Hecho a tu medida

CAPÍTULO 28. ✺En pocas palabras: es impresionante✺

Ver a Aarón con tan buen humor me tomó por sorpresa, pero, al mismo tiempo, me pareció algo positivo. Lau no pensaba lo mismo.

—¡Llegué! —había gritado en cuanto entró al apartamento, con una enorme sonrisa en el rostro, sin saber que ambas estábamos a unos metros de él. Cuando nos encontró mirando una película, se sobresaltó—. Madre de Dios, ¿a quién se le ocurre ver la televisión con el volumen así de bajo? Casi me da un infarto aquí mismo.

—¿Por qué llegas a estas horas? —preguntó Lau casi como un reclamo.

—¿Eh? —Aarón titubeó—. Bueno, salí con Sonia, por eso… Espera, espera, ¿desde cuándo debo dar explicaciones a la amiga de mi hermana?

—Desde que la amiga de tu hermana está cuidando de ella en tu lugar.

Mi hermano se tomó un momento para mirarme.

—¿Estuviste llorando? —inquirió sorprendido, acercándose a nosotras.

—Sí, es que estuvimos viendo una película muy triste —mentí.

—Sea como sea, eres un pésimo hermano —declaró mi amiga sin dejar de estar a la defensiva.

—¿Qué hace ella aquí? —Aarón estaba determinado en ignorarla y apuntarla con el dedo.

—Me quedaré a dormir porque solita Mara corre mucho peligro —respondió Lau en mi lugar, cosa que no le gustó a él.

—¡Estoy hablando con mi hermana!

—¡Y yo te estoy hablando a ti, necio!

Traté de ignorarlos cuando comenzaron a gritar, hasta que incluso teniendo el volumen al máximo no me dejaron escuchar la televisión.

—¡YA CÁLLENSE! —exclamé—. Estoy tratando de ver una película. Si quieren pelear, que sea en otra parte.

Laura expiró con fuerza, sin dejar de acuchillar con la mirada al otro.

—Perdón, Mars. Sabes cuánto odio la irresponsabilidad.

—Sí, claro —se carcajeó Aarón—. Lo dice la que deja acumularse las tareas.

—¡Mara!

—Parecen niños malcriados, chingada madre —espeté molesta, para después ponerme de pie—. Me iré a dormir antes de que destrocen la casa.

—No, no, perdón —se disculpó Lau, tomándome del brazo—. Es que tu hermano me saca de mis casillas.

—Y ella a mí.

Laura le lanzó una última mirada fulminante.

—De acuerdo, vayamos a tu habitación y dejemos a este pesado solo.

Tomó el control y apagó la tele. Después me guió a mi cuarto. Al momento en que se sentó en la cama, me observó llena de culpabilidad.

—Lo siento, no era mi intención pelearme con Aarón cuando estás así de desanimada.

—Nah, eso no importa. Me divierte verlos así, sólo que esta vez se pasaron un poco.

—Tienes razón —dijo entre risotadas—. A la siguiente, disminuiré la intensidad. Bueno, no traje pijama, así que espero que me disculpes.

Sin dejarme responder, se quitó los zapatos y entró en mi cama. Entre risas, me puse aquella playera del partido político y un pantalón de lana calentito. Me acomodé a su lado. Teníamos que estar muy juntas ya que mi cama no era del todo espaciosa.

—No tengo mucho sueño —confesó después de mirar el techo por unos minutos—. ¿Quieres ver videos en Facebook o algo?

—Claro.

Sacó su celular y comenzó a buscar entre las opciones. Al final, terminamos viendo cientos de videos de cómo una mujer se maquillaba como el personaje de cualquier caricatura.

 

 

 

══════ ══════

Habían pasado casi dos semanas desde que había discutido con Isaac y cada vez que pasaba frente al local de mariscos, me asomaba con la esperanza de encontrarlo. La cosa era que, cuando conseguía atrapar su mirada, él de inmediato la apartaba y continuaba con su trabajo como si nada.

Bueno, ¿qué esperaba? A fin de cuentas, fui yo quien rompió nuestra amistad. Aunque, siendo sincera, prefería eso a tener que verlo todo cariñoso con su chico.

«No, no debes pensar así», me dije. Desde que había leído los últimos capítulos de Besos Prohibidos, toqué fondo cuando Kyle y Jade tuvieron su milésima pelea, y decidí que debía madurar. Para conseguirlo debía eliminar cualquier pensamiento amargo acerca de ellos dos. Y tal vez en el futuro sería capaz pedirle disculpas por mi estupidez.

Me obligué a menear la cabeza. No sabía cuánto tiempo me la había pasado viajando en mi mundo caótico, pero apostaba a que la profesora me daría el regaño de mi vida.

La vida me sorprendió cuando, en lugar de escuchar su discurso sobre cómo los jóvenes debíamos preocuparnos por nuestro futuro, pasó algo mucho peor: la planeación de la kermés de la que Isaac me había hablado tiempo atrás. Se celebraría el día de muertos con la intención de reunir fondos para el colegio. Es decir, sucedería dentro de dos semanas y tres días.

En cuanto terminaron las clases, Pilar nos detuvo para hablar de ello a fondo. Se veía particularmente emocionada, mientras que yo quería huir despavorida.



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En el texto hay: comedia, amor platonico, romance juvenil y humor

Editado: 28.03.2023

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