Capítulo 30: ¿El tiempo vuela?

—¿Podemos hablar? —Preguntó con suavidad notable en su voz, yo asentí, pero no porque quisiera hablar de verdad con él, sabía que yo con mi furia podía armar un número en medio de la fiesta, así que salí seguida de Rubius y me animé a decir:

—¿Ahora si quieres hablar? —La molestia en mi voz era notoria y mi ceja alzada daba el toque final a mi enojo, él respiró profundo, como si escucharme decir eso lo hubiese cansado de un jalón.

—Agradece que al menos quiero hablar contigo, _____ —dijo con sarcasmo.

—¿De qué quieres hablar? —Le dije cruzándome de brazos y esperando las palabras que no salieron de su boca por algunos minutos, me cansé de esperar y bufé rendida, dispuesta a irme de nuevo a la fiesta, pero él habló.

—¿Por qué él? —Sentí su mirada llena de odio quemando en mi espalda ¿tanto me detestaba? Volteé a verlo de nuevo y mordí mi labio inferior.

—Ya te lo dije, Rubius. No sé de qué hablas, yo no te he sido infiel ¿por qué piensas que si? —Hablé con voz firme.

—Esto dice lo contrario —me tendió su teléfono, me sorprendí al verme semidesnuda junto a Kevin, no solo era una foto, eran por lo menos veinte, donde habían algunas en las que incluso mi “amigo” se atrevió a tocarme—. Y ahora resulta que tú y Willy han pasado un buen rato antes de venir a la boda, ¿tan rápido te olvidaste de mí? Y además, ¿no te importó lo que la novia de Willy pudo haber pensado al veros juntos?

—¡Deja de sacar conclusiones sin que yo pueda explicarlo! —Exploté, él me miró asustado, yo suspiré cansada y continué—. No sé cómo Kevin tomó esas fotos, pero yo ¡nunca me acostaría con él! Mucho menos estando contigo, ¿¡por qué diablos te engañaría, Rubén?! ¿Tan guarra me crees? Además déjame decirte que he tenido que explicarle yo misma a su novia porqué veníamos juntos. ¡No soy una cualquiera, Rubén!

—¡Eso no es lo que dicen las fotos, _____! ¡Y tampoco es lo que parecía cuando vosotros llegasteis a la boda juntos, y de remate, ambos venís desarreglados! ¿Qué crees que pensó la gente al veros así? Lo que yo pensé, con sinceridad, es que habíais follado —gritó—. ¿Cómo puedo creerte cuando todo indica lo contrario?

—En primera, no me acosté con Guillermo, justo hoy he llegado de Madrid y llegué poco antes de que comenzara toda la ceremonia, ¡tuve poco tiempo para arreglarme! Y en segunda: yo no te envié eso, ¿quién fue? —Lo miré furiosa, ya me estaba hartando su comportamiento—. ¿Fue Kevin? —Alcé una ceja y él asintió bajando la mirada—. ¿Estás consiente de que tal vez lo hizo para molestarte y joder nuestra relación?

—Solo lo he visto un par de veces ¿Por qué mierda lo haría?

—¡Por qué está enamorado de mí! ¡Siempre lo estado! Pero nunca creí que llegaría tan lejos —Odiaría a Kevin por el resto de mi vida, eso es lo seguro.

—Haré como que te creo, pero aun así no te perdono, lo nuestro no volverá. Eso es lo mejor… —estaba a punto de llorar por la rabia, y eso fue lo último que necesitaba para empezar a derramar lágrimas.

Se fue a la fiesta y me dejó sola, traté de calmarme para regresar a la fiesta y despedirme de todos mis conocidos y de los novios, claro que ambos se sorprendieron de que me fuera tan temprano, pues la fiesta aun no sobrepasaba media noche. Me fui con la excusa de que me sentía cansada por el viaje, fácilmente me creyeron.

Al otro día, estaba dispuesta a irme a Barcelona, para poder acomodar mi nueva vivienda, ya que tampoco quería seguir viendo la cara de Rubén por cualquier evento posterior que habían organizado Luzu y Lana.

Fue la última vez que me relacioné con el mundo de los youtubers, alejándome a su vez, del mismísimo Alex. A quien solo le tocó resignarse a que ignorara sus llamadas y mensajes, según yo era una manera de sanar, y vaya que me ayudó.