Herederos: El PrÍncipe De Hielo

XXI

Hale

― ¿Estás seguro que es lo mejor? ― pregunta Bernard frente a mí, asiento, miro por la ventana, la nieve cae sin piedad al igual que lo hizo hace un año, es noche buena nuevamente, pero no tengo nada que festejar.

Hoy hace un año mi familia se vio obligada a huir por una amenaza, hace un año vi por última vez esos ojos violetas que me hipnotizaban, que escuche su voz y su risa, hace un año desde que la familia Barrier llego a su fin.

―Mis padres podrán asistir a la gala, igual que mis abuelos, yo no me siento capaz de fingir una sonrisa un día como hoy.

Bernard asiente, su rostro es serio, aunque el no estuvo en ese momento, ha estado a mi lado todo este tiempo, observando de primera mano, como por las noches me levanto aterrado al revivir en sueños lo vivido esa noche, o la lucha que es ver a Josabet cada día, esperando que no sea el último. No, esta vida no le deseo ni al peor de mis enemigos.

»Quiero pasarlo en casa, junto a Bob y a Josabet ― Bob se mudó conmigo hace seis meses, cuando decidí salir del castillo, y vivir por mi cuenta, algo murió en mi hace un año y no me permite seguir adelante, trasladamos a Josabet a casa, cuenta con atención las veinticuatro horas del día y nosotros tenemos la oportunidad de compartir junto a ella cada día.

Pasamos por muchos momentos angustiosos en este año, Josabet no daba señales de mejoría, sino todo lo contrario, estuvimos a punto de perderla por un virus de influencia, en ese momento, el pánico se apoderó de ambos, cada día nos sentábamos por horas solo para comprobar que su respiración seguía ahí, todos se preocupan por nosotros, esto dejo de ser sano para todos hace mucho tiempo. Pero no pierdo la esperanza de que un día regresará.

―Lo entiendo hermano ― dice levantándose y tomando su abrigo ― le hare saber a tu padre la decisión que has tomado, estoy seguro que entenderá tus razones. En el momento menos esperado estoy seguro que todo tu esfuerzo se verá recompensado.

―Que Dios te oiga hermano, que Dios te oiga.

Sale de mi despacho, me sirvo un vaso de whisky, siento como el líquido pasa quemando mi garganta, fijo mi vista en la ventana, llaman a la puerta.

―Adelante.

―Whisky para dos entonces ― escucho la voz de Bob a mis espaldas, lo escucho servirse un vaso antes de venir a mi lado ― Ya ha pasado un año.

Asiento, el silencio se instala entre nosotros, es extraño, nuestra amistad se basa en silencios, en estos momentos es cuando compartimos los mismos sentimientos.

Escuchamos un grito proveniente de la habitación de enfrente, la habitación de Josabet. Sin perder tiempo salimos como rayos y nos encontramos a Norma con la mano en la boca, me volteo hacia la cama donde durante seis meses he visto a Josabet, ahora esta vacía.

―Le he quitado la vista, un segundo, y desapareció.

Bob y yo nos miramos por unos segundos antes de salir de la habitación cada uno va a un lado, no puede estar lejos, su cuerpo difícilmente puede mantenerse en pie, siento el corazón en la garganta, tengo sentimientos encontrados en este momento, la felicidad de que haya despertado y al mismo tiempo el temor que se haga daño, corro por las habitaciones, abro una puerta tras otra, sin éxito.

― ¡Hale! ― escucho llamarme a gritos, es la voz de Bob. Regreso por donde he venido escuchando cada vez más fuertes los gritos, junto a las escaleras veo a Bob en cuclillas, mierda, mierda, que no haya pasado nada Dios mío, que este bien.

Me acerco a ellos, Bob se vuelve al sentirme y niega con la cabeza, voy hasta a su lado Josabet esta tendida en sus brazos, con las mejillas sonrojadas y el ceño fruncido, es la primera vez que vemos una expresión en su rostro desde que cayó en coma, parece como si aun dentro de sí librara una batalla.

Mientras Bob la lleva en brazos hasta su habitación, tiene algunas marcas por las maquinas a las que suele estar conectada, saco mi teléfono del bolsillo mientras voy detrás de ellos, esto lo debe saber el doctor Roberts.

―No hay una explicación médica para esto ― confiesa el doctor revisando sus signos vitales, el Doctor Roberts es el mejor en todo el país en este tipo de casos, es un hombre cerca de los sesenta años de cabellos grises y ojos oscuros, pero siempre dejo muy claro que no hay una manera segura de cómo evolucionará un paciente en un coma grado dos ― es posible que dentro de su inconsciente aun esté en el momento en que sucedió todo, en todo caso podríamos decir que su estado ha pasado de un grado tres a un grado dos, donde su cuerpo está tomando conciencia de lo que su cerebro pasa.

Nos mantenemos en silencio, siempre es así, asimilar tal cantidad de información no es sencillo, compartimos una mirada cómplice con Bob, supongo que al fin de al cabo si tenemos algo que celebrar esta noche buena.




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