La decisión no fue nada fácil de tomar, pues Dan y yo tuvimos que pensarlo una y otra vez, le dimos tantas vueltas al asunto que pasaron las horas, tuvimos nuestros ensayos e incluso se hizo de noche.
- ¿Cuál es vuestra decisión? - preguntó Chan por el otro lado del teléfono.
- Aceptamos - sentencié - Formaremos parte de "El artista adoptado" - finalicé con una sonrisa.
Hubo un silencio por el otro lado de la llamada, pero pude escuchar un par de aplausos...¿acaso lo estaban celebrando? No lo sé, lo único que si pude captar es que, la voz de Chan cuando volvió a hablar era mucho más alegre.
- ¡Genial! – exclamó.
- Pero tenemos una condición – dije cortando su habla.
- ¿Cuál?
- Que esto sea un secreto, que nadie se entere. Únicamente podemos saberlo vosotros ocho, vuestro CEO y Dan y yo. Nadie más. – dije segura de cada una de mis palabras.
Si ellos son tan famosos como parece, esta noticia correría por todo el mundo y empezarían los rumores, las críticas, entre otros. Además, el que más nos preocupaba era nuestro CEO...realmente acabaría con nosotros. Para ambos casos, queríamos que, si les gustamos y es seguro al 100% que vamos a trabajar en su empresa, hacer el anuncio de otra manera. Si se corre la voz de esto, van a acribillarnos con críticas del público o nos golpeará nuestro CEO, y si luego no nos eligen para trabajar con ellos...habrá sido en vano y pasaremos un momento traumatizante por nada.
Queríamos asegurarnos de que el programa "El artista adoptado" salía hacia delante, bien, y cuando nos cojan y tengamos el contrato hecho con la empresa de los chicos, haríamos el anuncio y ya nos prepararíamos para todo lo que tendríamos que soportar.
- ¡Perfecto! – aceptó sin preguntar más - ¿Este es tu número de teléfono? Es para guardarlo.
- No – respondí – Este es el teléfono de la empresa.
- Oh, entiendo. ¿Puedes darme un número o un email para poder contactaros?
¿Cómo le decía que no tenemos ni móviles, ni ordenadores ni nada? Lo único de lo que disponíamos era una Tablet en la que teníamos un programa con instrumentos, bases, composiciones realizadas por nosotros y unas libretas para escribir letras...eso era todo lo que teníamos para trabajar: una Tablet para componer y grabar los ensayos y una libreta.
- ¿Y si mejor os doy la dirección de la empresa y viene alguno de vosotros? – dije tras mirar a Dan sin saber muy bien qué responder ante aquello. – O puedes volver a llamar a este número.
Aquello creó unos silencios en la llamada.
- De acuerdo – aceptó tras unos segundos.
Seguramente le habría sorprendido que no le hubiera facilitado un correo electrónico o un número de los nuestros.
Sin más, le di la dirección del local por si decidían venir en persona en vez de llamar por teléfono a la empresa. Intercambiamos un par más de palabras antes de colgar el teléfono.
- ¿Qué dijeron? – preguntó Dan con desesperación.
- Seguimos adelante con el programa – respondí.
Lo que no sabíamos ni de casualidad es que, el programa, nos iba a traer tantas alegrías...como desgracias.
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Las horas pasaban y cada vez me ponía más nerviosa.
- Tranquilízate – dijo Dan, quien estaba sentado en el suelo y mirando como iba de un lado hacia el otro.
- No puedo – aseguré - ¿Qué pensarán al ver este lugar? ¿Qué van a decir?
- Saben que somos de una empresa pequeña...muy pequeña – dijo – Seguro que se esperan algo así.
- ¿Y si no? Vale, si, somos de una empresa pequeña...pero tal vez esto sea muy poco para lo que ellos tienen en mente – hablé – Además...no tenemos nada que ofrecerle...solo agua – mi preocupación iba en aumento.
Lo cierto es que, el día de hoy, habíamos quedado en que vendrían a hacer el primer análisis de trabajo del programa "El artista adoptado".
- ¿Kim Mary? ¿Lee Daniel? – preguntó la voz al otro lado del teléfono a la vez que lo descolgó.
- ¡Hola! Soy Lee Daniel – dijo mi amigo, quien cogió el teléfono de la empresa el cuál empezó a sonar.
- ¡Hola Lee Daniel! Soy Chan – aunque apenas era audible, podía escuchar un poco la voz de la otra persona. – Querría preguntarte si, mañana, podríamos ir a vuestra empresa para comenzar con lo que os comentamos. Lo que haremos será ir tres o cuatro de los miembros, nos quedaremos en un sitio en concreto y, como si nosotros no estuviéramos, tendréis que actuar de la misma forma.
- Oh, entiendo.
Tras aquello, quedaron en una hora y, Chan, preguntó por la dirección para asegurarse de que la tenían bien escrita.
Hoy era ese día...hoy vendrían...y, el tener que esperar hasta que se hiciera la hora, me desesperaba. Estaba muy nerviosa, y no era porque nos analizaran, vieran como ensayamos o cualquier cosa por el estilo...sino porque el lugar, para la mayoría ya sean los más famosos o de otras empresas más pequeñas, era un lugar deprimente. Este solo contaba con una pequeña recepción en la entrada, en la que nunca había nadie, solo había un escritorio con papeles, una impresora y el teléfono de la empresa, un pasillo estrecho de unos pocos metros que daba hasta una sala cuadrada – la cual era la más grande de la empresa – en la pared de atrás había una puerta que daba a un extremadamente pequeño servicio y, en la pared de al lado, una pequeña habitación que usábamos para guardar cosas ya sea algo de ropa, materiales y poco más. También, en la misma pared en la que estaba el servicio, había una pequeña cocina con una mini nevera. Y eso era todo...muy deprimente.
No fue hasta pocos minutos después, cuando empezó a dolerme la barriga de los nervios por su reacción ante el lugar al escuchar que tocaban a la puerta.
- Buenas tardes – saludó Lee Daniel amablemente mientras la abría.
Yo estaba detrás de él, intentando parecer normal.
Editado: 07.03.2024