—“Será mejor que abandones tu idea de ser más fuerte que yo, hermano mayor”— La voz de su hermano menor volvió a sonar en su cabeza. Aquella sonrisa confiada pero también cargada de desprecio aparecía una y otra vez como un caleidoscopio asqueroso en su mente.
—“Pero puedo hacerlo, puedo ser más fuerte ¡Soy el hermano mayor!”— Aquel grito desesperado, de un Wingo débil e idiota solo hizo estremecer su cuerpo mientras limpiaba la sangre que caía por la comisura de su boca.
—“Eres patético”— Eso se lo dijo su padre cuando lo abandonaron a su suerte en Oceanía, el continente oscuro, pensando que no sobreviviría.
Tras eso Wingo termino abandonando el continente oscuro, en un intento desesperado por demostrar que no era un perdedor.
Era una odisea que pocos Blogumas realizaban incluso hoy en dia ya que las fronteras entre el continente abandonado y el resto del mundo eran constantemente vigiladas por humanos que trataban de eliminar a los fugados. La isla albergaba, según saben, la mayoría de los Blogumas del mundo y también los más peligrosos.
Y tenía sentido, ya que fue el punto cero del desastre más grande de la humanidad, donde estaba si no, la planta de energía nuclear negra más grande del mundo.
En los tiempos más oscuros lo mejor era abandonar el continente si o si, siendo lo más seguro pero actualmente el continente no era más parecido a una ciudad humana aunque un poco más violenta.
Pero Wingo no quería volver a ver a su familia, la odiaba, odiaba que para ellos lo único que importaba fuera la fuerza. Su hermano menor.
Era un cobarde.
Y pese a que no quería pelear más, tuvo que hacerlo, tenía que escapar de los héroes que lo cazaban, de otros Blogumas y todo para tratar de llevar una vida tranquila, al menos lo más que pudiera.
Y todo eso seguía siendo mejor que estar en casa.
Viajo por muchas partes del mundo, incluso volvió a cruzar el mar para llegar a América pero en todos lados era lo mismo. Los blogumas no eran más que monstruos que debían ser eliminados.
— ¡Señor!— Grito una pequeña niña salida de entre unos arbustos. Wingo solo pudo apartarse un poco cuando esta le sujeto los trapos y demás trozos de tela que llevaba encima para cubrirse— ¡Señor, por favor ayúdennos!
— ¿Q-qué?
— ¡Por favor!— Dijo la niña, entonces noto que sobre su frente tenía un ojo extra. Un Bloguma.
La niña era de cabellos violetas naturales, largos, limpios, de tez clara y unos ojos color dorado que estaban manchados de tierra. Tenía una nariz fina y unos labios gruesos. Llevaba un vestido viejo de color morado.
Wingo la siguió hasta un lugar donde una mujer, una humana estaba en el suelo, tenía una herida en la pierna debido a una gran caída y estaba tratando de acomodársela ella misma sin éxito, con su cuerpo tambaleante.
— ¡Mi niña! ¡No debiste salir corriendo! ¡Y si…!— Grito cuando vio a la niña y entonces contemplo a Wingo— Lo siento, no deberías… Ah, eres un Bloguma, ya veo…
La misma reacción…. No, era diferente. Alivio.
—Si hubiese sido un humano, la habrían matado— Dijo la mujer abrazando a su niña que estaba llorando con preocupación. Pese a que su rostro estaba sufriendo, se veía aliviada— ¿Crees que podrías ayudarme?
Wingo lo hizo, al menos siguió las indicaciones de la mujer para acomodar la pierna y tratar los raspones.
Ella era de tez olivácea, ojos castaños y labios delgados y unos cabellos cortos castaños rojizos, era de baja estatura, de nariz respingada y labios delgados. Tenía unos lentes quebrados en el cristal y estaban pegados con cinta en uno de los lados.
Llevaba un pantalón roído y una blusa sin mangas.
—Muchas gracias por lo que hiciste por nosotros— Agradeció la mujer, ahora acostada sobre su cama— Ah, y disculpa mis modales, soy Clara y esta pequeña es Pasifae, un gusto…
—Uhm Wingo— Dijo el chico.
La mujer lo contemplo.
— ¿Quieres comer? No tenemos mucho pero puedo prepararte unos huevos y…— La mujer trato de moverse.
— ¡Yo lo haré!— La niña se levantó corriendo hacia la cocina, no sin antes obligar a su mamá a regresar a su lugar.
—Solo no les pongas mucho aceite, cariño— La mujer volvió a Wingo— Dime, Wingo ¿Qué te trae por aquí? ¿Y solo?
Wingo no dijo nada.
—Supongo que estás perdido— La mujer asintió con una leve sonrisa— Eres muy grande pero tu rostro parece muy joven, pese a lo maltratado que vas ¿Qué edad tienes? Ah, discúlpame, ahí voy a trabajar de nuevo ¿Sabes lo que es un psicólogo? Yo soy y me encargo de ayudar a la gente con dolores en el corazón.
Wingo se quedó callado.
—Tranquilo, puedes comer y dormir aquí ¿Si? Después puedes continuar con tu viaje si eso quieres.
—Usted…— Comenzó Wingo tras unos segundos— ¿No me odia?
— ¿Odiarte? Claro que no, me ayudaste, lo agradezco mucho— La mujer le contemplo— Aunque ya sé a qué te refieres, pues no, puede que parezca que todos los humanos odian a los Bloguma pero no es así, yo quiero mucho a mi niña.