ADARA
—¿Caperucita escogerá al cazador y no al lobo para que la acompañe?— termino de acomodar el escote de corazón con un lado estirado hacia arriba sobre mi cuerpo, evitando a Kirian.
—¿Te consideras el cazador?
—¿Me consideras el cazador?
—Te considero un idiota— sonrió colocándose la corbata mientras me indicaba que me volteara.
—Confieso que me encantan las presas difíciles de cazar— susurró en mi oído mientras me abrochaba el vestido, mi respiración dificultándose ante los roces de su mano fría en mi espalda.
—Caperucita detesta al cazador— me alejo despacio dándome una mirada en el espejo.
—Auch. Tu si que sabes dañar los sentimientos de las personas— solté una risita acomodando mi peinado.
—Sigo preguntándome porqué me tenías que invitar a mi. Sé que te encanté apenas me viste pero ¿presentarme a tu familia?, vas muy rápido Caperucita— Sonreí negando mientras colocaba mi pie sobre una silla para abrocharme los tacos, —Señorita Evans— lo veo arrodillado delante con una mano extendida, tal como en una propuesta de matrimonio. —Dame tu pie— coloco mi pie sobre su rodilla intentando equilibrarme.
—Apúrate idiota
—Auch— tocó su corazón fingiendo una mueca,
—Mmm... Lindas piernas, rojita— subió su mano lentamente por mi pierna con una pequeña sonrisa traviesa.
Golpeo su mano escuchando sus carcajadas,
—Quita tu mano sucio pervertido.
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—Detesto llegar tarde, Kirian— acomodo el largo del vestido mientras subo con cuidado las escaleras del jet.
—Nunca me dijiste que eras la hijita de papi.
—No soy la hijita de papi, ahora camina, idiota— gruñí esperándolo en la puerta del avión.
—Ahora entiendo el porque...— entrelazó su brazo en mi cintura colocándome delante de él mientras nos adentrábamos al jet.
—No quiero mucho toqueteo en la cena ¿quedó claro?
—Claro, para que servir el postre antes...— sus susurros me marean obligándome a cerrar los ojos para recuperar la cordura. Este idiota.
—Señorita Evans— abrí los ojos de golpe sonriendo en busca de la voz —Por aquí, por favor— Edgar me guía a través de las cortinas, —No sabía que iban a cambiar la tradición familiar... por favor colóquese cómoda el Joven Brown ya está abordo y despegaremos en unos minutos— ¿Ian estaba aquí? Atravieso la cortina sintiendo a Kirian detrás, su mano buscaba la mía vacilante entre tantos movimientos.
—Tranquila... solo será una cena. Caperucita no debe tener miedo de recorrer el bosque— susurró en mi oído ayudándome a contener los nervios.
Diviso las sillas y sillones a los costados, bandejas con comida descansaban en la mesa de centro y las mesas particulares rebosaban en botellas de champagne. Todo se veía lujoso y era algo a lo que nunca había logrado acostumbrarme. Aceptaba que era parte de una familia con dinero gracias a la empresa que esta tenía, pero habían lujos que no eran indispensables para vivir, y eso aún ellos no lo entendían.
Me siento en el primer sillón que diviso mientras busco a Ian con la mirada. Al fondo soltando carcajadas mientras bebía estaba él, con un smoking negro reluciente que lo hacía ver irresistible y elegante, estaba feliz conversando con una chica morena que no paraba de observarlo embobada y solo aumentaban mis dudas respecto a su relación con la chica.
No habíamos vuelto a hablar desde la pelea en Bringhton.
—Un poco más y entierras a la chica— me volteo con rapidez recostándome mejor en el sillón. Kirian sostenía la copa de champagne con confianza mientras comía aceitunas.—No creí que tan rápido te enamorarías de mi— tuve la esperanza de que el alcohol le quitara lo estúpido. Suspiro tomando una copa mientras le arrebato una aceituna.
—No me enamoraría de tí aun si pasaran 1000 años— asiento saboreando la aceituna.
—Entonces tendremos el infierno para regocijarnos de amor...
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—¿Como es que no eres de las típicas chicas presumidas?— los dedos de Kirian jugaban con los míos, nuestras manos bailaban entrelazadas mientras esperábamos afuera de la casa.
—No me interesa el dinero.
—Ya veo... creo que no te conozco del todo.
—Hay muchas cosas que no conoces de mi.
—Eso sonó a una chica mala...—relamió sus labios con una sonrisa —excitante— Solté una risita escuchando la puerta.
—Tú, a 5 metros de distancia de mi hija, ya— la cara deformada y asustada de Kirian me arranca una pequeña carcajada. Papá estaba cruzado de brazos en el marco de la puerta, nunca pensé que sacaría su lado sobreprotector.
—Cariño... no seas duro con Adara— una mujer castaña de ojos grises abrazaba a mi padre por detrás mientras se escondía en su cuello.—Oh, veo que nunca nos hemos presentado. Andrea Hext, un placer— el placer no es mío. Recibo su mano sin pasar desapercibido mi disgusto, ya no me están gustando los cambios de la cena familiar y no era solo por ser el primer año en el que asistía.
—¿Y mamá?— Andrea hizo una mueca de desagrado apartándose de la puerta mientras jalaba a mi padre a su lado.
—Adentro— Si detestaba a mi madre no era mucho lo que duraría con papá, estaban separados pero sus parejas también debían respetar su antigua relación.
—Tyler— la queja sonriente de mamá me arranca una sonrisa, estaba golpeando juguetona a su pareja mientras este mordía su mejilla con dulzura.
—Buenas noches...— susurro despacio entrando al salón con lentitud, aún esperaba que Kirian me alcanzara el paso, se había tomado en serio la advertencia de papá. La sonrisa de mamá se normalizó cuando me vió, alternaba su enfoque cuando Kirian entró al salón. Se levantó a saludar a Ian con su pareja mientras yo tomaba asiento silenciosa en la mesa, la invisibilidad siempre era aplicada en situaciones donde el resto se beneficiaba.