Hermosa Irreverente

《¿Conoces a mi papá?》

Cap 12
Renata
Mis ojos se posan en el reloj, hoy estuve lista desde temprano para ir a la escuela, pero como mi papá va a llegar a las nueve de la mañana, preferido esperar y perderme las primeras dos horas de cálculo.

Realmente me alegra volver a verlo, hace tiempo que no viene.

A decir verdad Amaury tiene razón, parece que mis padres están divorciados, vivo con mi mamá y mi hermana, mi padre solo viene cuando puede por motivos de trabajo.

Mi papá se llama Rodrigo, hace tres años le ofrecieron trabajar en una constructora que queda a cuatro horas de aquí, no está lejos, al principio iba y venía, pero era agotador manejar diario durante ocho horas, así que mis padres decidieron que lo mejor era que él se quedara a vivir allá, nosotras lo alcanzaríamos después, pero eso no pasó, mi madre recibió una oferta de trabajo y no podía desaprovecharla, era algo increíble para su carrera.

Así que ahora vivimos así.

Escucho unas pisadas que reconozco tan bien, sule tener una forma de caminar bastante particular, como si fuera modelo y no bromeo, en ocasiones a mi hermana y a mí nos parece gracioso porque es como si estuviera en una pasarela, luciendo cada vez que lo vemos un traje diferente.

Sonrío al verlo, luce una camisa blanca y un pantalón negro, estoy segura que la corbata y el saco debió dejarlos botados en su auto, siempre ha sido así, no puede tenerlos más de cinco minutos puestos, porque le incomoda bastante, dice que la corbata lo asfixia y el saco lo hace lucir demasido formal y viejo, aunque mi madre piensa todo lo contrario.

Lo primero que hace es acercarse a mi mamá para saludarla con un beso en los labios, se separa de ella y le susurra algo en su oído que me hubiera gustado escuchar porque hizo que mi madre riera, algo que no es tan común en ella.

Al ver como se miran puedo notar que ambos se extrañan, a pesar de que les gustaría estar juntos no se puede, el trabajo se los impide.

¿Qué es más importante el trabajo o la familia?
No sé cual es la respuesta, porque si ellos no trabajan no tendríamos todo lo que tenemos ahora, ya sé que pueden decir que hay más trabajos en este mundo, sé que los hay, pero ellos tienen la oportunidad de trabajar en lo que les gusta y por lo que estudiaron durante años, están logrando muchos éxitos profesionales
¿Vale la pena?
La familia es importante, pero considero que a veces tienes que hacer sacrificios para poder disfrutar más adelante, mis padres están separados ahora, pero tal vez en un futuro gracias a todo este esfuerzo, puedan estar juntos.
―¡Mi vida! ―me abraza, sé que he dicho que no me encantan los abrazos, pero este no lo voy a rechazar, tengo mucho tiempo sin verlo ―¿Cómo estás?
―Pues, continúo con vida, a pasar de todo —sonríe y me abraza un poco más fuerte, sabe que mi respuesta es como si le hubiera dicho "Bien"

—¿Dónde está Roberta? —pregunta al no verla presente.

—Tenía clases muy temprano y sabes que ella no puede faltar.

—¿Y tú?

—Yo si tengo clases, pero preferí estar cuando llegaras.

—¿Que clase tenias, mi vida?

—Cálculo —asiente un par de veces.

—Vamos —hace un movimiento con la cabeza señalando la puerta —antes de que se haga más tarde y pierdas más clases.

—¿No aprecias este gesto? —pregunto sumamente ofendida.

—Claro que si, por eso que te parece si saliendo de la escuela, vamos a comer —sonrío y asiento, me encanta la idea.

Ambos nos despedimos de mi mamá y salimos de la casa, me subo a su auto en el asiento del copiloto y de inmediato viene a mi mente aquel recuerdo del año pasado, cuando acaba de comprar una camioneta y le dije que me enseñará a manejar, pero las cosas terminaron fatal, porque en el intento de querer aprender, terminé estrellando su camioneta nueva.

¡Que recuerdo! Suelto un suspiro y me pongo el cinturón de seguridad.

En el camino le cuento muchas cosas, como que Galilea ya no es mi amiga, que tengo un hijo con un idiota, la verdad es que solo tardamos unos minutos en llegar a la escuela y eso no me gusta, quisiera contarle todo lo que ha pasado desde que no lo veo, pero sé que en este momento tengo que entrar a la escuela.
Me despido de él y me recuerda que saliendo va a pasar por mí, para ir a comer y hablar de lo que yo quiera. Sus palabras provocan que entre a la escuela con una sonrisa, ya quiero que sea la hora de salida.
―Hola ―susurra alguien detrás de mi oído. No sé necesita ser un experto para saber quién es, reconocería esa voz a kilómetros. ―Mi ranita preciosa, ¿no vas a decir nada? ―me doy la vuelta para quedar de frente.
―Estoy de buen humor, no lo arruines.
―¿Vamos a clases?

—No si quieres mejor nos vamos al parque —añado con sarcasmo.

―Déjame ayudarte con tu mochila ―trata de quitármela del hombro pero no lo permito.
―Yo puedo ―me hago a un lado para que no la tome ―¿Qué mosco te picó? ―cuestiono confundida, pero no dice nada.

Dejo mi mochila en mi asiento y al ver que llegué en la hora del descanso bajo a la cafetería a comprar algo de comer, tomo asiento en una mesa que está disponible y comienzo a desayunar, mis ojos se pierden en las mesas que están a mi alrededor, todos están sentados conversando con sus amigos, soy la única que está sola, debo confesar que antes tenía pánico al estar sola en recreo pero ahora me da lo mismo, no necesito de nadie, porque conmigo basta y sobra, yo sé que puedo sola.

Muerdo mi galleta y veo entrar a León, me saluda con un leve movimiento de cabeza, pero yo no le devuelvo el saludo. ¿Por qué me saluda si se supone que está molesto conmigo?

―¿Puedo? ―al escucharlo dejo de mirar a León y veo al Emperador que tiene puesta su mano sobre la silla.
―¿Tengo otra opción? ―toma mi respuesta como un sí y se sienta.
León no deja de mirarme y eso me incómoda bastante. ¿Qué tanto me ve?



#1561 en Novela romántica

En el texto hay: humor, romace, amor

Editado: 16.08.2024

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