Hanzo y Lisa

Los amigos de la vida

 "Todo suma en esta vida" importante podcast de un muchacho que enseñaba a los demás a través de sus audios, originales, simples y sin vueltas; las buenas formas de ganarse la vida y ganarle a la misma. ¿Quién puede ganar a la vida? Fue una de las primeras preguntas a la que contestó: Simple, debes tener más ganas de triunfar, junto con un amplio conocimiento y el deseo de llegar a la cima.

 Esas palabras quedaron grabadas en mi mente, mientras le daba un sorbo a mi té negro, y comia unas tostadas con mermelada. Ganas, conocimiento y deseo. ¿Acaso esto podra llamar a los sucesos gratificantes que de una u otra forma llega a la gente feliz y adinerada?. Aunque ciertamente el dinero no da felicidad, pero ayuda bastante. Pensando en estrategias y buenas palabras para mejorar mi vocabulario, fui a ducharme.

 El agua tibia golpeaba mi rostro y bajaba hacía mis pies, con los ojos cerrados y la mente serena, pensaba en el podcast y esas palabras. Me imaginaba allí arriba, gritando que finalmente lo habia logrado, como si de un sueño grandioso se tratara, pero siempre me faltaba algo. No veía a la abuela, Lisa o Kato, estaba solo y sonriendo. Ese pensamiento vago no se iba y podía ver lo sonriente que estaba y como eso alentaba a los demás a cumplir su sueño. Cuando por fin termine de ducharme, me vestí y sali de casa.

 Muchas pesonas por la calle, animales sueltos, gritos de los vendedores ambulantes. Todo parecía como si me saturará hasta que una mano toco mi hombro, tenia unos dedos gruesos, piel cálida y me empujó hacia una pared. 

-¿En qué piensas? No recuerdo que hayas sido así antes.

 Volteé y lo ví, era Kato, mi mejor amigo. Nos abrazamos y halagamos por nuestros cambios físicos en tanto tiempo y hasta nos burlamos de ellos.

-Kato: Mamá no estaba de acuerdo con la idea de venir aquí entre tantos estadounidenses. Dijo.

-Hanzo: Siempre tan sobreprotectora. Para que su rebelde hijo no se desatará en tierras ajenas.

-Kato: No digas eso, no puedo desear una piel extranjera teniendo lindas mujeres en mi país. Exclamó señalando el cielo.

-Hanzo: Como sea, estaba de camino al tranajo pero tengo muchas horas libres todavía.

-Kato: Tú me dices cuántas y te digo qué hacer. Respondió mientras caminaba al lado mio.

-Hanzo: ¿Cuatro?.

-Kato: Son bastantes para un aventurero todo terreno como "Súper Kato".

 Ese apodo "Súper Kato", lo había decidido un compañero nuestro, en la secundaria. Luego que Kato, se aventuro tras los brazos de Bekara, una bella jovencita muy querida por todos, pero aunque ninguno teniamos el honor de estar a su lado. Una tarde, de actividad fisica, se dirigió hacia ella, porque habiamos hecho una apuesta que nadie se animaba. Uno de los tres, debia lograr recibir y besar los labios de ella. Una misión casi imposible, hasta que Kato lo logró.

 Ninguno de los dos restantes entendimos como lo hizo, pero solo bastaron tres minutos para que aquella mujer inalcanzable este rodeada en los brazos de nuestro atípico amigo. Mientras pasaba sus manos por su cintura, levanto su pulgar haciendo una seña de haber logrado el reto.

 Desde ese momento se convirtió en un héroe para quienes no lo podíamos lograr.

-Kato: No puedo quejarme de la vida Hanzo, últimamente creo que, es un poco difícil lidiar con algunas cosas.

-Hanzo: ¿Cómo cuáles?  Pregunte con asombro, ante esas palabras.

-Kato: Todo, viaje, caras y demás. Me pone un poco nervioso todo esto aunque no lo parezca.

-Hanzo: Dimelo a mi, la vida me hace abrir los ojos cada anto, y en ocasiones, las lágrimas salen por si solas.

 En ese momento, alzó su mano y pidió un taxi. Entre charlas acerca de todo lo nuevo en la ciudad, me mostró la foto que le había mandado su madre alentándolo.

-Hanzo: Vaya, esa madre si que te da fuerzas. ¿No?.

-Kato: De cierto modo, es bueno saber que a pesar de la distancia, siento como si la tuviese muy cerca.

-Hanzo. Cosas de la vida, solo lo causan las personas que queremos, las demás...están porque sí.

-Kato: Vayamos a un bar, necesito refrescar mi garganta con una buena cerveza.

Hanzo: Allí vamos Súper Kato.

 Luego de unos minutos de andar por la ciudad, pagamos al taxista y nos dejó en un bar viejo, con telarañas afuera y un cartel poco iluminado que decía: "Bienvenidos al último lugar del mundo". Nos tomó por sorpresa y como a Kato le gustaba este tipo de cosas, accedí sin ningún tipo de problema.

 Nos sentamos a la mesa más cercana, habia un olor penetrante a viejo y olvidado, como si entraramos a una casa abandonada de aproximadamente unos diez años de autentico vacío. Por las telarañas se podía ver a las arañas viéndonos desde sus agujeros con ganas de picarnos y si podían, llevarnos hasta allí como su cena.

 Kato se burló de los hombres viejos que nos observaban, como si hubieramos entrado en un portal que nos llevase al mundo de la tercera edad, hasta mi perfume estaba perdiendo su olor impregnándose de ese olor a zombie putrefacto. Aunque de cierto modo, se asemejaba más a un hombre de unos ochenta años.

 Se nos acercó una mujer grandota, con trasero enorme y cara arrugada, cabello blanco por su edad y varias cicatrices en brazos como si hubiera participado en alguna pelea.

 -Señora: ¿Qué tomarán los chicos del futuro? Pregunto en tono de burla, mirándonos de arriba hacia abajo, y tocándonos en cabello. Realmente aparte de rara, parecía muy aterradora.

 En mi mente dije: "No te daré mis órganos, asi que ve a buscar otros por ahí".

-Kato: Quisiera la cerveza más amarga y fría que tenga señora. Respondió con un tono alto y elevando ambos brazos hacia arriba.

-Señora: ¿Y tú qué vas a pedir jovencito de sonrisa deslumbrante? Dijo.

 A lo cual Kato soltó una carcajada y dijo: Si tanto deslumbra, que vino a iluminar este lugar.

 Culpa de él solte una carcajada y asentí, por lo cual, la señora entendió que quería lo mismo. Cuando quise llamarla, Kato me detuvo y dijo: "Vive la vida, chico del futuro".




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