Capítulo 12

Fué sin duda un gran golpe para la señora Emma haber perdido ahora a su hijo. Se encontraba sumamente triste. Tere hacia todo lo posible por consolarla, estando siempre a su lado.

Valentín viajaba en tren de esa tarde, cuando ellas habían ido a visitar a la amiga de la señora Emma. Cuando el tren se descarriló. Hubo pocos sobrevivientes. La noticia apareció en el periódico al día siguiente. Muchos pasajeros habían quedado atrapados en los vagones, cuándo éste cayó al lago. Muriendo la mayoría ahogados, aplastados, incluso quemados, cuando la caldera de la máquina explotó.

Tere se encontraba huérfana de padres, y subyemor era que lo fuera definitivamente. Su querida abuela se había sumergido en una terrible depresión a la perdida de su único hijo.

En una ocasión le pareció oírlo dentro de la oficina, acomodando algunos papeles. No sé atrevió a abrir la puerta. Temía verlo. En vida no fue muy cariñoso con ella, no deseaba averiguar cómo lo sería ahora que había fallecido.

Los días pasaron en la propiedad de la familia. Cada muerte pesaba en el ambiente de la gran caza. Incluso para Tere.

Mientras recorría al área de dónde se encontraban los caballos vió a una mujer que vestía un peculiar vestido en colores obscuro. Una mujer cubierta de luto paseaba por el lugar. Los caballos se inquietaron cuando pasó cerca de ellos.

Se acercó con cautela, no demasiado. Sólo lo suficiente. La escucho quejarse, sollozar con pesar. Seguramente se lamentaba. Había aprendido a entenderlos un poco. Aunque aún le daba un poco de temor. Pues no todos había muerto de una forma agradable. Y eso, los hacia repetir una y otra vez su propia tortura.

La mujer siguió caminando, sin detenerse, o siquiera mirar hacia atrás. Ya no pudiendo ir más allá,al sentir que se alejaba demasiado, decidió no seguirla más. La vió hasta donde sus ojos alcanzaron, antes de desvanecerse.

Ha la ocasión en que los fantasmas hablaban con ella. Solicitando algún favor. Y si no lo cumplias, había quienes se molestaban mucho, asustando la hasta que fuese cumplida la tarea pendiente.

Con el pasar de los días, de las semanas. La señora Emma salió de su habitación. Cansada, pálida y con un semblante de tristeza. En esa ocasión mando llamar a todos en la propiedad. Pues era necesario que hablara con ellos.

Cada uno de los que trabajaba en aquella gran casa se presentó ante ella. Las voces y los murmullos no se hicieron esperar, se encontraban espectantes ante lo que tenía que comunicar.

Tere estaba junto a ella. Ignorando el porqué habían sido llamados.

- Han sido hoy llamados, porque he tomado una decisión - hablo con voz firme mientras los miraba a todos - Debido a la serie de acontecimientos - por un momento la voz se le escucho quebrada. Bajo la mirada con tristeza - Como bien sabrán hemos tenido pérdidas muy importantes en nuestra familia. Y eso me ha destrozado mucho. Ahora sólo nos encontramos mis querida nieta y yo. Y aunque han servido a esta familia con dedicación debo informales que he decidido mudarme- sonríe al escuchar murmullos en el salón- Les agradezco de todo corazón todos estos años. Y extenderme generosas cartas de recomendación, así como una espléndida liquidación por sus años de trabajo - sonríe acariciando la cabeza rubia de su nieta, quién la mira con una gran incógnita en su rostro- La casa es demasiado grande para nosotras solas. Ésta propiedad pasará en herencia a mi querida nieta una vez que yo muera. Estoy cansada y vieja. Nos iremos a una pequeña propiedad que he adquirido. Dónde será más que perfecto para nosotras dos. Y aquellos que nos acompañan. Eso es todo, por favor vuelvan a sus labores- todos en la sala se acercaron uno por uno hasta la señora Emma, dándole las gracias y demostrándole su cariño por todo el tiempo que le han servido a ella y a sus antecesores.

Los meses siguientes la propiedad se fue sumergiendo en un letargo y profundo sueño conforme los que la habitaban se marchaban.

Los muebles que se quedaron fueron resguardados por mantas y sábanas. Las ventanas y puertas cerradas. La enorme propiedad se convirtió en un durmiente. De dónde sólo los ecos del pasado eran susurrados a aquellos capaces de oírlos.