Hawa: Debemos salir a flote | #2 |

Capítulo 1

Dejo a mis brazos flotar, mientras disfruto de la sensación del agua sosteniendo mi cuerpo. He estado dentro de ésta bañera durante dos horas, más o menos. Me recuesto echándome hacia atrás, sintiendo los mechones de cabello ondular detrás de mi cuello, mientras estiro una mano bajo el agua y creo una pequeña explosión.

            Las pocas gotas salen disparadas para todos lados, como ya he estado viendo desde hace una hora y media. El agua se ha vuelto fría con el tiempo y, aunque no me molesta, prefiero la calidez tranquilizadora de un buen baño caliente. Sumerjo ambas manos y me concentro hasta sentir que he calentado toda el agua de la bañera.

            He estado las dos horas probando hacer dichos pequeños trucos, y creo que eso sólo ha ocurrido gracias a la calma que me genera la tranquilidad de estar sola en el baño, en mi departamento, sin ningún ruido, con agua caliente y sin pensamientos ni problemas. Sólo yo, el agua caliente y el silencio pacífico.

            Frunzo el entrecejo y me pongo a pensar. ¿Lo que acabo de hacer es una combinación entre la habilidad de un Hijo de Ignis y la de un Hijo de Hawa? Meter las manos bajo el agua, alterándola, como un hawa; pero subiéndole la temperatura, como un ignisio. Me he dado cuenta también de que no sólo mis manos concentran la energía para calentar o enfriar cosas, sino todo mi cuerpo. Me percaté de ello en cuanto el agua de la bañera se calentó con más rapidez y eficacia cuando me metí por completo. Pero, claro, tan sólo mis manos son capaces de contener la suficiente energía para crear fuego o manipular el agua.

            Cierro los ojos y trato de no divagar más con mi cerebro que nunca para de hacer conexiones; sobre todo desde que mi vida cambió y todo este tema de ser una Hija de Gea salió a la luz.

            Me dejo resbalar lentamente, y sumerjo la barbilla, luego la nariz, y, al final, la frente, quedándome por completo bajo el agua. Abro los ojos, y el jabón mezclado con el agua y los demás productos que usé me provocan un leve escozor, pero lo ignoro. Admiro mi cuerpo casi flotando, con los rebeldes mechones de pelo danzando de un lado a otro. Tendría que salir ya; tendría que dejar de hacer tiempo.

            Tendría que enfrentar a mamá de una vez por todas.

            Ayer, cuatro horas después de la medianoche, mi madre llegó a casa. Yo me encontraba dormida, y para cuando me desperté Clark me dio la noticia. Ella aún no ha despertado, y por eso aquí estoy yo, alargando el tiempo de espera, haciéndolo eterno, sumergida en la bañera con temor a hablar con mi propia madre. Con temor a saber qué es lo que ella opine de mí, luego de nuestro pequeño incidente en la sala.

            Me estiro lo más que puedo, y entonces mis piernas salen un poco fuera de la superficie, y mi cabeza queda apoyada completamente en la base. Miro hacia arriba, hacia el techo, observando lo extraño que se ve el agua desde aquí, desde su interior. Casi pareciera una especie de cápsula. Dentro de ella, nada puede oírse, nada puede sentirse con exactitud, y nada puede verse con determinación.

            Mientras cuento los minutos que aguanto bajo el agua, dentro de la pequeña cápsula, voy imaginándome posibles conversaciones con mamá y adecuadas respuestas para ofrecerle. «Yo tampoco supe qué estaba pasando». No, demasiado estúpido. «Simplemente salió de mí, sin que pudiera evitarlo». No lo sé, eso quedó bastante obvio aquel día. «No eras la única que estaba asustada. Yo estaba muriendo del miedo».

            Cierro los ojos y caliento el agua un poco más. Clark no debería estar ahí cuando hablemos. Tendrá que ser algo tan sólo entre ella y yo, a menos que mamá ya le haya contado o no pretenda guardarle ningún secreto.

            También tendré que contarle acerca del Gremio, si es que voy a pasar la mayoría del tiempo allí.

            Me levanto de golpe, saliendo a la superficie, como si me hubiera quedado ya sin aire. Aunque bien podría haber dudado varios minutos más. La idea del Gremio me come la cabeza; he intentado sacarme aquella idea de la mente, pero lo único que logro es recordarlo. Me paso las manos por el rostro, sobre todo para quitarme un poco el agua de los ojos y para llevarme el cabello mojado hacia atrás. El plan por el que Fénix trabajaba era para que yo me uniera a ellos, para que esté de su parte… no necesariamente para asistir al Gremio de los Ignisios.



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En el texto hay: misterio, elementos naturales, romance

Editado: 04.05.2018

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