CAPITULO 1-

Caminaba lentamente bajo la lluvia, mientras el cielo se encontraba cubierto de nubes y el viento soplaba suavemente. Sentía un ligero escalofrío recorriendo mi cuerpo mientras mi mente se encontraba en blanco, mientras me dirigía a casa, fumando tranquilamente, pensé en el hecho de que habían pasado más de dos años desde la muerte de mi madre. A medida que escuchaba música, esta se infiltraba en mi cabeza, creando escenarios ficticios de dos personas que se amaban de manera inimaginable, volaban y caían juntas, haciendo que su amor se fortaleciera, pero también desapareciera. Me había distraído tanto que terminé tropezando contigo.

El golpe suave entre nuestras cabezas me hizo darme cuenta de que estaba demasiado inmerso en mis recuerdos, la lluvia comenzó a hacerse más intensa, y esa persona a la que no pude distinguir claramente se disculpó y se marchó rápidamente, no logré identificar quién era ni cómo era su aspecto, solo distinguí ese pañuelo amarillo con tonos rosados que adornaba su pequeña cabeza. 

Me quedé mirando en la dirección en la que se había ido mientras la lluvia empapaba mi cuerpo y recorría mi espalda, aumentando la sensación de frío, por un momento, me quedé petrificado antes de continuar mi camino hacia casa.

Al llegar a casa, me sentía exhausto y estresado, dejé mis cosas y me tumbé en la cama, todavía empapado, sin embargo, no pude evitar quedarme mirando el techo y preguntarme ¿Quién era esa persona? Lenta y gradualmente, cerré los ojos y todo se sumió en la oscuridad.

Despierto con el sonido inquietante del despertador a las 6 de la mañana, abro las cortinas para dejar entrar un poco de luz y así comenzar el día.

El sol parecía brillar tímidamente, invitándome a relajarme un minuto más en la comodidad de mi cama, sin embargo, los gritos de Aby, irrumpen mi momento de tranquilidad, recordándome lo tardé que es Aby es mi hermana mayor, tiene 20 años, sin embargo, mi padre le pidió que viviera más tiempo aquí en la casa. Aunque se dirija a mí como hermana mayor, yo la veo como la mantenida que no se ha ido de casa; aunque no me quejo demasiado, estoy a punto de cumplir 19.

Decido ducharme con agua algo fría para despejar mi mente antes de un día atareado, tengo que entrar al conservatorio a las 8 y tengo un ensayo con algunos compañeros en el que toco el violín, mientras me preparo para salir, mi celular suena y descubro que es un mensaje de Oliver, intentando averiguar dónde me encuentro. Oliver es un amigo de la infancia: alto, de piel morena, con rizos y un gran sentido del humor, es tremendamente sociable, a veces incluso demasiado se preocupa por mí más de lo necesario, y aunque puedo ser molesto, le agradezco su preocupación.

Aunque vivo a unas calles del conservatorio, no puedo evitar notar la prisa de Oliver por encontrarme. 

Me visto con mis prendas habituales: una camisa color café, pantalón negro, zapatos y un saco negro. Tomo mi violín y me despido de Carol, quien insiste en llevarme, pero decido rechazar su oferta, prefiero ir solo, sería un desperdicio de momento a solas, después de todo, he vivido toda mi vida aquí en Nueva York y conozco las calles como la palma de mi mano.

A lo lejos, a la entrada del conservatorio, veo a Oliver y lo primero que me dice es la falta de atención que tengo, con un tono de exasperación, me recrimina por no haberme peinado.

— No te preocupes tanto, no es algo tan grave, se puede solucionar — le respondo con calma.

Busco en mi muñeca una liga que siempre llevo y me recojo el cabello, aunque por más que intento dejarlo todo en orden, algunos mechones se rebelan contra mí.

Suelo tener discusiones con mi padre por mi forma de peinarme, él insiste en que debería tener un peinado más elegante y acorde a mi supuesta clase, pero siempre opto por ignorarlo y dejarlo hablando solo.

Enfrente de Oliver, trato de mostrar un ánimo vibrante, pero en realidad, siempre estoy absorto en mis propios pensamientos, no quiero que él se preocupe por cosas que no debería.

Aún era temprano, eran las 7:30 y tenía tiempo suficiente para comer algo, por la prisa, olvidé desayunar, un café y un pan serían mi batería para todo el día.

El conservatorio es un edificio imponente que se encuentra en el corazón de la ciudad, está construido con mármol blanco y su cúpula de cristal se eleva sobre ciudad.

El interior del conservatorio es como su fachada exterior, las paredes están adornadas con obras de arte de renombrados artistas y el suelo, cubierto de alfombras.

Llegada la hora nos conducen hasta el escenario donde normalmente ensayamos, este escenario es de madera y está equipado con los instrumentos musicales necesarios.

Finalmente, llegamos a la sala de ensayos donde nos reciben para tomar asistencia, no sé si en otros conservatorios sucederá lo mismo, pero aquí nos recuerdan constantemente el prestigio de nuestra institución, el Conservatorio "Fulberto de Chárteres". Pasamos al menos dos horas tocando antes de que nos den un descanso. En ese momento, lo primero que pasa por mi mente es salir a tomar un café y fumar. Sin embargo, Oliver no es fanático de aquellos que fuman, así que solo lo hago cuando él no está presente. Estoy realmente cansado, pero sé que si cierro los ojos, no despertaré aunque esté de pie...

Escucho a lo lejos los pasos de Oliver acercándose hacia mí, así que apago rápidamente el cigarro.

Oliver: "No es la primera vez que te veo así de cansado, ¿qué pasa?"

Yo: "Nada, solo que no dormí bien anoche."

Oliver: ""¿Saliste de casa de nuevo?"

Yo: "Tranquilo, no es para tanto. Ya se nos hace tarde, volvamos..."

Aunque evito entablar una conversación, sé que Oliver no dejará de hablar del tema, además, no es la primera vez que salgo de casa por las noches, salir y estar solo me ayuda a reflexionar mejor las cosas.

La muerte de mi madre hace algunos años ha sido difícil de asimilar y la única manera en la que puedo encontrar claridad es estando completamente solo.