Sonrió con decepción nuevamente el día de hoy ante mi reflejo. Lo único que se veía al frente mio, es un extraño monstruo, un ser que si el propio espejo tuviera una vida, este se encargaría de no dejar que una criatura como esta, se observará en él.
Estaba consciente de que ese monstruo, que era yo, era simplemente eso, un monstruo. Pero... lo olvidé. Me deje creer que si bajaba unos kilos demás, iba a ser más agraciada, o si me medio arreglaba, mejoraría mi apariencia, que si me creía bella, me lo creería. ¡Que error, el mío! Un monstruo no puede dejar de ser quien es: alguien despreciable y horrible a la vista de todos.
Si pudiera describir las sensaciones de estos instantes, serían: odio, vergüenza, tristeza y asco, todos ellos dirigidos hacia mí persona. Y aunque trate de buscar una manera de suprimir esos sentimientos, siempre será mi propia apariencia la que me opacaria todo lo bueno que había logrado para superarlos.
Soy un bicho raro, un cero a la izquierda, un individuo de la humanidad que no debió nacer. Si venir al mundo, concebía tener que soportar toda la mierda que la gente me tira por ser yo, entonces hubiera preferido que me hubieran abortado o que, sin importar si suena cómico o no, que otro espermatozoide hubiera ganado la carrera.
Me duele tanto odiarme. Y odio sentirme de esa forma tan inútil y tan insignificante. Tengo miedo de que mis días oscuros se apoderen de mi de nuevo más en estos momentos, estar al fondo de la botella, no suena tan mal.
¿Qué alguien me salve? No, querida. Si yo no soy capaz de salvarme a mi misma, entonces nadie lo hará. Aunque de todas formas, nadie querría hacerlo. Todos están muy ocupados con sus propias vidas y problemas que, no se molestarían en ofrecerme una mano. A pesar de mis gritos por encontrar a alguien que notará que mi luz estaba a punto de apagarse, nadie notaría a este foco dentro de tantas estrellas o galaxias.
Un monstruo que por ser un un monstruo, todos se alejarían de él, todos lo olvidarán y ninguno le ayudaría. Porque si ya pidió ayuda alguna vez, ahora no lo hará.
Por lo que, sin importar si las lágrimas que cada vez que recuerdo lo asquerosa que puedo ser, son amargas, ya nada puede mejorar mi monstruosidad.
Porque como dije antes, un monstruo es un monstruo y así permanecerá.
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Editado: 15.05.2020