El aire de la habitación olía a piel, a susurros compartidos, a amor recién nacido y sin máscaras.
Naira estaba recostada sobre el pecho de Kael, su respiración calmada siguiendo el ritmo de los latidos de él. Una de sus piernas enredada con la de él, su mano dibujando círculos lentos sobre su torso. Kael tenía un brazo alrededor de su cintura, el otro jugueteando con mechones de su cabello, como si acariciarla lo mantuviera anclado a la realidad.
—¿Estás bien? —murmuró él, con voz ronca pero suave.
—Mejor de lo que imaginé —respondió ella, sin moverse, disfrutando de la calidez de su piel—. ¿Y tú?
Kael suspiró, besándole la frente con dulzura.
—Creo que nunca me había sentido tan... humano. Siempre he estado rodeado de mujeres que me cuidaban, que me admiraban o me temían. Pero tú... tú me ves. Me tocas como si yo también pudiera protegerte.
Naira levantó la mirada. Sus ojos reflejaban la luz tenue de la lámpara. Había algo distinto en ellos. Serenidad. Plenitud.
—Tú me proteges, Kael. De formas que ni tú entiendes. Me haces sentir... viva. Como si por fin hubiera encontrado algo que no quiero perder nunca.
Él la besó. No con urgencia, sino con devoción. Fue un roce lento, como si grabara su amor en su piel.
—¿Te arrepientes? —preguntó él, después de unos minutos en silencio.
Ella negó suavemente con la cabeza.
—Nunca. Dormir contigo, amarte así... fue la decisión más pura que he tomado.
Kael se giró, ahora mirándola de frente. Su nariz rozaba la de ella. Naira acarició su rostro, sus labios, su cuello. La pasión seguía latente, pero ahora era calma, ternura. Sus cuerpos se reconocían sin palabras.
—¿Y si descubren lo nuestro? —preguntó él, con una pizca de preocupación.
—Entonces que el mundo arda —susurró ella—. Pero lo hicimos por amor, y eso nunca puede ser un error.
Se abrazaron más fuerte. No sabían cuánto tiempo podrían sostener ese espacio seguro entre ellos, pero esa noche, decidieron no pensar en el mañana.
Durmieron entrelazados, con las piernas enredadas y las almas también. Naira, por primera vez en su vida, se permitió cerrar los ojos sin temor, sabiendo que Kael estaba a su lado.
Y Kael... se sintió completo.