Ocho

Miré por la ventana por unos minutos no podía hablar mis pensamientos se pausaron en minutos. Tobias tomaba su café sólo me observaba él me conocé perfectamente, sabe todo absolutamente todo.

— Carmen ¿puedes responder?—habló impaciente.

Trague saliva y lo miré.

—¿Qué quieres saber Tobias?—preguntó triste.

— ¿Hace cuánto? ¿Por qué no me lo dijiste antes?.

Estaba por llorar, realmente la cague estoy perdiendo a mi mejor amigo.

—En la Universidad. Bebimos nos besamos y tuvimos sexo... Pero él sexo no fue lo qué me prendió esas horribles y estúpidas mariposas.—tartamudeo, estoy por llorar.

Tobias acomodó su traje.

—No lo comprendo Carmen—gritó furioso,—Ve al grano por favor—suplicó más tranquilo.

Tome una servilleta.

—Fuiste él primer hombre qué no me trató cómo basura, me sentía protegida y querida—sollozo.

Tobias empezó a llorar.

—¡Mierda Carmen!—exclamó golpeando la mesa.

Jamás había visto tan molesto a Tobias. Pero había algo más qué no podía dajar de sentir.

—Me equivoque ¿si?. Creí qué pasaría pero no lo lamentó Tobias.

—Carmen yo en algún momento sentí algo por ti también. Pero luego conocí a Elizabeth y la amo.—respondió con tristeza.

Empecé a llorar.

—Hacé tres años conocés a Elizabeth carajo. ¿Por qué no me lo dijiste?—preguntó nerviosa.

—Siempre fuiste tan reservada con tus relaciones no quería cagar nuestra amistad. Carmen ya es tarde.

Tome mi cartera.

—¿Podemos seguir siendo amigos?—miré fijamente sus ojos.

—No quiero seguir siendo tú amigo Carmen. Tú y Elizabeth en la misma habitación fingiendo qué estás feliz no sólo aléjate de mi y Elizabeth.—contestó alejándose.

Sentí ése horrible nudo en mi garganta. Ése horrible crujido de mi corazón partiéndose en mil pedazos lo perdí todo. A mi mejor amigo a mi maldito y buen pagado trabajo.

¿En qué mierda pensabas Carmen Allende?.

Tomé un taxi y seguí llorando durante todo él camino. Soy una burra terca y idiota no puedo volver a mi trabajo así cómo si nada hubiera pasado.

Tomé las copias de mi casa y abrí la puerta. Sentí un ruido en mi cocina.

—¿Quien carajo está ahí? Se Tai Chi y Taekwondo. ¿Quieres una buena golpiza imbécil?—dejé mi cartera y las bolsas a un costado.

Abrí de golpe eran Megan y Laura.

—¡Qué carajo!—gritaron.

Tomé nuevamente las bolsas y las dejé Dios mío quiero orinar.

—Disculpen tengo qué ir al baño.

Fuí corriendo.

—Carmen tenemos qué hablar—habló Laura, parecía preocupada.

Lave mis manos y salí.

—¿Qué paso Laura?—preguntó cabizbajo.

Megan tomó mi rostro.

—Te ves horrible, ¿qué te pasó a ti?—me miro con atención.

Me senté en él sofá y lloré.

—Tobias le dije todo lo qué sentía por él y me dijo qué no me quería cerca suyo ni de Maléfica. Qué no soportaría verme en una habitación con ella. Qué no quiere verme fingiendo ser feliz.—lloré con más intensidad.

—¿ Sabés lo qué necesitás?.

La miré con atención.

—Salir y Acostarte con él mini Leonardo DiCaprio. Y dejar de pensar en ése maldito.—intervino Laura.

—Lo peor es qué me dijo qué en algún momento sintió algo por mi... Tengo él corazón roto en mil pedazos.—comentó tomando a Tolú.

Megan se sentó junto a mi.

—Odió darle la razón a la reina de las perras pero tiene razón.

Laura le hizo fuck you.

—Además te diré algo qué te hará reir muchísimo. A Lewis Felton se le juntó él ganado.—dijo en tono burlón.

Sonreí.

—Cuéntame Megan. ¿Que paso?.

Laura trae una botella de vino.

—Debora, Claudia y Helen al parecer él había quedado con las tres él mismo día. Lo insultaron y fué de un lado al otro. Yo quería ayudarlo pero él me decía maldita orgullosa Carmen Allende... Te necesitó.

Empecé a reír a carcajadas.

—¿Y qué les dijo?—les preguntó.

—Quiere qué vuelvas al buffet. Por éso nos envió aquí. Dijo qué si no te hacíamos volver él vendría aquí.

—¿Lewis Felton suplicando qué vuelva?, Quiero verlo.