Ainelen ya la esperaba en la limusina familiar, la pequeña vestía un vestido corto de color lila, y el cabello recogido en media trenza francesa. Scarlett se había puesto el mismo cambio de ropa que había usado el día anterior; y con el cabello aun húmedo se sentó a un lado de su hermanita.
-Veo que te has descuidado bastante- dijo Ainelen con tono de desaprobación.
“¿pero que le pasaba a esta niña?”
-Le dije a papá que saldríamos- sonrió
-¿Desde cuando eres tan independiente Ainelen?-
-Desde que te fuiste tuve que aprender a cuidarme sola- respondió con tristeza.
La culpabilidad la atacaba una vez más.
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Las puertas se abrieron, y una joven vestida de rosa las recibió.
-Bienvenidas señoritas D’Inferno, ya tenemos todo preparado, por favor disfruten su estadía- con una reverencia de cabeza y una sonrisa las guio a su primera cita.
Hace mucho que no se encontraba adentro de una tina de lodo y con alguien exfoliándole el rostro. Se acababa de dar cuenta lo mucho que extrañaba ciertos lujos.
Después de ahí las llevaron a hacerse manicure, Scarlett opto por unas uñas de color negro, Ainelen simplemente le hicieron limpieza ya que no debía tenerlas con esmalte debido a la escuela. Las dos reían, se divertían juntas, algo que no había pasado en mucho tiempo.
La última parada era el salón de belleza, un estilista ya esperaba a Scarlett, para tratarle su cabello dañado por el tinte oscuro.
Ainelen hizo un gesto de aprobación al ver al estilista terminar.
-Al fin eres tu hermanita- le sonrió.
“¿Realmente esta soy yo?” toco su rostro, sus ojos carmesí se veían más intensos con el cabello ahora de su color natural y su piel se veía más viva. “¿esta es la verdadera Scarlett D’Inferno?, ¿o solo la fachada de la digna heredera? “
Ya en el anochecer el regreso a casa fue más calmado, Ainelen había insistido en que comprasen ropa nueva para Scarlett y le rogo que se pusiera un bonito vestido, últimamente se había hecho fan del color negro, así que opto por un vestido sencillo, plano, hasta las rodillas.
Sus ojos se encandilaron al sentir los flashazos de la cámara.
-¡La señorita Scarlett ha regresado!- unos paparazis gritaron tratando de amontonarse enfrente de ella.
“¿Pero qué es esto?”, ella nunca se había sentido cómoda con la prensa y había tratado toda su vida de evitarlos, pero desde que había desaparecido todos andaban detrás de ella como hienas hambrientas. Los guardias les abrieron paso entre toda esa gente.
¿Qué es lo que sucedía en esa casa?, ¿Por qué tanta gente dentro de la mansión?, la música resonaba en el lugar, las risas de la gente. La gente abría paso para que las dos pelirrojas pudieran pasar. Scarlett se sentía incomoda, las personas la miraban de reojo, murmurando cosas, riéndose de ella, el sentimiento de culpabilidad se apoderaba de ella, apretó su puño.
Sintió una pequeña mano, voltio hacia abajo Ainelen la había sujetado para que se calmara.
Arriba de la gran escalera se encontraba su padre riendo y bebiendo, se veía tan imponente observando a todos desde arriba, no por nada era el actual líder de la familia D’Inferno.
Angelo hizo un gesto con la mano para que la música parara al ver a sus dos hijas.
-Al fin han llegado le mie principesse - sonrió.
Todos los presentes callaron, Scarlett sentía aún más la presión de las miradas de todos, si tropezaba todos la verían y reirían de ella, deseo que eso no estuviera pasando y que estuviera en su pequeño estudio en Londres donde había pasado ese último año.
Pero no, ahí estaba caminando hacia su padre, con la mirada de todos sobre ella, esperando que fuera la heredera digna.