NARRACIÓN DE ANYA
Todos lucían exactamente como los recordaba, y la nostalgia no hizo más que invadirme después de tanto tiempo de no saber de algunos de ellos, excepto Larem, quien nos dio la llave para entrar al Templo; aunque al haber sido destruido hace muchos años, la verdad no entendía por completo la razón de la llave, y no quería hacerme esperanzas altas sobre lo que pensaba que significaba ese hecho.
Al primero que vi fue justamente a Larem, por ser quien más llama la atención. Apenas vio a Salex y lo primero que hizo, como es su costumbre, fue a pedirle que pelearan… Salex, quien no es un niño pero para nada cobarde, siguió el juego y comenzaron a pelear. Larem es mucho más alto que Salex, tiene una altura poco mayor a la mía, 1.70 metros para ser un poco más exacta. Lo más impresionante es su arma por ser la más extravagante de todos nosotros; es una espada gigantesca básicamente de su tamaño y ancho, hecha de cristal pero con una resistencia tan dura como el acero mismo. Su voz ligeramente aguda resonaba al gritarle a Salex que pelearan; sus ropajes sin metal que dan a entender lo hábil que es al combatir daban una impresión de fortaleza por parte de él, aunque entonces, esa misma ropa que era un pantalón de mezclilla negro y una camisa blanca, parecía estar un poco rota respecto a años anteriores; pero bueno, la verdad no me sorprendía, siempre que ve a alguien nuevo, sea quien sea o lo que sea, pide que peleen, y que estuviera de esa manera solo me hacía pensar que todo ese tiempo había estado agarrándose a golpes con casi todos los que se cruzaron en su camino. Sus ojos son ligeramente aterradores al parecer ser completamente negros, y de un tamaño mediano respecto a su rostro, tiene una nariz grande y el cabello hasta la oreja de color castaño, muy despeinado; sus labios son: el superior algo delgado y el inferior más grueso; de tez oscura y con un cuerpo no muy musculoso, pero al tener que combatir siempre con esa gigantesca espada no me sorprendió que estuviera muy marcado.
Después de Larem, a los segundos que miré fueron Ion e Iyione, quienes han sido pareja desde que todo aquello comenzó, y de quienes no entiendo cómo le hacen para soportarse mutuamente teniendo personalidades algo diferentes entre ellos.
Ion es un hombre de 40 años de edad, o al menos eso aparenta, de 1.65 metros de altura, sus manos son muy oscuras, parece que tienen recubrimiento de alguna sustancia extraña que las hizo tan duras como el acero o incluso más, siendo Sahame la única que puede herirlo en sus manos; su armadura, parcialmente intacta, recubre casi todo su cuerpo, y con un orgulloso estampado en el pecho y espalda de nuestro símbolo; lo curioso es que a pesar de ser uno de los que tiene la armadura más pesada (de nosotros) es bastante rápido. Su rostro bastante arrugado y muy maltratado por razones que desconozco, y, como siempre, su ceño fruncido como si estuviera de mal humor aunque es una persona muy agradable, pero ese fruncimiento, estoy segura de que es lo que causa por la cual no tiene demasiados amigos lejos de nosotros. Sus ojos pequeños y juntos, de color dorado, me miraban fijamente con una boba sonrisa a causa del tiempo que pasamos separados; su tez es un poco amarillenta, pero hace juego con su cabello rubio, tiene la nariz pequeña, poco hacia arriba y está demasiado musculoso.
Al lado estaba su esposa Iyione, la otra mujer además de mí en el grupo, siendo nosotras las únicas dos. Ella tiene una altura aproximada de 1.63 metros, apenas un poco más pequeña que su esposo, su cabello corto hasta la oreja, color castaño claro; es, de todos nosotros, la que tiene la piel más blanca, con una palidez muy notoria; sus ojos color miel, e igual, un poco pequeños como los de su esposo, la nariz pequeña y con una inclinación hacia abajo, orejas de tamaño mediano respecto a su cabeza y de un aspecto físico un poco gordo, aunque no tanto; su armadura es de cuero color marrón y no tiene ningún estampado o algún diseño, la única diferencia es que sus ropajes bajo su armadura son grises. Es una mujer muy sonriente y amigable; y justo lo que temía, apenas me vio y comenzó a hacer lo que normalmente hace… Es una mujer que adora abrazarme y nunca he entendido por qué. Corrió hacia donde yo estaba y se lanzó hacia mí rodeándome con sus brazos y apretándome fuertemente.
-¡Eres muy pachoncita! -me gritó en el oído.
Tenía mucho de no verla y sin pensarlo le correspondí el abrazo, logrando que nos cayéramos al suelo y posteriormente empezamos a reír; ella se levantó y fue hacia donde Ikeonwu para abrazarlo también, le gustaba abrazarlo justo como a mí y a su esposo.
Al lado de Ion, un poco más alejado, se encontraba Khaal en cuclillas, ignorándonos a todos por estar ensimismado mirando el reloj de arena que siempre trae consigo, lo voltea cada vez que el tiempo termina, una y otra vez, y puede estarlo haciendo durante años sin aburrirse o cansarse; ninguno de nosotros podemos siquiera pretender tocar ese reloj porque ya ha intentado golpearnos a todos solo por pensarlo, siendo hasta ahora Salex el único que puede lograrlo gracias a su gran habilidad. Khaal es un hombre mayor de 80 años, con una estatura de 1.90 metros, es calvo y su piel oscura, tiene los ojos pequeños color rojo intenso, la nariz grande y achatada, orejas grandes muy pegadas al cráneo, un cuerpo algo musculoso y tonificado, y una armadura similar a la de Ion pero de un tono cobrizo que cubre todo su cuerpo excepto sus brazos.
Saliendo de la pequeña choza que oculta la verdadera entrada al Templo llegó Eome, un hombre de 50 años y 1.77 metros de altura, su cabello maltratado y faltante en algunas partes de su cráneo, de color castaño oscuro; se veía como siempre, tiene un color de piel igual al mío, solo un poco más moreno. Le falta el ojo derecho, lo perdió desde que lo conocimos y sin decirnos alguna vez la causa; su otro ojo, de color café, me miraba con sorpresa porque parecía que no sabía que llegaría, simplemente salió a ver qué ocurría por estar todos afuera dejándolo solo al interior. En su rostro tenía demasiadas cicatrices, unas de ellas muy grandes; su oreja derecha que había sido cortada también hace mucho tiempo, y la izquierda que se veía como si hubiera sido cortada justo por el centro y dividida en dos de la parte central hasta la parte superior; es un hombre algo gordo y su armadura es muy parecida a la mía aunque mucho más desgastada, con muchísimos cortes y abolladuras. A él le tenemos prohibido interactuar con la gente ordinaria puesto que es una persona que no sabe medir su fuerza, apenas un intento de saludarlos los termina fracturando, normalmente; a causa de ello, pensamos que nos tiene un poco de coraje, siempre parece estar enojado y no habla mucho con nosotros, excepto con Kleiterem, siendo el único con quien actúa de una manera muy amable; a pesar de eso no es mala persona, simplemente tiene un rostro que no invita a las personas a hablarle porque parece que intentará matarlas…
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Editado: 14.04.2024