Hija de la noche

Capítulo doce.

-¿Qué?- Exclamo aun estupefacta.

Comienza a desdoblar el pergamino color amarillento mientras habla.- Roger es mi tío, no mi padre. Jason y Maicol si son sus hijos.

-Pero…- Niego.- No entiendo. -¿Todo este tiempo me han hecho pensar que Roger es padre de Henry, cuando en realidad es solo su tío?-¿Entonces quién…?

Suspira apartando su mirada de mí, dejándola caer en el pergamino. Observándolo ahora me doy cuenta de que no hay nada que compare a este Henry con el Henry gruñón de estos días atrás.

-Murieron en un accidente cuando tenía once años. Desde entonces Roger se ha encargado de mí, criándome como si fuese su hijo, haciéndose cargo de la herencia que perteneció a mis padres, que incluye al castillo, el reino, el poder y el título.

-Lo siento mucho.- Las palabras salen de mis labios sin poder evitarlo. Suavizo un poco mi mirada, pero todavía sigo atenta. ¿Qué si todo esto es un truco…? Niego con la cabeza. Sus palabras parecen sinceras. Si soy tan buena bruja como ellos dicen, entonces tal vez no me estoy equivocando.- Pero ya tienes edad suficiente para encargarte de tu herencia. No puedes dejar que Roger siga haciendo…

-De algún modo Roger ha convencido al consejo de que no estoy preparado para encargarme de todo.- Dice interrumpiéndome.- Debo tener las pruebas suficientes antes de citar al consejo. Si no lo hago, estaría yendo contra las leyes… contra ellos, y eso es algo que no me conviene ahora mismo.

-Tenemos la carta de mi madre, tu palabra, incluso…Alexander.

Ríe.- La carta de tu madre no es suficiente, mi palabra mucho menos y a Alexander… ni siquiera lo menciones. -Alza el pergamino entre sus manos.- Esto puede tener una valiosa información que puede ayudarnos.- Lo tomo cuando me lo acerca.- Dime Ane ¿Querrás ayudarme?

-Si Roger tuvo algo que ver con mi madre.- Con su muerte.-Quiero que pague por ello.- Asiente dándome una de sus manos para cerrar el trato, pero la ignoro.- Hay algo que no entiendo… ¿Por qué quieres que formemos un “equipo” si me has dejado claro desde el principio que no te caigo bien?

Niega.- No es… tenía que convencer a Roger de que estaba de acuerdo con sus planes y de mi confianza plena en él, evitar que sospeche que planeo acusarlo ante el consejo y obtener lo que me pertenece por sangre.- Es cierto que casi siempre, cuando mostraba su desagrado hacia mí, Roger estaba delate. Pero casi siempre, no siempre.

-Aquella vez en la habitación no había nadie más que tú y…

-Faye escuchaba desde el pasillo.-Muerdo la esquina de mi labio.- ¿Entonces?-Vuelve a alzar su mano.

-Está bien.- Digo uniendo mi mano con la suya. Vuelvo a sentir esa sensación y una extraña corriente eléctrica recorriendo mi brazo. Él abre los ojos antes de que ambos apartemos la mano con rapidez.

-Roger no puede saber nada de esto.-Dice evitando hablar de lo sucedido hace unos segundos. Yo también lo evito. Me acerco a la mesa para abrir el pergamino sobre ella, pero Henry me detiene.- Hay alguien en la puerta.- Asegura.- Sé de un lugar seguro donde podemos ir, vamos.

 

&&&

 

-Las palabras escritas parecen estar en un latín muy antiguo.-Digo observando con atención el pergamino esparcido sobre el suelo de la habitación.- No me digas como lo sé, no sabría que responder.- El alza una ceja. Me encojo de hombros.-Cosas de brujas, supongo.

-Parece que lo vas aceptando.

Dudo sin asentir ni negar su afirmación.

- Los párrafos parecen hablar de un poema.- Se acerca y entrecierra los ojos intentando entender las palabras allí escritas. Su calmada respiración acaricia los dedos de mis manos.- Necesitaré más tiempo para traducirlo. ¿Dónde encontraste este pergamino?-Pregunto con interés, reconociendo lo valioso que es.

-Herencia de mi padre.- Confiesa.- ¿De cuánto tiempo estamos hablando?-Inquiere.

Lo pienso.-Unas…horas.

-Supongo que cada vez menos tiempo, según vayas conociendo el idioma.-Asiento.-Bueno, Roger y mis primos no llegarán hasta mañana al amanecer. Tenemos tiempo para traducir algo de ese pergamino.

Recuesta su espalda sobre la parte delantera del armario de la habitación en donde duerme. La habitación es grande y espaciosa, con una cama cubierta de sábanas blancas y negras, un sofá, una mesita de noche con una lámpara de gas, y una alfombra color chocolate cubriendo el suelo.

Deja caer la cabeza hacia atrás para a continuación cerrar los ojos. Los rebeldes rizos negros caen sobre su frente, justo por encima de sus ojos. Aún se me hace raro estar así con él, sin discutir ni nada parecido.

¿Este es el Henry del que Jessica hablaba? ¿En verdad quedó atrás el Henry de hace unos días? No estoy tan segura.

Suspiro antes de centrarme en el pergamino.

Sé que el primer párrafo habla sobre las Nagas porque el nombre aparece entre las líneas, lo que hace crecer mi curiosidad.

 

 

No sé cuánto tiempo ha pasado desde que decido alzar la cabeza del pergamino. ¿Minutos? ¿Horas?

Los ojos de Henry siguen cerrados y su respiración es calmada.




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