Había una vez un chico tan pálido como la luna, con un pelo tan blanco como la nieve y unos ojos negros como el carbon. Era hermoso pero con un pasado tan oscuro como el vacío de su interior.
-¿Qué piensas hacer con la criatura Nyx? .-preguntó Deis, la mujer más luminosa sobre la tierra.
-Criarlo, y convertirlo en rey. -Nyx había cometido muchos errores, pero ninguno como aquel.
-Estás yendo por un camino muy riesgoso y no quiero ser yo la que vea como te caes.- Deis no podría soportar la pérdida de su esposa, después de haber luchado tanto no podría ver morir la luz de su vida. Era irónico que en la vida de la personificación del día lo más luminoso fuera la personificación de la noche.
-Estoy al tanto de lo peligroso que es seguir adelante con esto, Deis. Ayúdame, ayúdame y verás que no estoy tan equivocada. Algun dia veras lo que ví yo en él. -La criatura comenzó a sollozar, estaba helado, lo único que lo cubría era una fina manta y si permanecía por mucho tiempo de aquel modo en ese frío invierno, no sobreviviria. Deis se quitó la capa y con ella envolvió al niño.
-¿Cómo lo vas a llamar? .- Nyx levantó la mirada y la fijó en la luna.
-Daren.