Heradise: Redención

V. La Ascensión del Ángel

25 de agosto de 2040

 

El amanecer exclamaba su llegada y Angeline ya estaba lista para darse a la fuga. Desde la propuesta de Nyroh, Angeline creó una rutina interesante para que ambos pudieran ir de aventuras y entrenar sin que su mamá y Evelyn pudieran detenerla. Cada tres días, se iba de casa con algún pretexto y se reunía con Nyroh para viajar a todos los rincones de Heradise que faltaban por descubrir.

Verificó por última vez que todo estuviera en su lugar y que nada le hiciera falta. La curiosidad y la energía eran notables en sus movimientos, actuaba velozmente, ansiando que el viaje iniciara en el momento. Agarró el bolso que frecuentaba usar para los viajes y salió de su cuarto, encontrándose de primera mano con Evelyn. Evelyn notaba mucha rareza en las acciones de Angeline y llevaba analizándola por un mes, le parecía extraño que, de un día a otro, superara la desaparición de su padre y decidiera irse a la zona de los gigantes a horas tempranas, cada tres días, un patrón inusual.

Angeline preparó todo y corrió hacia la puerta de su habitación, dispuesta a irse, pero tras el umbral, estaba Evelyn con una mirada expectante y de brazos cruzados. Angeline miró instantáneamente el piso de madera, evitó tener contacto directo con Evelyn, reconoció que sería difícil evadirla en una conversación. Ansiosa, Angeline empezó a buscar un método de escape, en las paredes celestes del pasillo, en los marcos colgados, algún pretexto para evadirla, pero no había nada, estaba arrinconada.

—No hay manera de que evites mi presencia —comentó Evelyn, expresaba preocupación y molestia—. ¿Qué has estado haciendo estos últimos meses? No le he contado a nadie, ni a tu mamá de tu extraño comportamiento. Quiero saber qué ocurre, Angie.

Angeline empezaba a sentirse mal por ocultar sus planes con Nyroh, pero sabía que estaría en problemas si su mamá llegaba a descubrirlo.

—No es nada, simplemente… he querido pasar ciertos días en esos lados, me encanta la vista que ofrecen las montañas de los titanes, solo eso.

Angeline dio todo su esfuerzo para sonar convincente. Evelyn reconoció sus intentos por mentir, por lo que, no tuvo de otra que rendirse.

 

—Está bien, ve.

Angeline sonrió con alegría y se despidió de Evelyn con un fuerte abrazo. Evelyn sonrió con malicia y cerró la puerta de la habitación de Angeline. Los planes que tenía Evelyn eran palpables en sus gestos, gestos que su mamá supo reconocer. En ese momento, Evelyn estaba en la sala de su casa acompañada por su mamá, 10 minutos después que Angeline se fue.

—Hoy llegará tu papá en la tarde.

—¿Ah? Que bien…

—Evelyn, estás actuando un poco extraño. ¿Qué tramas? —preguntó Eve conforme cruzaba sus brazos, reconoció que esa no sería la respuesta que daría ante tal noticia. Ambas compartieron miradas y Evelyn apartó su vista a otro lado.

—Nada, mamá.

Evelyn deseaba mantener la confidencialidad de Angeline, dedujo que ella era la única que notaba su peculiaridad en los últimos meses, ingenuamente, no sabía que Eve también sospechaba de Angeline.

—¿Crees que vas a engañarme? ¿A mí? —exclamó con ironía y cortó distancias con su hija—. Cariño, yo te crie y reconozco cuando mi hija oculta algo, es sobre Angeline, ¿no es así?

—¿Eh? Pero, ¿qué dices, mamá? —preguntó nerviosa.

Ese gesto denominó a Eve como la vencedora.

—Ya te exhibiste, Evelyn —expresó con una sonrisa risueña y agarró las manos de Evelyn—. Venga, cuéntale a tu mamá.

La mirada de Eve reconfortó a su hija y ella cedió.

—Angeline ha actuado extraño estos últimos meses y eso me preocupa. No sabemos qué hace cada vez que desaparece y seguramente corre peligro. Tras el rapto de su padre… tengo miedo que algo malo le pase, pero se niega a recibir compañía y evade el tema cada vez que puede.

—Hm, ustedes no parecen simples amigas por lazos familiares, ustedes parecen hermanas de espíritu.

Eve sonreía enternecida, la preocupación que exponía su hija le recordó todas las veces que expresó ese mismo sentimiento por Dante y todas las veces que estuvo ahí para consolarlo como a un niño.

—Supongo que sí… —dijo tras apartar la mirada, la preocupación no desaparecía.

—Entonces, síguela.

—Pensaba hacerlo hoy, pero ya es tarde, se fue hace varios minutos y es muy rápida.

—¿Por qué dudas de tus capacidades? —preguntó con molestia—. Acaso, ¿tú no posees alas como ella? ¡Búscala!

—¿Qué? Pero…

—¡Sólo hazlo!

Eve sacó a Evelyn de casa forzosamente y ella no tuvo otra opción que volar y buscar a Angeline. Eve la observaba y sonreía con felicidad. Sintió que su hija era la viva imagen de su juventud, y le alegraba pensar que ahora su hija viviría su propia aventura, una aventura que ansiaba escuchar.

 

 




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