Capitulo 3. Un libro especial, parte 3

Narra Eun-Yeong:

Fui directamente, donde el libro me dijo que estaba, el profesor de música de Dong-Yul.

—¿Dónde está? tengo que encontrarlo antes de que se vaya de la esquina.

—Muchas gracias, vuelva pronto—Escuche a una señora en la puerta de un restaurante.

—No lo dude—Le respondió un hombre con sombrero, ese sombrero es... ¡es él!

—¡Señor! ¡Señor Baek!—El señor se detuvo sin mirar hacia atrás. Se giro y me vio con cara de sorprendido. Seguro que no se lo esperaba.

—¿Quién eres? jovencita.

—Me llamo Eun-Yeong señor, y he conocido a Dong-Yul, su ex alumno.

—Sí, ya sé quién es. ¿Qué pasa con él?

—Pues vera, está muy triste por lo que le ha pasado y...

—Ya sé lo que le ha pasado, pero eso no tiene que ver conmigo.

—Pero señor, usted fue quien le enseñó el destino que podía elegir.

—Yo le enseñé que pase lo que pase, podía trazar un nuevo camino, para llegar a la meta, que él quisiera, si las cosas no salen como uno espera, hay que dar la vuelta al problema y enfrentarlo. Lo que le ha pasado es que estaba nervioso, y no confiaba lo suficiente en él, como para hacerlo bien. Él sabe hacerlo bien, y le sale perfecto. Pero hay una línea muy fina entre el fracaso y el éxito, y si no tienes suficiente fuerza como para levantarte y auto convencerte de que vales, nunca llegaras al éxito.

—Eso es muy motivador, pero ahora mismo está solo y asustado.

—Toma, dale esto—Me dio una carta. –Esperaba dárselo en persona algún día, pero primero tiene que saber sobre esta carta y luego, cuando las cosas vuelvan a su sitio, iré a verle. Ahora me tengo que ir, adiós joven.

Me despedí de él. Espero que esta carta funcione ¿tú que harías mamá? Llegué donde estaba y lo vi abrazado al teclado, parecía que se iba a levantar para irse.

—Espera un momento.

—¿Tu otra vez? ya te he dicho que me dejaras en paz.

—Solo lee la carta. Es de alguien muy especial para ti.

—¿Y tú que sabes? no me conoces.

—Solo léela—Le di la carta y me fui a mi casa. No sé si hice bien en irme sin más, pero lo hecho, hecho estaba. Pasaron las horas y llegó la noche, mientras cenaba con mi tía veíamos la televisión.

—Sube el volumen, ¿ese no es...?

—¡Es Dong-Yul!—Estaba tocando una preciosa melodía en el centro del pueblo, su teclado estaba arreglado y sonaba maravillosamente bien.

Después del espectáculo que vimos por la televisión, alguien toco el timbre, pero no vi a nadie, solo una carta.

—Gracias—Leí.

Mi primera misión completada. La hoja de Dong-Yul se pinto de color verde claro, con la información y los resultados grabados en negro.