Hasta la última gota

01|Alexander

—¡Me voy alexander avísame si necesitas algo!.

Ignoro las palabras de mi compañero de piso y a los segundos escucho el sonido de un portazo pero lo ignoro completamente enfocandome en el archivo que estoy escribiendo, no he dormido en toda la noche para entregar este trabajo que debería estar terminado hace una semana pero tome la mala decisión de ser un universitario feliz y lo deje para último momento. 

Mala idea.

Resulta que el ensayo que debía entregar hoy era de  cincuenta páginas y no de cinco, todo por enfocarme en la otra investigación que es un dolor de cabeza. Mis ojos se desvían un momento en el reloj de mi mesita de noche provocando que el dolor de cabeza aumente al notar la hora, me levanto apresurado provocando un leve mareo pero decido ignorarlo enfocandome en lo importante: llegar a tiempo a la universidad. 

Escucho mi móvil sonar pero no logro verlo con claridad.

Claro que no lo ves imbecil no ves que estamos a oscuras.

Tanteo donde podría estar el interruptor de luz y cuando lo localizo me apresuro a llegar a el y cuando lo logro cierro los ojos por la intensidad de la luz en todo el cuarto. El móvil comienza a sonar nuevamente y lo visualizo encima de mi mesita de luz por lo que me dirijo cojeando, cuando lo tengo en mis manos acepto la llamada.

—¿Aló?.

—¡¿Se puede saber por qué no has llegado aún a la universidad?!–Aparto el teléfono de mi oído cuando un grito varonil se hace escuchar. 

Confundido miro el número que me ha llamado y es un número que no está registrado en mis contactos, luego de ver el número mis ojos viajan hacia la hora percatandome que apenas son las ocho de la mañana.

—¿Quién eres?–Cuestiono inseguro.

—Tu único mejor amigo, imbecil, en unos minutos tenemos que darle el puto ensayo al puto del profesor leister. 

—¿Que? Claro que no, debemos entregarlo a las diez y lo sé porque lo tengo anotado justo en mi libreta...

Me callo de repente al notar los horarios y mi corazón se detiene por un instante, siento el sudor recorrer toda mi espalda además de que las ganas de darme la cabeza para quedarme inconsciente y así no tener una excusa para ir van en aumento. 

¡Pero haz algo imbecil no te quedes en crisis!.

Los engranajes de mi cabeza vuelven a funcionar por lo que comienzo a vestirme rápido y en el proceso me llevo muchas cosas puestas, sin pensar en lo que hago termino lanzandome directo al móvil para verificar que la llamada no se cortó. 

—Escucha jared, necesito que le digas al profesor que me deje ser el último en darle el ensayo, en diez minutos estoy ahí.

Cuelgo sin esperar una respuesta y empiezo a preparar todo lo que debo llevar.

Algo me dice que nos irá como la mierda. 

Diez minutos después 

—¡дерьмо!–maldigo en mi idioma.

—Quédate quieto que ya casi termino.

Mi mejor amigo pasa un algodón con agua oxigenada por la mejilla con demasiada fuerza que lo único que puedo hacer es maldecir y apretar el papel que esta encima de la camilla, tuvimos que venir a la enfermería de la universidad por la herida que me provoque en mi mejilla, rodilla y manos.

—Es que eres un gilipolla con todas las letras–reclama mientras posa el algodón con fuerza. 

—Pero al menos entregué el ensayo a tiempo–me defiendo.

—Eres tan extraño a veces ¿Como te hiciste estos arañones?.

—Es una larga historia.

En el camino tuve varios inconvenientes que por poco no llegaba a tiempo, me pelee con una señora de unos aproximadamente sesenta años solamente porque no quería ceder el asiento a una mujer embarazada, ese fue el peor inconveniente que pude tener. Los demás prefiero no recordarlos por el bien de mi orgullo. 

¿Hablas de cuando un vagabundo te robo tu billetera, te empujó en el asfalto y te golpeo porque no querías entregar el dinero de autobús? Si es mejor no recordarlo.

—Alex tienes que empezar a ser un poco más organizado en tus horarios ¡y dejar de posponer tus trabajos a último momentos!.

Tira el algodón a la basura para observarme molesto y enfocarse en su teléfono tecleando como loco, estoy apunto de hablarle cuando la puerta se abre bruscamente logrando que mi mejor amigo se sobresalte en su lugar. Mis ojos no pueden apartarse de la persona que acaba de entrar a la enfermería y que ahora nos mira con mala cara, trago grueso al verlo ahí parado con un aspecto completamente distinto al de la última vez que lo vi.

—Largo de aquí–espeta de mal modo.

—Esto me hace sentir vivo Alex, las voces en mi cabeza desaparecen cuando consumo–confiesa mientras se inyecta esa porquería en el brazo–. Prometo que cuando sea demasiado para mi lo dejaré. 

—Que yo recuerde esto es público y podemos estar aquí el tiempo que me salga de los cojones–jared se pone a la defensiva al verlo.

—Solo quiero que se detenga este dolor, haz que pare.

—Me vale un quintal de mierd...

Detiene lo que estaba por decir al verme levantarme de la camilla con algo de dificultad y mi mejor amigo se acerca a socorrerme, Owen da un paso adelante pero no hace ningún intento por ayudarme simplemente se queda viéndome.

—Nos vamos–le concedo cojeando un poco en dirección a la salida–, pero la enfermería no es un lugar para que consumas tu porquería Owen. 

No objeta nada simplemente se nos queda viendo mal humorado y yo no tengo tiempo para pelear con él, hace mucho tiempo dejé de ser el superheroe de muchas personas y no voy a volver a hundirme solo para que los demás se salven, cuando salgo de la enfermería junto con jared este ha vuelto a prestarle demasiada atención a su móvil así que yo decido caminar (como puedo) a mi siguiente clase. No he dado ni dos pasos que ya tengo a jared pegado a mi lado.

—Espera antes de que te vayas necesito un favor–me detiene.

—Hoy no amigo.

—Es que no te lo estaría pidiendo si no fuera importante–suplica dirigiendo su mirada de vez en cuando a su celular.



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En el texto hay: humor, droga, mujer empoderada

Editado: 28.04.2024

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