Hermosa Irreverente

《Karoa》


CAP 22

Renata

Al entrar a mi casa me parece extraño ver a mi papá, se supone que él no debería estar aquí, no me malinterpreten, me encanta la idea de tenerlo en casa pero si está aquí es por algo.

Debe tener noticias de algo, alguien se murió, alguien se va a casar o no sé.

¿Qué hace aqui? 

además ni si quiera avisó que vendría, por lo que puedo deducir que esto no le va a gustar a mi mamá.  

—¡Mi Vida! —se acerca y me saluda —¿Cómo estás?

—¿Qué pasa? ¿Por qué estás aquí?

—Me encanta que me conozcas tanto, ni tu mamá —bromea y mi mamá le lanza un cojín del sillón —no es cierto, mi amor —me guiña un ojo —comunicado familiar —todos nos sentamos en la sala —su prima va a venir a vivir con nosotros un tiempo.

—¿Cuál prima? —pregunto levantándome de mi asiento —donde me digas que es la odiosa de Shanon, te juro que me voy a vivir a la calle.

—Renata, no digas eso.

—Prefiero pudrirme en la basura que unirme a esa familia tuya —mi padre suelta una carcajada.

—Cálmate, Jessi la vaquerita.

Sonrió, yo y mis locuras, pero hablo en serio a pesar de que haya ocupado la frase de toy story.

—¿Me dejas continuar? —asiento y vuelvo a sentarme —como les decía, su prima va a vivir con nosotros —me mira —y no Renata, no es Shanon —dejo salir un suspiro —es Karoa.

¡Dios Santo!

Recuerdan a mi prima la que se dejaba maltratar por su novio, con la que perdí comunicación desde hace años, pues es ella de quien habla.

Mi cara es de asombro total, al igual que la de mi hermana y mamá, estamos asimilando la noticia, ella nos dejó de hablar porque nos metíamos en su relación  y ahora está aquí. ¿Qué se supone que debemos hacer?

—Hola —sale de donde está escondida y se acerca a nosotros, sostiene con su mano derecha su maleta negra.

—Bienvenida —digo finalmente —creo —susurro.

—Gracias.

Nos quedamos en un silencio incómodo, mi madre mira a mi padre un poco molesta y la entiendo, él debió hablarlo con mi mamá antes de traerla, la casa es de los dos, bueno, es más de nosotras porque papá no pasa tiempo aquí.

—¿Cómo has estado? —pregunto levantándome de mi asiento para romper la tensión —hace tanto tiempo no nos vemos, ¿te enseño la casa? —asiente —vamos —empieza a caminar dejando su maleta a un lado, cuando está un poco lejos, me acerco a mi papá —debiste consultarlo con mamá, si pudiera matarte lo haría, tan solo mírala —le digo en voz baja, ambos volteamos a verla y nos mira con cara de pocos amigos —voy a enseñarle la casa —comento en voz alta.

—No, Renata, no me dejes… —dice mi padre entre dientes y yo sigo mi camino.

Le enseño la casa a Karoa y al parecer le gusta, su parte favorita es cuando le muestro el gimnasio, le gusta todo eso de hacer ejercicio, yo lo hago para mantener mi cuerpo pero no es que me guste, si pudiera no lo haría.

Detalla el gimnasio muy bien, pasa una de sus manos por los aparatos, no es muy grande pero lo suficiente para que todos hagamos ejercicio.

—Creo que mi tío no les avisó que vendría.

—No, de hecho eso hizo inoportuna tu visita

—Tú siempre tan directa —sonríe.

Escucho algo caerse y es ahí donde sé que mis padres van a discutir, no se porque pero siempre hacen eso, es como si nos “avisaran” que se viene una discusión y que es mejor que no nos metamos.

Karoa revisa su celular y sonríe.

—Renata —levanta la vista de su celular —una amiga quiere verme, voy a salir —guarda su celular en el bolsillo de atrás de sus jeans —¿Le podrías avisar a mis tíos? —voy a hablar pero ella me interrumpe —ya sé que no eres mi mensajera —sabe definitivamente lo que le iba a responder —por favor.

Estoy por negarme, pero en eso vuelvo a escuchar algo caer, entonces acepto lo de mi prima y la saco lo más pronto posible de la casa, ella no tiene porque escuchar esta discusión.

Sin siquiera pensarlo voy a la habitación de mis padres, toco la puerta y al entrar veo a mi madre caminando de un lado a otro, sinónimo de desesperación y molestia.

—Venía a avisar que Karoa se fue —mi madre deja de caminar —dijo que una amiga la quería ver.

—¡Te lo dije! —levanta la voz —esa niña nos va a traer problemas.

—Fue con una amiga  —aclara mi padre.

—¿En serio te crees ese cuento, Rodrigo?

Uyyy para que mi mamá le llame a mi papá por su nombre esto debe estar grave, muy grave.

—Yo solo les digo que… —empiezo a hablar pero mi madre me corta.

—Tú aquí…

—Renata no tiene la culpa de nada, así que no te desquites con ella —dice mi papá y mi madre deja salir un suspiro.

—Deberían discutir en voz baja, Roberta está en una videollamada —sugiero para que mejor no empiecen una pelea —sus gritos se escuchan por todo el pasillo —exagero bastante, en realidad ni se escucha —para solucionar esto, propongo ser mediadora.

Mi padre dice que no y mi madre que sí y es lógico, al ser mediadora ellos dejan de ser mi familia, aquí no hay preferidos, soy justa.

—Bien, ahora vengo —voy a mi habitación y saco de un cajón un pizarrón de 15×15 cm, una gafas y regreso a la habitación de mis padres, cierro la puerta y ambos están sentados en los sillones, yo hago lo mismo.

—Hija,  no es necesario esto —añade mi progenitor.

—Bien —ignoro su comentario —¿Por qué empezó la discusión?

Escucho atentamente sus argumentos.

—Empecemos —me acomodo mis gafas —entiendo el punto de Regina, lo que hizo está mal, tomó una decisión sin consultarlo con su esposa, usted no es consciente que al traer a su sobrina a su casa la que va a pasar más tiempo con ella es su esposa porque usted no vive ahí.

—Era una sorpresa —se excusa mi padre.

—Una sorpresa que le puede costar el divorcio —añado y mi madre asiente —está es una decisión que debió tomarse en pareja —los miro a ambos.

—Mi Amor —mira a mi madre —lo siento, debí hablarlo contigo, es una decisión que debimos tomar los dos, pero el que Karoa este aquí va a hacer que yo este con ustedes, esa era la sorpresa.

—¿Quiere decir que solo porque está su sobrina aquí va a pasar más tiempo en esta casa? —cuestiono incrédula.

—No es por ella, estoy al frente de una obra que está cerca de aquí, lo que quiero decir es que mañana regreso a vivir a esta casa.

Mi corazón se acelera y supongo que el de mi madre igual al escucharlo, es realmente increíble, mi padre otra vez viviendo con nosotras.

Sin siquiera pensarlo me acerco a él y lo abrazo emocionada.

—¡ROBERTA! —grito lo más fuerte que puedo —¡VEN!

Luego de unos segundos mi hermana entra en la habitación, está que hecha a humo por la cabeza, detesta que gritemos.

—La próxima vez que grites... —no la dejo terminar.

—¡Papá regresa a vivir con nosotras! —le suelto de golpe, su semblante cambia, deja ver una sonrisa, corre hasta donde está y lo abraza.

Él observa a mi madre, es la única que no ha dicho nada.

—Me alegra que regreses a vivir aquí, pero eso no significa que voy a dejar pasar lo de Karoa —mi padre sonríe y la abraza.

Dejamos a mis padres solos en su habitación para que arreglen sus problemas, sigo a Roberta, ambas entramos a su cuarto y ella me mira con cara de “Que esperas para irte de aquí”

Detallo su cuarto, paredes blancas con un toque de beige, sus muebles combinan a la perfección, es muy ordenada. A veces me parece extraño como es que tiene su cuarto así, parece de alguien mayor.

—Cuantas veces necesito decirte que no por tener quince años, mi cuarto debe ser rosa, tener mil peluches y unos osos cariñosos pintados en la pared.

—Yo no dije nada.

—Solo basta con ver tu cara cada vez que entras —responde mientras toma su celular que está en su cama  —¿No piensas irte? —señala la puerta y yo niego —¿Por qué sigues aquí? —cuestiona molesta, en ese momento su celular suena, lo que significa un nuevo mensaje, mira su celular y sonríe.

—¿Ya andas con alguien?

—No soy tú —sonrío.

—¿Entonces de quien es el mensaje?

—Que te importa —esa respuesta no debió decirla, me acerco más a ella sutilmente —¡NO! ¡RENATA! —sabe lo que voy a hacer — te lo voy a decir antes de que me arrebates mi celular —asiento —es un mensaje de Amaury.

Mi cara cambia completamente, ¿Por qué sigue teniendo contacto con él? Me da curiosidad saber que mensaje le escribió, pero no digo nada.

—Solo me dijo que ya escuchó la canción que le envié y no sabes lo feliz que me siento.

—¿Por qué? —sonríe y niega.

—Eso a ti no te importa —pienso en discutir pero me arrepiento, salgo de ahí y voy a mi cuarto.

Al llegar me acuesto en el piso, no sé porque pero hay veces que me siento más cómoda en el suelo que en mi cama. Mi mirada se pierde en el techo.



#2277 en Novela romántica

En el texto hay: humor, romace, amor

Editado: 16.08.2024

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