Capítulo 4: Amame o matame. Primera parte.
Cada persona tiene su historia, cada quien sabe cuanto duelen y le pesan sus heridas.
-Anónimo.
10:30 PM.
Puedo decir que las fiestas son mi debilidad, que amo bailar y perderme en el tumulto de gente que salta y salta volviéndose loca, puedo decir que amo reírme hasta nos dar más por algún estúpido chiste que hizo uno que estaba muy borracho para darse cuenta de lo que decía. Pero sinceramente, las fiestas de Mike nunca, pero nunca me gustaron, son demasiado alocadas y peligrosas. Seria poco decir que gente despertó en el techo, sin ropa, y llorando porque no podía bajar.
Cuando estábamos saliendo y hacia fiestas, por lo general yo me la pasaba tomando alcohol, tomaba tanto que a veces terminaba encerrada en el baño por media hora. Pero lo más gracioso de eso es que aunque beba dos litros de vodka nunca voy a lograr emborracharme, ese es un serio problema que tiene mi organismo. El alcohol no hace efecto en mi cuerpo.
A las fiestas también voy con mi hermano y mejor amiga. Emily baila y toma demasiado hasta quedar boba de la borrachera y teniendo mi hermano que llevarla a su casa mientras ella le susurra-para mi incomodidad- lo sensual que es. Y Jack no bebe, solo baila y se ríe, pero siempre cerca de mi amiga, como si fuera una solapa. No le quita los ojos de encima ni aunque le vomiten en la camisa, lo digo por que ya paso.
Pero ahora, venir con Caleb, eso es otro tema aparte. Se siente como estar con la mafia, lo digo enserio; la gente se aparta cuando pasa él con su andar idiota de soy un chico malo, no me toquen y creen que las personas son estúpidas por acercarse a alguien como él. Hay rumores que dicen que Caleb nos tiene amenazados a Jack, a Emily y a mí, que si no estamos con él va a matar a algún integrante de nuestra familia, o algo así escuche.
Juro que escuchar las idioteces que dicen algunos para hacer más interesantes sus vidas es deprimente y, en ocasiones, gracioso. Por qué no solo te juzgan por tu vestimenta; lo hace por tu forma de mirar, lo hace por las veces que te acostaste con alguien o cuando todavía no lo hiciste. Te juzgan hasta por la bombacha que llevas puesta. Y la verdad, hay veces en las que me dan ganas de reírme en sus caras.
—Me miran como si fuera un delincuente—frunce el ceño y se acomoda la camisa. Luego sonríe un poco y me mira acomodando su pelo medio largo hacia atrás—, es divertido.
Meto mis manos dentro de la campera de cuero que le saque a Jack.
—¿Divertido?
—Si—suspira—, la gente acá no me conoce y no sabe porque razón estoy en su pueblucho. No tengo porque ofenderme o sentirme mal por palabras que salen de personas que no tienen ni un gramo de idea de lo que tengo que pasar o al menos como es mi vida.
Un silencio se forma entre nosotros, siento a Emily tocar mi hombro y me doy vuelta tratando de no chocarme con nadie.
—Voy con Jack por bebidas—asiento confundida. Pasan segundos en donde no la veo hasta que la encuentro sentada en un sillón riéndose con mi hermano, me encojo de hombros y me dirijo a Caleb.
—¿Bailamos?
—Estuve esperando tanto para este momento —se burla tirando de mi mano hacia la pista de baile improvisada, algunas personas se corren para dejarnos pasar.
—¿Qué intentas?—rio al verlo mover ridículamente la cadera de un lado a otro, luego me sonríe radiante y mueve los hombros de atrás para adelante haciéndome reír.
—Bailar—se encoge de hombros—solo fui a bailes tradicionales toda mi vida, Hannah. En mi mundo esta clase de fiestas no existen, allá todo es más clásico—se acerca a mí y me susurra al oído —, siempre quise bailar así, y hacerlo en mi cuarto con la música alta no cuenta.
Largo una carcajada y me dispongo a seguir sus movimientos por más ridículos que nos veamos.
Mi pelo suelto se mueve en el aire y el sudor se propaga en mi frente de tanto saltar y saltar al ritmo de la música y de los divertidos pasos de mi compañero de baile. Giro sobre mi lugar riendo y cuando voy a dar otra vuelta más mi pie tropieza con el otro y doy un paso mal chocando contra el pecho de un chico. Detengo mis pasos al tiempo que retroceso hacia atrás y levantó la vista para ver al chico alto con el que choque.
—Hannah—grita sobre toda la música, sonríe y pasa una mano por su pelo marrón.
Sus ojos celestes brillan en la oscuridad del lugar y la sonrisa que se extiende en sus labios es tan irritante como estúpidamente linda. Lleva una camisa a cuadros roja y unos pantalones rotos negros, las zapatillas blancas en sus pies brillan también sobre la oscuridad y odio que se vea tan hermoso.
Masoquista me dicen a mí.
—Mike—susurro más para mí que para él, trato de sonreír y hacer como si su presencia no me afectara—. ¡Buena fiesta!
—Gracias—se rasca la nuca con incomodidad y mira detrás mío para luego volver a mis ojos—¿Puedo hablar contigo a solas?
Abro mucho los ojos y miro a Caleb, quien tiene la mandíbula apretada y los ojos fijos en él. No me había dado cuenta que él había dejado de bailar y sus manos estaban en mi cintura de forma protectora.
—Yo... claro, claro —susurro con confusión haciendo que las manos de Caleb caigan a los costados de su cuerpo, me mira enojado y niega con la cabeza antes de desaparecer entre las personas.
Me siento mal y estúpida, ¿tengo que ir detrás de él?
La pregunta se queda rondando en mi mente mientras lo veo irse hacia una esquina, una chica se pone a hablar con él y Caleb se ríe de algo que acaba de decir ella. Me golpeo mentalmente al no detenerlo antes.
—Ven—murmura este, ahora más cerca de mí de lo que yo preferiría—. A mi cuarto.
Trago saliva y lo sigo cuando atrapa mi mano entre la suya y tira de mí hacia donde se encuentran las escaleras y subimos, dejo de mirar nuestras manos juntas y volteo a ver hacia abajo donde los adolescentes hormonados y borrachos se encuentran. Me detengo por unos segundos viendo a Caleb mirarme desde la otra punta mientras aquella chica rubia le cuenta algo; frunce el ceño y lo veo en sus ojos, se que me esta pidiendo que no vaya. Y no se que hacer.