.
Bajaron aquellas escaleras que, entre otras cosas, la luminosidad era más débil que en los pasillos.
Reinar no aguantó su curiosidad por saber hacia dónde se dirigían y preguntó a su tío.
- ¿Dónde iremos? Tío.
- Fuera del dominio. – Respondió Rammer.
Reinar no prestó atención a la respuesta de Rammer. En cambio, Laih mostró una pequeña sonrisa de burla.
- Es tu hora, hermano. – Dijo Laih.
- No iremos a fuera, hermana. – Respondió. – No es la intención de tío.
- ¿Por qué lo dices? – Preguntó Laih extrañada.
- La Línea No Directa se hace fuerte, y el entiende la razón. Puedo afirmar que nos mostrará algo, hermana. – Dijo Reinar. - ¿Tengo algo de razón? Tío. – Preguntó manteniendo su mirada al frente.
Rammer no respondió. Su silencio hizo sentir que la afirmación de Reinar no era equivocada.
Pronto habían bajado todos los niveles del dominio, cruzaron el patio encerrado del primer nivel y tomaron un pequeño túnel oculto en una capa de vapor bastante espesa que conducía hacia las calderas internas que mantenía el exterior del dominio oculto.
Antes de entrar en él, Laih inició un movimiento para dispersarlo, pero Rammer la agarró del brazo justo antes de que lo materializada.
- No es necesario, sobrina. – Dijo Rammer mientras la soltaba.
Laih y Reinar se miraron automáticamente, pero siguieron los pasos de su tío, quien entraba en el túnel, sin mencionar alguna objeción. Todos tuvieron que agacharse y caminar enjorobados cuidadosamente, tocando las paredes por la nula visibilidad que generaba en vapor, mientras pasaban aquella sección estrecha del túnel. Notaron que a medida que se adentraban la temperatura aumentaba cada vez más.
- Hace mucho calor en este lugar. - Pensaba Reinar. – Eh, esto... Esto debe ser la caldera. ¿Qué hacemos aquí? – Se preguntaba.
- Tío. – Exclamó Laih con cierto grado de claustrofobia apenas controlada. – Hace mucho calor en este lugar.
- Aprenderán dos técnicas esta vez, sobrinos. – Dijo Rammer. - Dos técnicas necesarias que ya deberían saber manejar. – Seguía diciendo mientras dispersaba todo el vapor circundante y dejaba notar que la temperatura no le había generado desgaste algo, contrario a sus sobrinos, que estaban empapados de sudor y algo agotados.