Al llegar al aeropuerto, Emma suspiro.
Ese sería el comienzo de un nuevo estilo de vida.
Pero, después de toda tenia a la magia. Su amuleto bajo la manga que la ayudaría si llegara a tener un problema.
Nunca se le quedo en el mente las conversaciones que diariamente tenía con su madre. Toda la Consistía en “no debes utilizar la magia innecesariamente, hay cosas que se pueden resolver por nosotros mismos”
Eso les parecía una ridiculez a la rubia.
¿Para que teníamos magia si no la iban a utilizar?
Eso diariamente se lo preguntaba en su mente.
La rubia se quedo paralizada, Mirando el aeropuerto, pensando en todas las cosas que vivió en su pueblo natal.
Todas las travesuras, escapadas, risas, enojos, tristezas. Todo.
Sin darse cuenta una lágrima corrió rápidamente por su mejilla.
Sacudió la cabeza, ahuyentando los pensamientos que habían provocado sus lágrimas.
No sabía durante cuánto tiempo estuvo mirando el logo del aeropuerto pero estaba segura de que había sido mucho.
Un pequeño silbido resonó en sus oídos haciendo que despertara de su trance.
—¿Estás bien?—pregunto Keila mirando a su amiga, preocupada.
—s-si—se seco la lagrima—vamos a perder el avión—dijo señalando juguetonamente a la pantalla de anuncios de los próximos vuelos.
Una voz femenina sonó atreves de los megáfonos del aeropuerto anunciando lo siguiente:
Al darse cuenta que ese era su vuelo correspondiente todos corrieron desesperadamente hacia la puerta de embarque del vuelo 223-A.
Lamentablemente esa puerta quedaba al otro lado del aeropuerto.
—¡no llegamos!- dijo Kevin tomando una bocanada de aire.
Siguieron corriendo, pero en el reflejo del espejo se vio un avión despegando rápidamente por la pista.
Se pudo ver la desilusión en los ojos de los chicos que estaban claramente entusiasmados por ir a Nueva York.
—lo perdimos—anuncio Brian.
—¡NOOO!- dramatizo Allison, como de costumbre.
Emma se aparto del grupo y los chicos la miraron con ojos extrañados a tal comportamiento de la chica rubia.
Se acerco a una pantalla y exclamo felizmente:
—¡hay otro vuelo en tres horas!
—pues cambiemos los boletos antes de que nos quedemos a la deriva en algún otro lugar—se burlo Keila riendo.