Dreysha - Barena
Al despertar, Praxius aún dormía, aunque la mantenía envuelta en sus brazos. Ella levantó la cabeza para mirarlo, tenía un perfil perfectamente esculpido, y era un hombre excepcional.
Ninguna de las cosas que le advirtió su madre habían sucedido, que los hombres son bruscos o toscos, que no tienen sensibilidad… Tal vez su padre había sido así con ella, pensó.
Pero Praxius era todo lo contrario, se había portado sensible y delicado, ella ni siquiera percibió el dolor del que hablan cuando se pierde la doncellez. Y tampoco se sentía cambiada, “cuando ya no seas doncella no serás igual... o no te verán de la misma manera”. Tal vez lo que le enseñaron al respecto era una mentira.
—Buenos días—la voz ronca del dragón resonó mientras la atraía para hundir el rostro en su cabello.—¿Te sientes bien?
—Sí—los labios de él ya buscaban los suyos.—¿Crees que me veo diferente?
—¿Diferente cómo?—preguntó el hombre levantando la cabeza para mirarla.
—No sé… más… ¿Adulta?
El rió divertido.
—No te rías—reprendió Dreysha sin poder evitar reírse también, percatándose de lo ridículo de la pregunta, ella creyendo que se vería diferente por solo haber perdido la doncellez.
Praxius la atrajo hacia su cuerpo para volver a besarla, y ella lo abrazó buscando sus labios.
***
Praxius - Barena
La luna nueva llegó pronto y los veintiún alfas se reunieron. La primera decisión que tomaron fue la de reforzar las murallas y cavar fosos alrededor de cada una de ellas, en todas sus ciudades.
Lo siguiente fue empezar a entrenar tropas de dragones homínidos, también favorecer la investigación de nuevas tecnologías de guerra.
Y al día siguiente comenzaron. Incluso Dreysha había iniciado su estudio de las artes del combate con Nemeri. Aunque la joven princesa se sentía algo triste de pensar que su familia podía morir en la guerra, también estaba consciente de que en estas situaciones era mejor estar preparado para cualquier cosa.
Pasaron cuatro lunaciones completas hasta que la princesa se encontró encinta. Al mismo tiempo llegaron noticias de que los ejércitos de su padre estaban comenzando expediciones por el continente en busca de la muchacha, y que para esto se habían aliado con varias especies que tanto los dragones como los demonios de la sombra tenían por poco evolucionadas. Dreysha se sentía muy preocupada por estos sucesos, pero Praxius la convenció de que estaría segura allí y le recordó que su hija les daría descendencia. Además, ellos eran fuertes, su niña también lo sería.
—No entiendo por qué mi padre está haciendo esto—refunfuñaba la muchacha constantemente.
—Algún motivo debe haber y la verdad no creo que seas tú—la intentaba consolar.
—Claro que no soy yo el motivo, a él nunca le importé—maldecía a su padre por lo bajo.—Sabes, ya sé cuál es su interés, y el de todos los idiotas que son sus amigos—volvía a maldecir.—La codicia es lo que lo mueve, él quiere las tierras de los dragones de hielo. Es una persona detestable.
—Es una buena teoría, la verdad…—dijo él ingenuamente.
—No es una teoría—replicó ella,—lo oí decirle a Arelio que si no fuera por los dragones su imperio no tendría límites. Está haciendo esto por ambición, por eso rompió mi carta y les dijo a todos que fui secuestrada, simplemente fui su excusa para una guerra que hace tiempo deseaba.
Él la miró muy seriamente y entendió que su compañera tenía razón. El rey estaba esperando que ellos alguna vez no respondieran a sus cartas, Alfair se lo había advertido una vez.
—Tienes razón, amor mío—le dijo atrayéndola hacia él para abrazarla y besar su cabello.—Pero ya no hay vuelta atrás, esto no lo podemos detener.
—¿Hay alguna forma en la que pueda enviar una carta a mi madre?
—Sería muy peligroso…
—No diré donde estoy…
—Además, eso no solucionaría nada.
—Si morimos en esta guerra alguien al menos sabría la verdad, no quiero quedar como la causante de un genocidio.
—No será un genocidio, no hables así, estaremos bien preparados cuando lleguen