Hija de la noche

Capítulo seis

El lobo ceniza se lanzó a por el contrato con los colmillos relucientes, pero este desapareció como si de polvo en el aire se tratase.

Thorin sonrió - Ups.

Y ahí se fue mi rápida llave de salida.

Otro lobo de color ceniza con rayas blancas, un poco más grande que él de Jason, y con temidos ojos verdes llameantes entró a la habitación gruñendo a los goblins. ¿Maicol?

Y reinó el caos.

Los goblins saltaban por la habitación, escapando con facilidad de las garras de los lobos, burlándose de ellos. Muebles en el suelo, espejos rotos, cama destrozada... Ambos lobos gruñen cada vez más enfadados y los goblins incluso se arriesgan a reírse de ellos.

Alguien sujeta mis hombros y hace mover mi cuerpo paralizado, empujándome fuera de la habitación.

El lobo de los extraños ojos rojos logró alcanzar a unos de los goblins, lanzándolo con fuerza contra una mesita de noche. La mesita cayó al suelo destrozada junto al goblin, quien se quejó de su cuerpo adolorido antes de quedar inconsciente.

Entonces todos los goblins se paralizaron y el miedo se vio reflejado en sus ojos.

Los lobos los tenían acorralados contra la pared, sin escapatoria.

-¿Ahora qué, jefe?- Susurró uno de los goblins a Thorin. Entonces este en un parpadeo, al igual que el contrato, desapareció. - Maldito traidor.

Alguien ríe detrás de mi espalda. Jessica. -Lo siento.- Susurró a mi lado.- Esto es demasiado gracioso para mí.

-Chicos, tranquilizaros- Hablaba el mismo goblin de antes mientras los demás se encogían intentando alejarse de los afilados colmillos de ambos lobos. - Esto es un malentendido. ¿Y si hacemos un trato, nos olvidamos de todo y nos dejáis marchar? - Un contrato apareció entre sus manos.

El lobo de Maicol gruñó más fuerte, y en un rápido movimiento devoró el contrato entre sus dientes. Los pedacitos de papel caían sobre el suelo antes de desaparecer. Los goblins se quedaron paralizados.

-Sácala de aquí.- Ordenó una voz conocida. Era Henry.- Con discreción. ¿Entendido?

Jess asintió.- Señor.

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-¿En qué diablos estabas pensando?- Murmuró Henry a mi lado. Afloja un poco la gruesa corbata color blanco alrededor del cuello de su camisa del mismo color. Por encima de la camisa lleva puesto una chaqueta antigua de color azul oscuro y pantalones negros; unas botas altas y negras cubren sus pies. Su cabello está peinado hacia atrás, aunque parece que en cualquier momento los rebeldes mechones negros volverán a caer sobre su frente. - Creía que después de hablar con Roger habías aceptado.

-No acepté, me resigné que es lo contrario. - Confieso sin pelos en la lengua.- Ellos me estaban ofreciendo una salida fácil, cualquiera en mi situación la habría aceptado.

Se detuvo en el oscuro pasillo.- Si, cualquiera que no supiera lo que conlleva hacer un trato con esos seres.

Me detuve junto a él dejando caer la larga falda del vestido.- ¿A si? ¿Y a qué conllevaría?

Resulta que Jess se había dado cuenta del despiste del corset y atacó tanto con el que acepté ponérmelo. Ella había sonreído complacida, y algo me dijo que tal vez no iba hacer tan difícil ganarme su confianza. La cosa es que el incómodo corset me está matando, ello junto a los incómodos zapatos altos de estilo victoriana.

Gruñó- Bruja tonta.- Lobo idiota.- al firmar ese contrato, no sólo renunciarías a tus poderes, sino también a tu alma.

Un repentino escalofrío me recorre el cuerpo.

Vuelve a caminar con pasos largos y rápidos. - ¿Qué? Espera.- Intento alcanzarle- Yo leí el contrato y estoy segura de que no había nada de eso escrito allí. - Se detuvo al final del pasillo. - Los goblins no...

-Calla.- Dijo con voz dura cuando estuve a su lado.

-¿Quién te crees que eres para...?

Entonces alguien tosió con fuerza, y fue entonces cuando aparté la mirada de su rostro y miré al frente, más allá de las escaleras.

Pares de ojos curiosos nos observan al mismo tiempo que murmuran por lo bajo. Henry empieza a bajar las escaleras y yo le sigo intentando no caerme por las incómodas zapatillas.

Maldita sea ¿Por qué no dejan de mirarme? Odio llamar la atención.

Increíblemente logro llegar al final de las escaleras sin caerme. El salón es enorme, el techo esta hecho de un grueso cristal, dejando a la vista de todos el cielo estrellado. Hay lámparas de gas alrededor del salón, sujetas a la pared, iluminando así el lugar. Enormes ventanas de cristal que reflejan la oscuridad de la noche, algunos que otros cuadros de hermosos y tenues paisajes...

Roger sale de entre la multitud. Viste con una camisa de color amarillo claro, junto a chaqueta, pantalones y zapatos negros.

- Señoras y señores, queridos miembros del consejo...lo que todos estaban esperando ver y comprobar con vuestros ojos, está aquí. Annette, la Kaos, la bruja de nuestra manada.

Roger hizo una reverencia y mientras la hacía me miró a los ojos instándome a que lo imite. Dudo antes de hacer lo que creo es una reverencia. Alguien resopla detrás de mí. Henry.




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