27 de Marzo
Lunes. Otra vez.
No había sabido nada de Ethan o de Kristen durante todo el fin de semana, lo cual agradecí inmensamente, aun sabiendo que hoy tendría que afrontarme a la realidad. Le rompí la nariz a Kristen. No quiero ni imaginar el alboroto que hará por ese pedazo de plástico.
El timbre sonó de nuevo y Noah me arrastró por todo el pasillo hasta llegar a la clase de matemáticas. En donde Ethan estaba sentado hasta el fondo y no veía a la arpía por ningún lado. —Eso no es bueno de ninguna manera— pensé.
Sentí como si un balde de agua fría se hubiera regado automáticamente en mi espalda cuando él clavó su mirada en mí. —Demonios—maldije para mis adentros.
—Idiota —Noah le dijo en un susurro mientras manteníamos la mirada fija en el otro y al parecer no se inmutó de su insulto.
Todo pasó como en cámara lenta y yo solo conseguí articular una sonrisa minúscula a la cual contestó de la misma manera.
Mi amiga seguía arrastrándome del brazo hasta el otro lado del salón porque estaba aun más cabreada que yo después de que le conté todo lo que pasó el viernes por la noche cuando nos encontramos a la “cerda anoréxica” —la llamó Noah— creo que no será tan malo si su padre el abogado más caro de aquí no actúa.
Durante las clases previas al receso intercambiamos un par de miradas rápidas y curiosas con Eth. Que claro, solamente eran parte del “como los viejos tiempos” que había mencionado. Quizá después de todo fue una mala idea salir con él, quizá el que le haya roto la nariz a Kristen era una señal de que con él no podía mantener el control, de que de alguna forma con él en mi vida todo sería un caos. Siempre fue así. Nunca hubo tranquilidad con su presencia.
—¿Tocarás si quiera tu merienda? —Noah me dijo observando a Jeff que estaba con Ethan del otro lado de la cafetería.
—Tómalo si gustas —le ofrecí extendiendo la bandeja hacia su lugar de la mesa ya que no tenía hambre de sólo de pensar que tal vez la arpía actuaría muy mal contra mí.
Me removí en mi asiento de metal.
Kristen es capaz de muchas cosas cuando se lo propone, una vez hizo que una de las chicas del equipo de animadoras lo dejara solo porque le echó una mirada rápida a su ex novio. Así de exagerada es.
—Estuve pensando —eso no es bueno—, ¿crees que el padre de Kristen haga que te demande?
Dije que no era bueno.
—No puede, creo. Cumplió los 18 hace poco y ella me atacó primero. Quizá la demanda daría un giro inesperado, por eso no creo que lo haga.
—Tienes razón. —hizo una pausa de varios segundos y añadió un bufido— el idiota que te dejó caminar veinte minutos sola en una carretera vacía y oscura viene hacia acá… con Jeff. —Lo último lo dijo con, aparentemente, su voz seductora.
—Maldición —susurré rodando los ojos.
Los pasos que daban eran de caracol o alguien les había puesto la cámara lenta para que tardaran tanto en llegar a nuestra mesa. En lo que ellos llegaban nosotras comenzamos a hablar sobre otras cosas. Al cabo de unos segundos ellos llegaron, Ethan sentándose a la par mía y Jeff a la de una muy nerviosa Noah. ¿Pero qué le pasaba? Ella es una autentica muestra de la seguridad, pero no en este momento, claramente.
—Hola —Él me dice al oído con la intención de que lo vea a los ojos mientras que coloca su mano izquierda en la banca cerca de mi muslo. Muy cerca en realidad, así que me separé un poco y me acomodé en el asiento para que ambos nos viéramos a la cara y así mismo hablar de frente, cosa que a mí no se me daba.
—Hola, Ethan. ¿Has pasado un buen fin de semana? —Le dije tratando de conseguir más que solo la plática convencional que actualmente estábamos llevando a cabo.
—De hecho, sí, pero dejemos ese tema por fuera. Hay algo que quiero decirte. —Hizo una breve pausa y se mordió el labio inferior.
Que hiciera eso fue un sinónimo de tener un pie en el cielo y el otro en el infierno.
—Te escucho —tomé la manzana de la bandeja que anteriormente le había ofrecido a Noah para que no notase que tenía los nervios de punta y el calor al cien.
—Está bien. Bueno, pues el viernes cuando creíste que te dejé caminar sola por veinte minutos fue porque en realidad estaba convenciendo a Kristen de que no dijese nada sobre lo ocurrido en el restaurante y ella aceptó.
—Eso es bueno, creo. —casi susurré entrecerrando los ojos deseando que lo que dijera a continuación no fuera algo de lo que él fuese a arrepentirse después por mi culpa.
—Es todo lo que quería decirte —me dedicó una leve sonrisa.
Noah y Jeff estaban sumidos en una plática demasiado profunda como para que uno de los dos se atreviera a interrumpirlos.
—¿Vas a clase? —pegunté tomando mi mochila.
—Biología, ¿cierto? —asentí y como respuesta él dijo—: vamos, déjame cargar tu bolsón.
—No es necesario.
—Es lo menos que puedo hacer luego de todo lo que te hice pasar, estaré mucho tiempo en deuda, porque gracias a ti Kristen no volverá a rogarme. —Lo tomó.